De siempre, lo veía
con su concentración desmedida, con su bandolera de transporte de cosas
personales, recorrer las calles de la villa, en su mundo, agradable y atento,
con todo aquel que se le acerca, para preguntar cualquier detalle. Prensa
nacional y deportiva, bajo del brazo, muy metido en este mundo, a lo suyo y
dejando vivir a los demás.
Jamás una crítica
deleznable de barra de bar, ni para que aquellos que recorrían el puente, en
condiciones impensables, y estaban ajenos a la urbanidad del momento.
Impensable verlo en
reuniones que destacaran por conversaciones memas, o fuera de tono, siempre en
lo que a él le compete.
Por aquellas cosas de
la vida, _ (recuerdan aquello que siempre comento) _: "Las montañas no se
encuentran, son las personas las que tropiezan".
Pues de vernos a la
hora del café o en el desayuno en la cafetería, nuestras miradas se habían
encontrado en más de una ocasión y como a mí me puede el contacto con las
personas, que lo son y el saber de sus detalles culturales, de sus vivencias,
de sus simpatías y por qué no decirlo, conocer y disfrutar y aprender de ellos,
me acerqué, y fue fácil entablar charla, conversación. A los cinco minutos;
risas y cordialidad. A la media hora; amistad de tertulia, y división de
pareceres, sobre la actualidad. Al final de la charla, después de compartir,
vivencias, detalles, chistes, conversaciones sobre prensa social, y libros. Un
placer momentáneo de disfrute.
En su elocuencia contó,
de su infancia, juventud y de sus días habituales, y además me dio permiso para
que lo pudiera explicar con vosotros, en estas publicaciones que de vez en
cuando hago de personas que rozan mi hipotálamo.
Me estoy refiriendo a
Pablo Tejedor, un ex banquero, árbitro de futbol, aficionado a la lectura, al
teatro, en definitiva, a la vida.
Nacido en Jatiel,
entre la Puebla de Híjar y Escatrón, en la provincia de Teruel, que además pasó
la guerra en entre Barcelona y su pueblo, debido a la profesión de su padre,
ferroviario, de la red Nacional de Ferrocarriles de España, el cual, lo iban
enviando allí donde fuera preciso y necesario.
Cuando entonces
recorrer esa distancia costaba once horas, desde Barcelona a la Puebla de Híjar,
pasando por Caspe.
Conocido de todos los
futbolistas y directivos deportivos de su época, por aquello del arbitraje, con
mil anécdotas, unas mejores y otras no tanto, aquellas que en una ocasión después
de un veredicto deportivo en una cancha de tercera división, fue parar con sus
huesos al hospital.
Pablo, es persona
abierta, y habladora, contaba que tiene conocidos dentro del mundo del espectáculo,
de artistas que son inmensamente conocidos por el gran público, que no vamos a
reflejar en este escrito, puesto que nos faltaría papel para anotarlos y a
vosotros ganas de leerlo.
Aquel muchacho, que después
de un bombardeo en la guerra, estando cobijados dentro de una alcantarilla de
Barcelona, le dijo a su padre harto de padecer y desbaratado por el miedo _
deja que nos maten de una vez.
O aquella otra, que portando
una cesta con cuatro cosuchas de comida. La que le daban a la familia la
empresa donde trabajaba su padre; Renfe, y habiéndola recogido para llevarla a
su casa.
Siendo un niño y viéndose
perseguido por un desconocido, en la ciudad, por un policial, hasta ver donde
lo llevaba. Para después repartirla con él, ya que, en la casa de aquel
funcionario, no había ni un bocado que llevarse a la boca.
El personaje de Pablo
Tejedor, que, preguntado diez veces, nos ha dicho:
Mejor futbolista: Di Estéfano
Un escritor: Cervantes
Un artista de cine Charlton Heston
Un deseo Todos los tiene cubiertos
Felicidad la
suya
Algo pendiente el resultado de las próximas elecciones
Un cantante Nino Bravo
Una ciudad Barcelona
Un pueblo Valderrobres
Una empresa Banco Hispano Americano
Un gran tipo Pablo, y
muy sincero.
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