Alguna vez esperamos:
al tren,
a la suerte,
a la muerte.
El aguardo de aquel tren
que te alejó de aquella historia,
que jamás conocerás,
por no ser la tuya propia.
El aguardar a la Estrella,
la suerte así llamada,
podría llegar muy pronto
de noche o de madrugada
Discutimos la tercera opción,
vamos a disimularla.
Ya que la menciona el poema,
no vayamos a enfadarla.
La espera en la consulta
tras una indisposición,
no es como esperar al tren
y viajar a New York.
Ese pasillo sin acera,
corredor de hospital,
todo pintado de blanco
y con perfume anormal.
Esperas diagnostico concreto,
con esperanza que apremia,
el reloj detendrá sus manecillas
dentro de su propia esfera.
Se recibe muy serena,
cuando llega, impensable.
No lo esperaba ahora.
Momento indeseable.
La incertidumbre del todo,
la pesadumbre del cuando,
la costumbre del miedo
la turbación de lo ignoto
El viaje sin aliciente,
el retorno simulado,
las pocas ganas de verte.
Todos te esperamos.
Veredicto en la puerta 50,
de las visitas externas
de un hospital comarcal.
Cirugía Vascular
Una frase muy cordial,
un resultado normal.
Temiendo la consecuencia
del principio, sin final.
la doctora muy atenta
conduce, invita y asienta
Pregunta ¿estás nervioso?
¡Dices no! y encojo.
No sufra no es de cuidado.
¡Desnúdese y tiéndase en la camilla!
Dice en el mejor caso.
¡Pues vaya que pesadilla!
Aprensión al desnudarse,
trepando al pedestal
mientras te vas remangando
tras el cortinaje fatal
La ropa quedó ahí. Suelta,
en la percha del penar,
no sabes, a ciencia cierta
que es lo que va a pasar
Aflojas el pecho,
quitas la cuerda,
la del reloj corporal.
Temes, no aciertas ¡qué pasará!
Como si fueras fragmento,
esperas cualquier señal,
si gesto tanto mejor. Silencio
tacaño, jadeas con temor
Tranquilo ha repetido,
señal que hay un motivo.
Significado alarmante,
se prevé un desenlace.
Pronto, se descoserá,
no es grave puede pasar,
¡Cuántos más viven así!
y a penas se les nota.
Lo sueles todo aceptar,
rompiendo por dentro a llorar.
Aunque nadie lo perciba,
cuesta tragar la saliva.
Mucho adelanto hay ahora,
dice sin pestañear,
mientras te baja una floja
por toda la parte de atrás
Momentos de desencanto.
¿Hay salida?
En la autopista de la decepción.
Noto a lo lejos, llegó el peaje y la expiración
La doctora, repasa, toca,
tantea, ausculta. Enigma,
lo temes, ahuyentas, ¡No adivinas!
¡Vístase no tenga prisa!
Desconsuelo, aún, no atinas
como lo dices, cuando y
a quien arruinas, la felicidad.
¡Vaya palo! No imaginas.
Apelan al oído gastado,
atendiendo sin pensar,
para decir ipso facto,
que medicina tomar.
Al cabo que puedo hacer,
pues me visto, muy a prisa
no sea que con la demora
consiga perder media vida.
2 comentarios:
Mensaje recibido. Stop. Me doy por aludido. Stop. Gracias por el recuerdo. Stop. Un amigo. Stop.
Las visitas a consultorios u hospitales siempre crean una ansiedad tal ,que a veces se tiene el
impulso de salir corriendo!
Pero hay cosas que se deben hacer y entre más
pronto mejor, como los chequeos o la revisión
de alguna irregularidad física ,es una buena forma de
prolongar nuestra salud y estar con quienes queremos en mejores condiciones.Tu escrito tiene
una forma muy humorística de vivirlo.Gracias!
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