lunes, 24 de noviembre de 2014

Acoso en la sombra






Eres la sombra con quien comparto este instante,
y de pronto estoy  tan a solas, que muero.

Te hablo con señales que concibe mi silencio,
no hay respuesta, ni gestos, solo percibo un ruido denso.

Sigues siendo mi sombra, mi carga, mi alforja
con la que me bebí el pasado y beberé en adelante momentos.
Si no lo impide el infierno.

Eres el yo invisible que no veo,
eres el yo, que no toco y lo intento,
ese yo, que no disfraza el pecado aunque puedo,
que a veces desprecio,
y todavía quiero.

Reposas y libras como mi sombra que me pesa,
que sin enterarme, me sigues, me buscas, me aterras.

Ahora que estamos solos, dime de qué modo te empeñas,
en no criticarme, ni ofenderme y cejas. No amordaces tu lengua.

Siendo la muda perversa,
que escucha, lo ve todo y silencia.






2 comentarios:

Anónimo dijo...

Desde luego mi amigo, si profundizas en lo que has escrito, la mecha tiene tela, y el contenido del mensaje te pone a pensar. Buen trabajo Emilio, como siempre, nos tienes acostumbrados. Venga y p'alante

Anónimo dijo...

Eres un artista, me gusta mucho, eres un semillero de historias. Francisco Baçao

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