martes, 25 de octubre de 2016

...y tú que me cuentas




Estaba sentada frente a su micrófono, esperando que la luz roja de “On air”; se pusiera activa, mientras trataba de recordar, …pensaba, parte de lo que podía ocurrírsele para aquel inminente saludo por las ondas. No retenía en su mente, aquello de lo que había hecho durante su mañana.

Era una auténtica comunicadora, desde hacía un tiempo, con dificultades.

Le precedía una fama de éxitos inalcanzables. Habiendo cosechado un sinfín de conquistas, de triunfos y a su vez una ingente lista de detractores.

El reconocimiento ajeno, cuesta digerir entre las estrellas, las alegrías que comparten no siempre son auténticas. Se besan y de brindan parabienes de forma falsa y torticera, sin llegar a disfrutar con el laurel del camarada.

Jamás descubrió su juego, ni sus fuentes. Era una auténtica máquina para generar noticias, y sonsacar desde sus preguntas capciosas, unos cismas ineludibles, para aquellos, que ocultaban con su verdad, acciones poco lícitas.

En el camino, había tenido que soliviantar a más de uno, poniéndoles de vez en cuando en algún que otro polvorín con las espitas de las bombas encendidas. Sin precisar la forma ni el modo en como los había denostado y eran muchos, aquellos que le tenían rencor y envidia. Los que esperaban cobrar en algún momento el pago por aquellas infamias y prebendas, salidas a la luz, sin el gusto de los protagonistas, o con el dolo, que da, el que los descubran en asuntos prohibidos

De forma invisible estaba rompiendo su fortaleza; de seguir así, alguien se encargaría de truncarla para siempre de forma accidental, o quizás la vida la dejaría de lado, quitándole la energía y dejándola sin la salud necesaria para que se perdiera por esos mundos drogodependientes. Rebozados de inmundas alcoholemias que provocan las necesidades infecundas y normalmente llevan a la conclusiva vía de final del trayecto.

En la cabina de audición la rodeaban sus colegas de profesión, esperando que ella, diera la bienvenida a la nueva emisión del programa del miércoles, denominado y tú que me cuentas. Patrocinado por una firma muy importante de supermercados, de la ciudad.

El técnico del programa desde la pecera acristalada, le indicaba con los dedos de su mano izquierda, los segundos que le quedaban, mientras la música de la sintonía del programa se ahogaba como si se hubiera quedado sin fuerza…

El piloto indicador del habitáculo se puso en color rojizo y ella; entró con el saludo, esta vez muy diferente a todos los días, tanto que todos se miraron entre sí, para entender que le pasaba a Dorothy.

_ Hola amigos, buenas noches_ anunció ya por antena_ Antes de comenzar con el programa de esta noche quisiera confesaros, una primicia muy importante y delicada; aprovechando que tenemos en el estudio esta noche, como invitados de excepción; a un juez, a un policía gubernamental, un médico facial, una subsecretaria del ministerio, y una encargada de módulo de prisiones_ sin dar su nombre de momento, a todos les hizo un gesto corporal, para granjearles la bienvenida y continuó con la alocución.

_ Serán ellos _ siguió hablando_ nuestros invitados los que aporten a la charla su opinión y que nos cuenten sus pareceres.

A la revelación que les voy a descubrir_. Hizo un gesto al técnico para que subiera la música de fondo y poner un par de gags de difusión y les dijo a los contertulios que tuvieran calma que todo estaba controlado.

La subsecretaria, miró con desconfianza a la locutora y le pronosticó_ Espero, no me vaya usted a poner en un brete, con temas del ministerio.

La periodista, se la miró, sonriendo, sin decirle ni media palabra, para escuchar lo que exigía el juez, mirándole fijamente a los ojos de tigresa de la conductora_ ¿De qué irán las preguntas?, espero no sean contestables y nadie salga salpicado, que sepa usted, no he venido a fiscalizar a nadie esta noche_ matizó el letrado. Tampoco recogió ninguna alusión por parte de la animadora, referente al interrogante de su señoría.

El policía más tranquilo que nadie, reía al mirarse al médico, que le pronosticaba a la funcionaria de prisiones, que debía pasar indefectiblemente por quirófanos si pretendía disimular la huella del tiempo en su orondo gollete, con papada, caído e hipertrofiado.

