La vecindad en el barrio le gritaba
¡Chalada!
Por dirigirse al cielo en sus alegatos
en sus penurias de desamor y desengaño
más cabe decir que la locura es
cordura incomprendida del ánimo
substancia manifiesta de la razón
para dejarte el alma en reposo
y ser feliz a plazos cortos
¡Chalada!
Por dirigirse al cielo en sus alegatos
en sus penurias de desamor y desengaño
más cabe decir que la locura es
cordura incomprendida del ánimo
substancia manifiesta de la razón
para dejarte el alma en reposo
y ser feliz a plazos cortos
La vecindad en el barrio le gritaba
¡Excéntrica!
Por suspirar descarada y creerse muy amada
desde más allá de los cielos venerada
con sus nubes y borrascas alteradas
entre las cumbres asociada y
con los vientos cortejada
le llegaban las respuestas a su pecho
con atisbos de ilusión para su cuerpo
La vecindad en el barrio le gritaba
¡Chiflada!
Porque su vivir desencantado le arruinaba
por la ausencia del amor que ella esperaba
en su maltrecho corazón empobrecido
desentonado por el vicio del olvido
anhelaba el encanto enloquecido
de un requiebro maldecido
que regara de esperanza o enjuagara la venganza
de aquellos días que fueron
más que días, mundos bellos
La vecindad del barrio le gritaba
¡Loca!
Por esperar cada noche a ese pincel iluminado
por las caricias ausentes que traen los sosiegos
por los divinos momentos que ya son historia
por lo que pudo ser y se quedó en el fruto
por el ser que siento y por el que lamento
y porque aunque no lo parezca
vivimos en un mundo de desalientos
No estaba loca, ni chiflada, ni sonada
ella es la misma vida, que presenta su tarjeta de visita
que aparece sin mediar, sin pedir cita
y se queda en la casa de invitada
sin permiso ni razón justificada.
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