lunes, 12 de abril de 2021

Spot publicitario a: escritores locales

La festividad de San Jordi _ San Jorge ­­_ De nuevo quedará suspendida por motivos del virus que nos ataca y el Consistorio de la localidad ha querido ofrecer una plataforma a los escritores locales, de cuanto están haciendo y presentando. Incluyendo, además, sus trabajos antiguos y actuales. Por lo que, dentro del departamento de Cultura, trabajaron desde inicios del año para poder realizar esta idea, con la inclusión de una grabación oportuna y genial para ofrecerla al abasto de las redes. 

Siempre es un acicate para los esforzados de la pluma y el tintero. Verse recompensados, aunque sea de forma virtual, por sus trabajos y novelas.

No imaginaba dónde harían el encuentro, de los tantos escritores. Ni dónde sería la sede del rodaje de la película y cuando supe la dirección; la reconocí desde los tiempos pretéritos de mi infancia.

Una casona de payeses, situada en la calle de Sant Pere, frente a la famosa y popular fuente de agua potable. Esquina con otra casona de una potentadas y gran familia. La reconocida y denominada de Cal Caragolí, que por una de sus paredes laterales se ascendía a la parte abrupta de la también típica calle Alta de Sant Pere, _ carrer de Sant Pere mes alt _, donde había unas viviendas colgadas en un nivel muy diferente al que plantearon los expertos arquitectos, y aparejadores, diseñadores de aquel tiempo. La butiga de colonials_ tienda de coloniales, regentada por la señora Carmen y Paco, vecinos de los Marín Fernandez y los Conesa, la Nati y el Quimet.



Nada que ver con lo que pervive en la actualidad. Nada de la nada. Entonces daba gozo ver y  comprar en la butigueta dels queviures” (Tienda de coloniales), de la Teresina, y la de “les Noies”.  Tienda minúscula de dos hermanas, muy vinculadas a esa calle Sant Pere.

Negocio familiar desaparecido a finales de los setenta, que tuvo su origen en la encrucijada de la glorieta de la fuente y la ascensión a la desnivelada calle de "Sant Pere mes alt". Fuente, que suministraba el preciado líquido a tantas y tantas viviendas del contorno que no tenían servicio de agua corriente y además potable.


Sin olvidarnos de la carbonería de la esquina, y de la casa que hoy nos cobijaba para proyectar el ensayo. Llamada entonces Cal Germés.

Un poco más hacia la zona de la iglesia, estaba la vivienda del Doctor Llenas el veterinario del pueblo. La peluquería de la Pepita y mucho más hacia la plaza de la parroquia Sant Baldiri, la Barbería del tío Patiño, casi al lado de la casa de la familia Ortega, el que después don Luis, sería fundador de la Agrupación de la barriada Antics veins del carrer Sant Pere.

Sí amigos, todo esto existía en esta zona, una de las más tranquilas en la década de los cincuenta y sesenta. En la actualidad el barrio ha quedado triste, y sin apenas actividad. Donde el “meneo” de antes y la efusiva actividad, el trasiego del negocio y la diversidad del pequeño comercio, se ha trasladado a otros barrios, más modernos, más amplios y mejor comunicados.
Hace ya muchos años este barrio ha quedado como una melodía nostálgica, para aquellos que jugamos en sus calles empedradas, con relieves durísimos sin asfalto, sin aceras ni apenas farolas, que daban paso por esa ruta hacia el Moli Vell _el Molino viejo_ el Gato negro, lo que es ahora los Vinyets y las Marinas camino del Prat y de Viladecans.

                       
                      






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