De nuevo el técnico de sonido de la emisora, por cable interno anunció a la gacetillera que en breve entraba, muriendo de nuevo la sintonía a la vez que emergía la voz de la jefa del espacio.

_ Hola amigos, desde la RJ73 en su emplazamiento en Versalles_ propuso con voz de querer descubrir aquella fiera del reportaje_ Os he dicho que iba a revelar algo que os atraparía y con lo que, si no fuese verdad, y no tuviera pruebas; me quedaría yo misma, con el culo al aire, como se suele decir en el argot coloquial. Reafirmando y sin mirar a ninguno de sus invitados, prosiguió hablando por el micro, para toda su parroquia_ Os he traído al programa la canelita de nuestra sociedad, para que ellos haciendo honor a nuestro programa nocturno “…y tú que me cuentas” _ repitió con guasa_ el nombre del espacio radiofónico, aquello que precisamente no describen por nada del mundo y lo llevan bien encubierto y escondido.

_ Nuestro doctor, resulta que ha estado usando implantes de poca calidad, los cuales, a las mujeres, a las pobres trasplantadas, les ha originado un perjuicio importante de salud, que además ellas deberán seguir costeando, si no caen enfermas de gravedad por ese mal uso.

Quiso el doctor, entrar al trapo, pero la locutora impidió, hasta que finalizara con todo su planteamiento y siguió con la funcionaria de prisiones, haciendo de ella poca guasa y denunciando.

_ Usted, que está en la cárcel de mujeres, nos ha llegado la noticia, verdadera, por cierto, que les pasa estupefacientes a las reclusas, y que, además, las trata a golpe de porra constante, haciendo constar a las autoridades y refleja en la ficha que se autolesionan; siendo una falacia por su parte.

La empleada fornida, quiso entrar con un exabrupto coloquial, que la periodista, hizo tragar con una amenaza inmediata, para que fuera paciente y ella se defendiera como pudiera, llegado su turno.

Continuando con la historia, de una ejemplar mujer, portada de grandes revistas, afamada por los beneficios que aportó en una de las desgracias más conocidas de la naturaleza, el tifón de grado cinco, acaecido en las costas atlánticas. El huracán bautizado como: “Míster Guay” que arrasó las costas del país, el verano pasado y que la subsecretaria, con su esfuerzo hizo llegar cinco aviones de alimentos, al lugar del desastre, para los damnificados; con una particularidad, que desvió una maleta que iba en ese mismo transporte, llena de billetes de curso legal y que fueron ingresadas en las Solomon, o en el paraíso de Panamá.

Al igual, que los demás invitados a la radio, intentó protegerse, de forma brutal, queriendo incluso marcharse de la capsula de emisión, pero que fue abortada su inclinación por motivos, obvios y muy reprobables.

El policía, ya se las veía venir y pretendió justificarse antes que fuera revelada su mala acción, corrupta en los bajos fondos de la urbe, con el tráfico de narcóticos y ganancias extraordinarias, por derivación de mercancía, por cerrar los ojos con los capos de la droga, por permitir que en las calles se venda y se consuma, y por un etcétera, que todos conocen_ dijo la presentadora del …y tú que me cuentas, para proseguir con el justiciero, con el que debería juzgar todos aquellos actos que había puesto sobre la mesa. Si no fuera, porque el señor juez, con su conducta de magistrado está inflando su cuenta bancaria a base de prevaricaciones que le están haciendo millonario, sin condenar a quien debería cumplir condena, al mirar hacia otra parte y dejando que los responsables se salgan de rositas y sufrir con las penas que por ley indican las normas del reglamento universal

So volvió a dirigir a los escuchantes de la cadena radiofónica y les siguió denunciando.

_ Solo falto yo misma, que dentro de este espejo de purpurina que acarreo, no he sido leal, ni además honrada, puesto que me he dejado manipular por dinero, en cuantas ocasiones se han puesto a tiro, he despreciado a los pocos honrados que existen y he defendido y aplaudido a tantos sinvergüenzas como ustedes y yo conocemos. Por lo que dejo el debate abierto, para que cada cual, diga y …tú que me cuentas; se defienda si puede.

¡Ustedes serán los juzgadores! ¡Eso por lo menos; lo merecen!

… y tú que me cuentas.






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