Que
bonita es la nieve
si
se atisba de lejos,
la
que borda mi espalda,
sin
pedirme consejo.
Que
blancura y candor,
manto
blanco relieve.
Mujer
nívea que siente,
y
desnuda me muerde.
Mastica
mi piel blanca,
y
con su baba traga,
los
residuos del alma
desblindando
mi saga.
Después
vendrán los miedos
los
que están y se notan,
los
que hierben sedientos,
los
que pacen y acotan.
No
es la nieve caída
la
que trajo la muerte,
la
indecente que vive
tras
cristales silentes.
Tanto
miedo te tengo
a
que vuelvas con fuerza,
que
rezo al cielo y quiero,
si
has de volver, tibieza.
Imagina
por gusto
ventolera
de viaje,
ese
que frecuentamos
sin
luz, y sin ambages.
Figuro
y no te siento
en
grande lontananza,
con
ese rudo viento
que
ahuyenta mi templanza.
Me
enamore del copo
que
surge de tu pecho ,
el
que rezuma flojo
y
tanto huele a helechos.
Gloria,
tanta borrasca
para
mojarme el alma,
para
teñirme el cuerpo
del
añil de tu palma.
Nos
trajiste desgracia
nos
sumiste en el lodo,
profanaste
la magia,
con
desprecio, y sin modo.
De
paso, en el mundo estoy,
solucionando
entuertos,
comprometiéndome
hoy
sin
fruta quedó mi huerto.
Me
desnudó de gloria
en
una noche amarga,
mi
fruto se fue en la noria,
deslizado
entre aguas.
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