Viene del capítulo anterior
nuevo episodio de El wáter cósmico
nuevo episodio de El wáter cósmico
Anguela la Teutona
Durante aquel periodo, en Zaragoza el entonces capitán Ludwig
Kronen Müller, y la enfermera Concha Ruiz Puig, se enredaron con visos a
futuro, se enamoraron perdidamente, él con la seguridad de ver en la asistente,
una mujer sincera y ama de su casa.
Ella, hacía tiempo huía de su ciudad natal Calahorra, segunda hija
de un practicante y barbero afincado en el pueblo procedente de Arnedillo,
jugador y mujeriego hasta la saciedad y de una señora venida de la provincia de
Valencia, hija de comerciantes y educada en la más estricta fe católica del
tiempo.
Preparada para llevar una
casa y criar en buena Liz a cuantos hijos les enviara el cielo. Con un tipo precioso
del que presumía a todas luces, de mujer guapa y encantos derivados de su cuidada
presencia, hacían que aquel capitán herido en el pecho por la metralla del
bando rojo español, cayera fulminado por
los rigores y olores de la buena calagurritana, que lo sacaba de quicio.
Concha, comedida y lista no es que estuviera perdidamente enamorada del bueno
de Ludwig, si no que veía que si se quedaba en España, lo que le venía encima
era, un poco más de aquella mierda que ya soportaba desde hacía años.
Malos entendidos con las hermanas, a la muerte de la madre en
circunstancias raras y el aguante de un padre al que le gustaban demasiados las
perrerías. Falta de proposiciones matrimoniales de gente de bien, de jóvenes
con economías resueltas, que estuvieran por la labor de consagrar un matrimonio
como mandaban los cánones de la época.
Difícil cometido y hallazgo imposible en aquellos días convulsos
en una tierra demasiado metida en rencores y envidias. Por lo que a las
primeras de cambio se las hizo venir para que el capitán, ardiente y falto de
sexo esmerado, cayera en sus brazos completamente enamorado, cambiando a su
novia de toda la vida una mujerona carnicera, grande y peluda, por la sutil y
seductora Conchita Ruiz.
Contrajeron matrimonio en la Basílica del Pilar, antes de partir
hacia Berlín, huyendo además de todo cuanto podía hacerle daño de una guerra civil, para entrar a los pocos años en otra mundial, mucho peor, que les trajo aún peores
consecuencias. Encontrando para ella y para sus hijos, una deserción total de
afectos, provocados por los contingentes que el propio destino les puso al abasto.
Al morir el esposo,
Ludwig Kronen Müller, ya era Teniente
Coronel, Concha Ruiz, la esposa, se encargó de criar a sus hijos como pudo, que
aún estaban en tiempo de crecer y pasar las necesidades que se encontraron los
habitantes de la Alemania ocupada, una vez que finalizó la Segunda Guerra
Mundial y que entraron las tropas de ocupación.
Fueron tiempos difíciles para ellos, después de
todo lo que se iba descubriendo y, habían hecho las tétricas y criminales potencias
del Tercer Reich las “S.S” Schutz Staffel en los campos de exterminio con el pueblo gitano
y judío, sin embargo, las fuerzas de liberación no podían repetir las mismas
atrocidades a los habitantes de la nación teutona y tuvieron que distribuir toda
la ayuda y estrategia para que los que sobrevivieron a los bombardeos, se
adaptaran a una nueva forma.
Peter el
hijo mayor y Klaus el mediano, fueron de los afectados por pertenecer a las
juventudes y las nuevas autoridades les
dieron cabida para reformarlos en un internado adscrito de Cruz Roja, regentado
por los ejércitos de los Estados Unidos,
Ingleses y Rusos, donde
después de unos agrios lavados de cerebro y de preparación a la “desnazificación” volvieron a la realidad,
quedando mezclados en el pueblo.
Anguela, había estado recluida durante el
periodo de la guerra, en uno de los claustros distribuidos por el país y tan
secretos como se exigía, del afamado y denominado. Plan
Lebensborn.
La recluyeron una noche muy fría del año
cuarenta y uno, aislándola junto a otras muchachas alemanas que cumplían los
requisitos exigidos para ser madres de niños arios.
Estando en edad de merecer, eran inseminadas por
oficiales destacados y perfiles idóneos afectos a la ansiada gran raza germánica.
En el centro experimental,
que se ubicaba en la Prusia Oriental. Un caseron inmenso rodeado por un
bosque inexpugnable y difícilmente identificado para poder ser descubierto.
Fue una de las tantas adolescentes del
plan Lebensborn, que durante el Tercer Reich ingresaron en estas sedes ocultas para
ser engendradas siniestramente bajo los programas Nazis, con la intención de
ofrecer hijos perfectos y puros a su raza, y al gran Führer.
Aquella muchacha pelirroja, alta, grande y
carnosa superó la tragedia y se licenció en matemáticas. Jamás encontró a los tres
hijos que parió desde los años cuarenta y tres en adelante.
Llegó a ocupar una plaza de profesora en la
universidad de Colonia, hasta que se casó con un médico experto muy afamado, especialista
en el tratamiento del cuerpo de la mujer. Estiramiento de la dermis y correcciones
faciales para las viejas y presumidas de la ciudad, gente adinerada que huye de la vejez y
pretende atrasar cuanto más la aparición de las arrugas.
No les duró apenas su matrimonio, en el que no
tuvieron hijos. El doctor Cristo Bekenhauff, se divorció de Anguela, tras un
affaire de faldas con una modelo austriaca. Quedando liberada y con una paga
que le permitía reanudar su vida sin necesidad de milagros.
De sus dos hermanos, no sabe nada,
desaparecieron sin dejar rastro. Su madre murió en los ochenta ingresada en un
hospital de infecciones de la Alemania del este, tras telón de acero.
Conoció en una Convención de la compañía en la
que está
contratada, a su actual compañero, manteniendo una aseada relación con Jürgen
Otto, director de Ventas de la empresa Schissen Lecker, nombre que traducido al
castellano significa; Defecar Gustoso.
Otro niño de las juventudes hitlerianas, carente
de simpatía, de gracia y de norma. Hombre poco dado a las bromas, excepto
cuando está colmado de bebidas espirituosas, vodka, coñac, o de brandy barato,
que lo transforman.
Estampa de tipo feo, desgarbado, espeluznante, con
mirada de espía, nariz grande, roja y ensillada entre los pómulos y sobre los
labios. Con un nivel académico genuino, inteligente y audaz para los negocios,
que contratado desde la alta dirección en Múnich, lleva los derroteros de las
grandes cuentas.
Compañero de Anguela, en el trabajo y en la vida
privada, solo para las caricias en la cama, y para tragar vodka, complemento
que le hace ser impotente en el sexo, sin flema, sin substancia y sin morbo. Camarada
agrio y burlado tantas veces como a Anguela le viene en gana. Ambos tienen
momentos escasos de sexo amoroso, debido a las drogas y el alcohol.
Continuará
To be continued...
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