domingo, 9 de octubre de 2016

El maltratador cosmopolita





Cuando se conocieron, era un tipo traicionero, aunque lo disimulaba. Un ser mezquino, que escondía su verdadero temple de machista, de maltratador y de persona insatisfecha, por no tener principios ni adeudos naturales.
Sin embargo, a veces, las prisas de la vida, y las pocas oportunidades, hacen que según qué jovencitas, según qué  mujeres en edad de merecer, no tengan o no sepan, analizar aquello, que deberían hacer sin excusas para elegir su pareja, su acompañante, o incluso amigo.
Escogiendo a menudo, sin pensar, ni sopesar reflexivamente, sí; esa persona, que les atrae, y que les gusta, es verdaderamente el hombre válido para ellas, por lo menos para un trecho de su vida.
Sin darse el tiempo necesario para poder elegir, lo que a ellas más les conviniera, y no solo dejarse llevar, por la premura de la pasión rápida, y de la prisa por tener relaciones sexuales.
Al admitir, y aceptar como normal, el tipo primero que llegue. El que ni conviene, aquel que tan solo se le juzga por el tamaño del paquete externo, del cual presume y muestra para embeleso de las mujeres que no piensan con la cabeza.
La casuística, siempre arroja estadísticas reales, y estos tipos son los que nadie quiere, y no cuadran ni en los peores rebaños de animales salvajes.


Pasando desapercibido, su falta de valía; y aún y con todo, siendo aceptado por ellas, y no hacerles pasar por el tamiz, quedando sin verificación antes de aceptarlos.
Cuando en realidad son groseros, tarados, que suelen estropearse y dañar todo lo iniciado, al poco tiempo de existir un compromiso, difícil de deshacer.
Rita se enredó con Matthew, y se fueron a vivir en su nido de amor, sin escuchar a nadie y sin dar importancia a lo que realmente la tiene.
Todo era amor, fiesta y disloque, hasta que, como en los cuentos de Hadas, se terminan las golosinas.
Aquel tipo amargado; había sacado el mal fario, desde el mismísimo instante que se comprometieron oficialmente.
Mientras festejaban, era un hombre, más bien taciturno y timorato, que no aparentaba la carga de veneno que llevaba a cuestas. 
En el transcurso del periodo de la pre relación, era un ser más bien soso y desdibujado, que admitía de buena forma y sin rechistar, aquello que le pusieran por delante, como si estuviera guardando las malas influencias, para cuando todo estuviera bien atado y él pudiera sentirse dueño de algo.


El mismo devenir que acumulan y hacen los desalmados con las personas que ellos creen inferiores.
Siempre ofrecía su cara más amarga, protestando e incluso denostando por celos, acciones de su compañera al verla disfrutar o, mostrarse dichosa.
Entrándole una especie de envidia, tan maligna, que todos sus conocidos recriminaban.
Por lo que de forma aleatoria; cuando a él le parecía necesario, simplemente por darse valor y mantener su machismo en primer nivel. Daba un espectáculo de pronóstico. Sobre todo, si tenía que presumir delante de sus amigachos, para manifestar su hombría.
Siempre ante unos desgraciados como lo era él mismo, aparentaba, o lo intentaba, ya que casi nunca lo conseguía; que los pantalones; los llevaba puestos y en su casa, todos bailaban al son que él tocaba.
Quizás por los celos, que le provocaba aquella mujer preciosa, válida y generosa, que la vida le había puesto en su camino, sin merecerlo, y que tan pronto desbarataría.
Dado que la costumbre de trato y los muchos días de convivencia, trucan el color y la tendencia de las cosas, cambiando la realidad del día a día, queda demostrado;
que hay algo que no funciona. Siendo ya demasiado tarde.

Aquella mujer ya, estaba harta de su compañero, tras de ir aguantándole durante algún tiempo, su incompetencia, su odioso proceder y sus malos tratos escondidos tras una excusa del carácter raro, porque las cosas. _ decía aquel monstruo_; no le iban como él pretendía.
Excusas baratas de mal compañero. Un tipo más bien desastroso, que cuando le venía en gusto, por el arte del "Ahora toca dar la nota", le faltaba el respeto a su mujer, ante cualquiera, y la ofendía estando conocidos, vecinos y la propia familia presente.
Dejando entrever la clase de persona tóxica que era.
El egoísmo de este tipejo, debía quedar siempre por encima de su mujer, y querer parecer un auténtico dominador natural por su encanto inexistente.
Gracia no tenía y agradable no lo era, tampoco había nacido con ese don original que tienen los hombres especiales, esos que en muchas ocasiones se han de contar con los dedos de una mano.
Sin grandeza en el alma, ni añadidos que la naturaleza le hubiera suplementado.

Rita, tras haber contado una gracia, que por cierto siempre... venía a cuento, o simplemente por dar su sencilla opinión, tan ajustada en conversaciones con amistades. Molestó al gran Matthew, intentándola dejar fuera de la conversación, con malos modos. A lo que ella, replicó harta de aguantar tanta acritud.

La ofensa recibida, por parte de su compañera, no gustó al engreído Matthew y este, una vez que todos se habían marchado de su casa, en compensación y para que no sucediera jamás. Le propinó una cuchillada en el tórax que la dejó en el sitio, esperando a que se desangrase.
Ni corto ni perezoso, llamó al servicio de seguridad de su ciudad y dijo taxativamente: He matado a Rita, por faltarme al respeto, vengan y hagan aquello que deban hacer. Ella, jamás volverá a levantarme la voz.

Con el tiempo, quiso suicidarse en el presidio, donde cumplía condena por criminal, siendo tan asquerosamente cobarde, que tan solo se hizo unos rasguños sin importancia en su cuerpo, siendo trasladado a la enfermería de la prisión de sonde salió con los pies por delante, al cementerio.
La causa de su muerte, fue rara y sin responsable conocido. Le propinaron un navajazo, mortal de necesidad en el cuello, que le seccionó la yugular, mientras dormía la primera noche, fuera de su celda




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