sábado, 25 de enero de 2020

Vocativo para la destrucción.






Que bonita es la nieve
si se atisba de lejos,
la que borda mi espalda,
sin pedirme consejo.


Que blancura y candor,
manto blanco relieve.
Mujer nívea que siente,
y desnuda me muerde.


Mastica mi piel blanca,
y con su baba traga,
los residuos del alma
desblindando mi saga. 


Después vendrán los miedos
los que están y se notan,
los que hierben sedientos,
los que pacen y acotan. 


No es la nieve caída
la que trajo la muerte,
la indecente que vive
tras cristales silentes.


Tanto miedo te tengo
a que vuelvas con fuerza,
que rezo al cielo y quiero,
si has de volver, tibieza.


Imagina por gusto
ventolera de viaje,
ese que frecuentamos
sin luz, y sin ambages. 


Figuro y no te siento
en grande lontananza,
con ese rudo viento
que ahuyenta mi templanza.


Me enamore del copo
que surge de tu pecho ,
el que rezuma flojo
y tanto huele a helechos.


Gloria, tanta borrasca
para mojarme el alma,
para teñirme el cuerpo
del añil de tu palma.


Nos trajiste desgracia
nos sumiste en el lodo,
profanaste la magia,
con desprecio, y sin modo.


De paso, en el mundo estoy,
solucionando entuertos,
comprometiéndome hoy
sin fruta quedó mi huerto.


Me desnudó de gloria
en una noche amarga,
mi fruto se fue en la noria,
deslizado entre aguas.














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