Viene de entrega anterior:
Sabor entre los labios
Fulgencio
y Cheo, desde la representación en El Gallo más Gallo, en aquella rotonda Bello
Horizonte, habían desaparecido y nadie daba con ellos.
Tratándose
de Genio Can, un bellaco tan descarado como maligno, podía encontrarse en el
lupanar más bajo de cualquier retiro, pero pensando en el equilibrado de Cheo
Callejas, daba mal fario, el no tener noticias frescas.
No
localizarlo por ningún sitio y, que no atendiera al teléfono, daba algo más que
pensar.
Una
inquietud persistente, dadas las circunstancias y la nueva urgencia en la
preparación de la puesta en escena del Wáter Cósmico en la ciudad peruana de
Tacna.
La
última vez que se les vio juntos, gozaban ambos de una amistad flamante y
creciente que se preveía durara largo tiempo, por los agasajos y el buen trato
que entre ellos existía.
Partieron
al salir del festín de la ceremonia en el auto de Genio Can, dándole abrazos a
todo el mundo y con una alegría y unas ganas de vivir contagiosas; procurando
llevar el bamboleo habitual que reflejan los artificiosos y solemnes
homosexuales. Sin preocupaciones por lo que dijeran los demás. Tomando una
velocidad en su partida más que sospechosa, con unas prisas por llegar fuera de
lo normal, hacia uno de los muelles del puerto principal de mercancías.
Fulgencio
le proponía a Cheo, se hiciera cargo de todos los negocios turbios que tenía en
la América Central, para que desde esta plaza se los protegiera, y de cuando en
vez pasara por Chile o Perú, a pasar cuentas con él.
Controlando
los lupanares de lenocinio y las casas de juego, incluidas las redes de
distribuciones y mercancías comprometidas. Estupefacientes, fármacos, tráfico y
prostitución, negocios derivados de los trasplantes de órganos y además y como
pretensión le concediera cobijo y amor, en sus noches locas de deseo sensual.
Acogiéndose a la bisexualidad manifestada por el gánster. Escondida orientación
llevada por Fulgencio, que confesó a su nuevo amigo Cheo, participándole todo
tipo de deseos. Aquellos que a simple vista no se destacaban y la gente, por ese
ocultismo, no asocia.
Condiciones
inherentes a su vivir habitual, sus distinciones carnales. En especial la
orientación sexual instintiva que caracterizaba a Fulgencio, por su afinidad en
personas del mismo sexo y género. Del mismo afecto y con exacta altura
emocional, para con los individuos dotados de hermosura de todas las especies.
Por
lo que realmente estaba diagnosticado como un homosexual de “closet”. Al no
haber salido del armario. Deseando disimular una bisexualidad encubierta y
apreciando cuando le era posible sin ser descubierto, su inclinación más
profunda hacia seres de su mismo sexo.
Tendencias
similares en ellos dos; y que dada la seducción que parecía existía entre
ambos, pudiera llegar al establecimiento de algo más, que ese apego social que
de momento tenían.
Lo
que desconocía Fulgencio, del tonelaje de Cheo, era su sagacidad y venganza,
que bajo su manto de misericorde, frágil; cuando le apetecía, guardaba con
disuasión un feroz e inhumano proceder, que relucían en sus momentos de
ansiedad y de resolución de imponderables, pudiéndose traducir en el todo.
Resguardando
celosamente, su verdadera personalidad, tan distante como a él le convenía y
tan mutante para aquellos que no le habían tratado en situaciones cercanas.
Genio
Can tenía tantos frentes abiertos que a veces, no podía controlar de donde le
venían los desajustes, y viendo la posibilidad, el poderío por preparación, el
bagaje personal, su idiosincrasia, y su devoción por la afinidad de los huesos
de Cheo, pretendía seducirle con cuatro promesas y mucho dinero, para que
formase parte de su clan para siempre jamás. Un escudero guapo, que se dejara
manejar a su antojo, y llegado el caso de las denuncias, de las diferencias con
la Justicia en los tribunales, acarrearle todas las culpas de sus desmanes y
delitos al por mayor y a granel. Utilizarle con comodidad, cariño y confianza,
pero muy lejos de profesarle una pasión verdadera.
