viernes, 11 de noviembre de 2011

Escaparate



Desde la ventana miro,
como pasan mis recuerdos ofendidos.
No los puedo detener a todos,
ni siquiera los distingo.



Siento como me abandonan las fuerzas
bravas que tenia antaño,
es quizás el entre acto,
o el no querer entrar en desengaños.



Tengo la necesidad de dormir,
de sentirme arropado entre tus halos
y no herirme a mí mismo,
con decepciones y hábitos.



Fuerza no tengo para frenar los años,
quizás se escapan porque no los engaño,
el devenir de la felicidad,
los hace rápidos y el dejarlos escapar
me pone malo.



Desde ese mirador observo
como pasó mi vida a lo largo,
porque de ancho, no la reconozco
es mucho trabajo y arduo



Cuantas cosas,
desacertadas muchas,
corregiría ahora para sosegarme algo.
Cambiando órdenes, oyendo al cauto,
siendo más sensato, más humano.



De otros modos y con mejor trato,
con humildad, con deseos claros.
Sin hacer daño, sin ser diablo
lo mismo si me dejaran, sería un fiasco
porque a veces, ni sabemos,
ni queremos cambiarlo.



Desde mi ventana comprendo,
como fueron aquellos actos
que por desidia deje pasar,
por cobardía y falta de tacto.



Ahora,  arrepentido, lo veo claro,
las añoro y deploro.
Por eso me engaño.
Si no lo hiciera, me harían daño.



Desde los cristales turbios de la ventana
echo un vistazo,
a vuela pluma comprendo,
soy un extraño. Conmigo mismo,
contigo  y sin ti, solo me siento,
solo me apaño.



Desde ese mirador observo
como pasó mi vida a lo largo,
porque de ancho, no la reconozco
es mucho trabajo y arduo



Darme pena es lo más sencillo,
mas no quiero, lo rechazo.
Excusarme como individuo
es lo fácil, es un pacto.



De volver atrás, igual sería alivio
no ostentaría esos caprichos,
que trajeron tempestades
razones que no explicito,
pretendo purgar lo equívoco
siendo yo mismo.



Quizás es un error vigente,
verme desde esta ventana ausente,
como regalé la vida,
sin ruidos aparentes.
Por ello mi pasado no se entiende.



Cuando no hay remedio ni comprendes,
amargado y borracho con mi soledad,
tú ya no sientes,
tú ya no quieres,
tú ya no vienes.



Sollozando desde esa ventana amplia
veo caminar mis temores,
se hizo tarde para corregir errores.
Sálvame de la desgracia,
quizás la vida me acobarda
y no sepa admitir ciertos rumores. 



Soy como soy y
no puedo modificarme
aunque lo pretenda,
sería un disfraz de mi naturaleza.



Si me has de perdonar,
hazlo sin que yo lo sepa,
de otro modo sería obligarte,
quizás no comprendas,
como sufren los hombres
que a ciencia cierta
padecen y lloran,
sin que les vean.



Desde ese mirador observo
como pasó mi vida a lo largo,
porque de ancho, no la reconozco
es mucho trabajo y arduo



Tantas cosas cambiaria,
antes de morir y dejar la vida mía.
Como siempre ¡falta alegría!
Aquellas utopías sobrantes,
con sus formas elegantes.
Ni tú misma, entenderías.



Carezco de esplendor natural,
¡Esa gracia!  No tuve jamás.
Es un don que nos viene desde atrás
predomina en el signo zodiacal.



No se decírtelo...  ¡Te quiero!
Quizás no quiero que lo sepas,
igual es mi capa de franela
que permite cuando estoy solo,
esconder esa rareza.
Que solo sé que es tan cierta,
que te adoro, que te extraño y
eso no tiene espera.

  




2 comentarios:

José Añez Sánchez dijo...

Una bonita carta/poema de amor llena de melancolía que sale, una vez más, de esa cabeza tan bien estructurada y reproduce esas manos del artista que nos la regala a todos para el regocijo de nuestra alma.
Te agradece y abraza José.

Anónimo dijo...

Estas son de las lecturas que embellecen el alma y alegran la vida.
Un beso
Lili

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