Aquella noche de reyes
los niños, no se tenían,
por tanta ilusión, temían,
romper la burra y los bueyes.
Que en el portal navideño
como cada anualidad,
y sin ser casualidad,
lucía, con luz de sueño.
Con qué delirio montamos,
junto a mis hijos preciosos
Nacimientos muy jocosos
Que a menudo, recordamos.
Entre los dos explicaban,
lo buenos que habían sido,
y su bondad, con sentido
entonces la recordaban.
Los meses no se frenaron,
tantos años fugitivos,
que surcaron ilusivos.
y así a todos dejaron.
No voy a mentir, ¡Me dieron!
Un néctar imprescindible,
y aquella voz apacible,
que adoro, por lo que fueron.
Ahora, disfruto en silencio,
viendo risueños linajes
y los Magos con sus pajes.
Delirio que yo me agencio.
El árbol tomó su sitio
deslizando algo al Belén,
Cuando los dos se ven bien
Ninguno, parece mustio
0 comentarios:
Publicar un comentario