Le
cuesta creer mi voz cuando se alumbra.
Cuando
le digo solo tu eres mía.
No
habrá más mujer ni gozo en mi día,
que
tu presencia de musa vislumbra.
Recela
por la falta que deslumbra
mi
sensatez en su duda y porfía,
y
si hubiera algún cambio lo sabría
por
lascivia y la envidia que descubra.
Me
olvidarás con el tiempo y la muerte,
ella
labra incesante por achares.
Sin
pensar que igual yo muero sin suerte
y
es ella; la que queda en mis lugares,
donde
nadie la vio pecar y alerte
trocando
miedos que imputaba a pares.
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