Eres la sombra con quien comparto
este instante,
y de pronto estoy tan a solas, que muero.
Te hablo con señales que concibe mi
silencio,
no hay respuesta, ni gestos, solo
percibo un ruido denso.
Sigues siendo mi sombra, mi carga, mi
alforja
con la que me bebí el pasado y beberé
en adelante momentos.
Si no lo impide el infierno.
Eres el yo invisible que no veo,
eres el yo, que no toco y lo intento,
ese yo, que no disfraza el pecado aunque
puedo,
que a veces desprecio,
y todavía quiero.
Reposas y libras como mi sombra que me
pesa,
que sin enterarme, me sigues, me
buscas, me aterras.
Ahora que estamos solos, dime de qué
modo te empeñas,
en no criticarme, ni ofenderme y cejas.
No amordaces tu lengua.
Siendo la muda perversa,
que escucha, lo ve todo y silencia.
2 comentarios:
Desde luego mi amigo, si profundizas en lo que has escrito, la mecha tiene tela, y el contenido del mensaje te pone a pensar. Buen trabajo Emilio, como siempre, nos tienes acostumbrados. Venga y p'alante
Eres un artista, me gusta mucho, eres un semillero de historias. Francisco Baçao
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