Le llamé anoche y no atendió la llamada. Actuó
el jodido contestador automático, con el clásico recado pregrabado y tan
subliminal, que lleva implícito_ Cada uno se fastidia cuando más prisa lleva_,
pensó Troy en el momento que escuchaba la voz de la señorita enlatada dando
instrucciones, para que dejara su recado en la nube y se pudiera escuchar para
siempre jamás.
Mi preocupación era tan solo para recordarle
que el viernes, estábamos citados en la cafetería "Nuovo caffeto
coyonutto", para desayunar en compañía y contarnos
nuestras aliteraciones poéticas.
¡Imposible la conexión! Nadie atendía el teléfono.
Por supuesto Troy dejó su mensaje esculpido en las bases de datos para
reproducirlo siempre que convenga, dirigido a Alex, a la vez que desistía de
hacer otro intento de llamada.
Sin pensar más en el tema creyendo que en algún
momento lo descubriría el interesado.
A la vez Troy, pensaba en su interior, sin
pronunciar palabra_: Se que no lo escuchará a tiempo y si lo hace será para
anular la cita.
Alexander Lejanía; es un buen tipo, amable, dicharachero, y
locuaz, se hace de querer, lo que significa que no le cuesta ponerse bien para
caer de maravilla a cualquier persona que le dé oídos. Aunque sus dificultades
personales tan de psicólogo, le apartan
un poco de la normalidad. Usa la excusa de la pena, para llegar al corazón del lugareño
relajado que acaba de conocer_ porque a los que son amigos habituales, pues: no
sé yo, si eso le funciona, o ya saben de qué pie cojea.
Por tanto además tiene algo que te atrapa y te
marca en principio, te brinda el ciento por cien de la ecuación, te recita
frases inconexas que no dicen nada pero que suenan muy bien, y muestra ser
persona de las que aman todo lo que se zarandea.
Aunque ese apego, esa condición de atento y
generoso, dure algo más de media hora. Hasta que le dejas de prestar atención y
sin más busca otro foco donde probar regarlo de tristeza y donde pueda
declararse en situación de detrito o de calamidad personal.
Siempre lleva una condena en el alma, y aunque
digan que_: el alma no punza_. Él
lleva, un par de cicatrices que no sanan, que no curan, que no secan, y no
dejan sereno a su olvido y dolor, permaneciendo
agrietadas y mandando destellos atormentados al corazón ajeno.
Su penar es de los execrables que existen y de
los enredados de entender: su único hijo no le mira a la cara y no lo quiere en
su vida.
Ya no voy a entrar en los motivos ni en las
razones. Ni siquiera en la incomprensión de la distancia y la consecuente
disfunción entre motivos.
Lo peor es que un hijo no te quiera.
1 comentarios:
Me estoy habituando a leer tus comentarios Emilio, gracias por compartirlos. Me encantan. Un abrazo.
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