domingo, 26 de octubre de 2014

El wáter cósmico_ Cándido sueña_



Viene del capitulo anterior:

El wáter cósmico_ Cheo y su secreto_





Cándido, un tipo fuerte, rechoncho y rubio natural, más bien cortito de estatua, pero grandioso, de talla máxima en lo personal. Sufriendo los rigores de su divorcio cruel,  con Natacha la que fue su compañera y con la que concibieron a su hija Olga.
Ahora cumplidos los once años de la chiquilla, alejada de sus padres por fuerza imperativa y residente en Sabadell, con los abuelos paternos.

Separación obligada de su madre, por estar en la cárcel condenada por tráfico de estupefacientes y consumo y, del padre por tener que ganarse la vida como le venga bien, para alimentarla, darle estudios y cumplir como manda la sociedad.

Tras la ruptura con Natacha, el juez les dio la guardia y custodia a Cándido y éste, por motivos obvios tuvo que recurrir a sus padres, para que se hicieran cargo de su querida hija, mientras él busca aquello que necesita, Trabajo.

La niña, espera tranquila bien arropada por los yayos, teniendo todo aquello que le es preciso, excepto el cariño de sus padres. Aguarda con muchas ganas que su papá, la vaya a buscar para poder vivir juntos y no separarse más.


Cándido Rondeles, natural de Valdealgorfa, hijo del antiguo molinero y de la panadera, que siempre habían vivido en el obrador del horno, en la plaza grande.
Hasta que la naturaleza hizo que aparecieran las primeras calamidades familiares inesperadas. Comenzando el declive con las grandes heladas del año 1962. Catástrofe que se llevó por delante la totalidad de la cosecha del olivo, del vino y cereales. Dejando a bastantes familias en la casi ruina, entre las cuales se encontraban ellos, teniendo que emigrar cuantiosos de los habitantes a las grandes ciudades en busca de una ocupación que les permitiera comer.


Él era el menor de los cinco hermanos, de los cuales tres, Jacinto, Romualdo y Pancracia, se mudaron a Barcelona, colocados a trabajar por un primo lejano donde pudo.

Los padres junto con el mayor de los hijos y Cándido, el más chiquillo, se quedaron en el pueblo, mirando de salvar o reiniciar de nuevo las labores del campo y de la pequeña panadería que regentaban. 

Galicano el padre, con el hijo menor, se ocupaba del molino de los animales y del campo, la madre doña Flora, despachaba en el mostrador de la tienda, además de llevar la casa;  y el mayor de la saga, Sixto encontró trabajo en Caspe en una serrería. Con lo cual, también emigró de Valdealgorfa.


Al poco tiempo, viendo que las cosas no marchaban nada bien, cerraron la panadería, y se trasladaron a Sabadell, aprovechando que allí se había establecido la hija, la única hembra de la familia Callejas Torrija.

Pancracia hija de ellos, la que les encontró ocupación cerca de donde ella vivía de su trabajo, colocada de nodriza en la granja de un médico muy relumbrante de Barcelona.
Los padres Galiano y Flora, con el hijo menor, Cándido, se instalaron como labradores en una finca, que además hacían de masoveros, por ocupar la vivienda de los propietarios de la heredad. Así,  tenían un sueldo, comida y alojamiento en el mismo lugar.


Los años fueron pasando, malviviendo y soñando en mejores momentos, aquel chavalín rubillo y travieso creció sin estudios ni principios y sumergido por la crisis que ya comenzaba a escandalizar a los bolsillos más serios y por las vicisitudes de la vida personal, volvió por sus fueros y retornó a Caspe, un poco huyendo de su familia y con el deseo de residir con su novia la guapa Natacha. 

Volvía a su pueblo de nacimiento. Echando un poco de menos aquella vida rural que dejó por motivos del hambre y creyendo que le sería más fácil hallar en el bajo Aragón la ocupación que le apetecía y separar de costumbres y vicios a su novia. Comenzando una nueva etapa los dos juntos y lo que venía en camino. 

Se emancipó de sus viejos de forma obligada, intentando una vida en unión de Natacha, una cabaretera venida a señora de su casa al liarse con el incauto muchacho.
Ella había trabajado hasta entonces en la sala de fiestas “ La Nit dels Trempats”, burdel sito en la carretera que une Sabadell con Tarrasa, de donde el bueno de Cándido quedó enamorado y dando la vida por ella, se hizo su garante.

 Se habían conocido y la relación llegó a cotas de pasión. Hombre sin experiencia ni mundología, cayó en las redes de la ramera viendo solo por los ojos de aquella bonita mujer. Imaginando que Natacha era su amor para toda la vida.
Lo engatusó como un bobo a base meneos de culo y de lamidas incansables, hasta que le hurtó hasta el último de los conceptos de la realidad, llevándole a la desgracia, sin que sus padres y hermanos pudieran mediar.

Aprovechando la casa de los abuelos, cedida por los padres, que cerrada de hacía unos lustros esperaba inerte ser ocupada por el primer fracasado de la familia que volviera, para ocuparla mientras encontraban otro alojamiento más adecuado para ellos.
En la plaza Pardo Sastrón, se instalaron y comenzaron su ruidoso y caduco idilio en la más auténtica ilusión de amor exprés, sin frenos ni paracaídas.


Se quedó en estado Natacha en cuanto la mujer quiso, nadie sabe de quién pero Cándido se hizo el responsable de la niña nacida un catorce de agosto en el hospital de Alcañiz, poniéndole por nombre Olga María de la Claridades. 
Cándido hacía meses había encontrado trabajo en una obra en la población cercana de Maella, y así se ganaba la vida aquel fenomenal hombre, sin saber lo que la vida le tenía preparado.


Coincidió en el tablón de los yeseros, en la altura de los incomprendidos de la obra de José Ángel Estopiña, relevante constructor de la zona y hombre de posibles, el que propició por haber conocido a sus padres un empleo de encofrador y le puso por compañero al más solitario de los allí empleados. El tal Cheo Callejas, hombre delicado y muy privado que veía los detalles sin que se hicieran de rogar.


Uno y otro día de conversación de compartir tortilla, de beber en la misma jarra, hacen que los hombres se unan en sus preferencias y pesares. Destino manda, y montañas no se unen, son las personas las que se encuentran.

Cheo Callejas, aquel hispano sencillo que buscaba nada, pero que lo intentaba todo fue con el que entabló muy buena amistad de espíritu y de realidades, el que le servía en muchas ocasiones de paño de lágrimas y de consejo médico comedido, a cambio de un poco de trato, comprensión y familiaridad. 

Hasta que ambos se hicieron entrañables y amigos, los que miraban por sus necesidades, los que se comprendían a pesar de ser cada uno de una madre y de una condición sexual. Fueron puestos en el paro.

Carla la amiga de Metchild, estaba en la embajada de España, por unos visados que estaba intentando lograr para viajar a la península, cuando coincidió en uno de los pasillos de la delegación con Cándido, que también hacía espera para realizar una gestión de tramitar unos días de prórroga por motivos de la presentación de wáter cósmico. Días en los cuales tenían que justificar por el papeleo que exige la nación Nicaragüense.



to be continued
Continuará proximamente con otro capítulo









0 comentarios:

Publicar un comentario