Ofrecimientos
que le sugería a menudo para que el actor, se definiera y al final se quedara
en el ámbito de lo ilícito y lo no permitido. Usada con maestría por parte de
Cheo, la situación establecida, dándole a Fulgencio: “dos de ron y una de
avena”. Manteniéndolo ocupado hasta descubrir aquellas sospechas, que le
inducían, a ser cauto y previsor. Retrasando la decisión a todas aquellas
ventajas que le proponía, con excusas personales, para no cometer imprudencias
ni delitos propios y llegado el momento determinado y consiguiendo las pruebas,
poder llevarlo frente a un Tribunal, para ser juzgado.
Jugando
en el riesgo, y parecer que estaba deseando pertenecer al grupo propuesto de
delincuentes y además enamorado. Asumiendo el lance que comporta aparentar y el
acceder a estas corporaciones criminales. Ya que, ingresando en firme, es
meramente imposible volver atrás, arrepentirte y dejar de atenderles, es una
renuncia que se salda con la propia vida.
Fulgencio
y Cheo en el viaje, analizaron la actuación de la presentación en Managua.
Genio Can, veía la repercusión que podía tener en sus negocios, todo aquel
espectáculo y el que vendría en Tacna. Estando satisfecho, a falta de unos días
emprender con ellos, conocidos empresarios, la flor y nata del negocio peruano
y chileno, un nuevo negocio lleno de expectativas para el gran Fulgencio
Cánovas Cangállate.
Estaba
exultante y dicharachero, con ganas de intercambiar información datos y
confidencias, cosa que a Cheo le venía muy bien para mirar de conseguir lo que
hacía años estaba buscando.
Los
dos compañeros, tras presenciar cómo se realizaba una de las operaciones en el
Puerto de Corinto por parte de los empleados de Genio Can, y recorrer la
distancia entre Managua y el Puerto, se quedaron a pasar la noche en la zona
portuaria, para después acercarse al aeropuerto de Augusto Cesar Sandino y
partir sin más hacia Tacna y una vez allí residentes, esperar que todo el
grueso de la expedición llegara para hacer la última de las representaciones de
patrocinio del Wáter Cósmico.
Llevaban
unos días por la zona y aquel miércoles fueron a la ciudad de Arica, donde
Fulgencio también tenía intereses, los cuales quería que Cheo, su protegido
momentáneo fuera conociendo y asumiendo tablas, para llegado el caso, tomar las
riendas con parte del mecanismo y las operaciones conocidas.
Se
sentaron en una de las terrazas del hotel y restaurante Gavina Express, en la
Avenida “21 de Mayo” esquina General Manuel Baquedano, para reponer fuerzas
tras haber visitado un par de negocios clandestinos y preparar por parte de
Fulgencio, a su cuadrilla de facinerosos, para que estuvieran a la guay de unos
contenedores que sujetaban unos fardos importantes de mercancía frágil y
delicada.
_
Cheo, piénsate lo que te he propuesto, no creas que lo hago todos los días. Lo
que te propongo muchos lo querrían. Ser el jefe de gente que ni imaginas, aquí
y en todos lados y ellos estarían bajo tus órdenes, aparte de lo que te
percutiría en ti y en tu estatus social.
Podrías
dejar al bobo ese de Cándido, que llevas en la compañía para incluso montarte
una para ti solito y tu gobernarla como te saliera de tus antojos.
Serías
después de mí, el dueño de todos los Blues, barras, casas de putas y
cervecerías de las dos costas, la del Atlántico y la del Pacífico.
Tengo
que ver en todas ellas desde hace algunos años. Han ido cayendo sus cabecillas
y las he ido ganando.
_
Entonces eres un padrino, de verdad. ¿Eres un puñetero Patrono de todo cuanto
suena a hierba, chispa, música, alterne y folleque?
_
¡De bastante!, pero eso es un tema que ya te contaré, comprende que acabo de
conocerte, he de ir por partes y no sé de quién eres hijo_ Genio Can, le
disparó al centro de su logística, para que comprendiera, que no era nada
ingenuo.
_
¡Ah...! _ Dándose por aludido Cheo contestó_ Sólo soy un actor venido de un
tablón de yeseros en España, que ganamos un concurso y nos dieron esta
oportunidad _. Disimulando quiso quitarle importancia actuando de forma
magistral, en una de sus magníficas interpretaciones, que dedicó a Fulgencio
para que le fuera imposible atar cabos.
To
be continued
Continuarà
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