Los
ojos te delatan amargura,
con
labios tensos que obran tartamudos
y
voces enredadas que son nudos
en
tu garganta añil sin más ternura.
Dos
lazos son tus cejas de hermosura,
que
luciendo se arquean muy tozudos
doblando
tus trofeos tan desnudos,
y
así ofrecer envuelta tu locura.
Habla
y dime lo que sientes ahora,
o
calla para siempre; tus parpadeos.
Muéstrate
sugerente cual señora,
dejando de jugar con tus galanteos,
intenta
recogerte con la aurora...
y
se sencilla, clara sin regodeos.
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