Con los tontos,
me altero normalmente.
Junto a
ellos, la paciencia, pierdo fijo.
Provocando
una risa que cobijo
bajo el disimular
lento y paciente.
Soporto casi
nada, al indecente,
que se ríe
de todo, y no corrijo,
aún y
viéndolo imbécil, no me aflijo.
Sin poder conseguir,
sea diferente.
Merezco la
paz. Siendo otro cedente,
y soportar tontadas
de los bobos
que resisto.
En mi intervalo silente.
Entre la cualidad,
de estos ímprobos,
me salvo de
ellos, cuando estoy ausente.
Condenso
oído. El resto, escobos.
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