Habían quedado para ir al
cine aquel sábado por la tarde después de comer.
Shigwerly recogería
a Fertrys Makwelan en la puerta de su casa, a las siete de la
tarde. Aquel joven ya en edad adulta, que pretendía a la guapa ciudadana americana,
llamado Shigwerly Gerusthynson, era natural de Singapur y de creencias
orientales, muy puesto en química cuántica en la cual estaba licenciado y
procesaba para una empresa de armamento unos cálculos de la nueva herramienta
armamentística del Fire cracker Ciclycal.
Detonante que insertado
en los proyectiles aéreos habían ideado los servicios de su país, con vistas de
negocio y distribución de la tecnología a naciones adelantadas en la carrera
competencial. Entre los muchos estados para el desarrollo y la acumulación
exagerada de armas destructivas y poderosas.
Aquella pareja había
quedado de acuerdo para que Shigwerly pasara con su <Escarabajo>
el clásico modelo de Volkswagen a recoger a Fertrys a la puerta
de su domicilio. Parecía que aquellos tortolitos se habían conocido de forma
circunstancial, pero no era así.
Todo estaba preparado por
los servicios de inteligencia sin que el inocente Shigwerly pudiera llegar a
imaginarlo. La buena de Fertrys, era una espía, una extraordinaria especialista
delatora que trabajaba por libre en la nómina del mejor postor.
Ninguno de ellos
imaginaba pasar la tarde que programaron sin análisis previos. Ya que en muchas
ocasiones las situaciones se dan y vienen al pelo sin estar previstas. Trabajo
que las camufladas espías, saben tratar en cada momento sin que se les arruguen
los pliegues de sus encantos. Jugándose la vida en cada uno de los meneos que
se suscitan.
En principio iban al cine
a ver la película más guay que ponían. De hecho, partían a la buena de Dios,
sin precisar que título escogerían de las seis o siete que siempre estaban
dispuestas en la cartelera. La cuestión era, por parte de la preciosa mujer
llevarlo al huerto para sacarle lo que pretendía.
Su relación era
incipiente, trataban de conocerse lo más pronto posible, ya que al hindú le
atraía el cuerpo estructural de aquella señorita. Sin imaginar que una empleada
de corsetería y ropa íntima pudiera ser lo que en realidad disimulaba.
El investigador muy lejos
de relacionar a una dependienta con el temido espionaje y fisgoneo de datos
sensibles, se dejó llevar por el olor del cuerpo de la preciosa mujer. La que
pretendía engañar al muchacho falto de afecto y ternura, queriéndole excitar
sin demoras su pasión emocional y montar una relación íntima, lo más rápido
posible.
El tiempo en política
siempre es inmediato, y no hay nada que se prorrogue tratándose de la seguridad
entre países. Shigwerly había conocido a la
señorita Makwelan, no hacía demasiado tiempo, en unos grandes almacenes
donde fue precisamente colocada, esperando que el experto cuántico fuera a
comprar aquello que ansiaba, siempre que llegaba a lugares alejados.
Aquel individuo
coleccionaba ropa íntima de último grito con la cual se sentía atraído en sus
meneos frente al espejo, cuando estaba solo, y tanto mejor si alguien lo
miraba. Así se sentía de narcisista el bueno de Shigy.
En cuanto apareció por la
seleccionada boutique fue atendido por la dependienta más sensual y atractiva
del comercio, presentándose como la señorita Fertrys.
La que le ayudó a escoger
los modelos y colores, incluso se atrevió a proponerle al caballero
indostánico, no se enredara con marcas, modelos y colores. Brindándose ella a
ayudarle de buen grado, a escoger las tallas.
Todo preparado. Una
mentira, una falsa dependienta entendida en un teatro mil veces ejecutado por
Fertrys, con otro nombre y apellido, en otra profesión, originaria de quien
sabe dónde y residente en cualquier país inimaginable.
Todo era por parte
de Fertrys en caerle bien al resoluto e inteligente cuántico y
llevárselo puesto a su casa. A la cama. Y como no, a su huerto. Para sacarle
todo aquello que pretendía la guapa y experta Makwelan
La experiencia de la
sílfide, hizo que se encontraran a gusto los dos, y se cayeran bien en un
espacio corto de tiempo. Le dio lo que esperaba y le dejó palpar aquello
prohibido que con astucia provocó. Pronto Shigy que así le gustaba le
llamaran al joven, en las distancias cortas. Cayó en las mallas elásticas y
afectivas, piel morena clara y sensual de la versada y deseada mujer. Quedando
para verse precisamente aquella tarde para ir al cine.
El auto amarillo aparcó
frente al número 77. El setenta y siete de Sunset Strip. Donde justo en la
esquina, diez o doce metros a la izquierda esperaba ser recogida por el
amigo reciente. El trayecto hasta el cine fue largo en el tiempo, dada la
cantidad de tráfico que se estableció aquella tarde de sábado en la ciudad.
La conversación fue muy
fluida en el transcurso del trayecto. La guapa Fertrys iba enrollando con su
retórica al que creía era un perfecto ingenuo, apariencia que daba tras aquel
color cobrizo de su piel. Que engañaba sin duda a cualquiera de las mujeres
americanas excepto a las que pretendían conseguir frutos rápidos y productivos.
Para aquella simulada dependienta no había imposibles, ni cortapisas a la hora
de conseguir las metas que tenía previstas. Disfrutaron del film del cineasta
español Garci. José Luis Garci, el primer Oscarizado autor español, con
su película, Volver a empezar y traducida al
inglés Beguin the Beguine. La que disfrutaron a
placer por el mensaje que ofrece la trama y el contexto de la historia.
Ella la guapa Fertrys no
perdía punto en cuanto a gestos y meneos del falso ligue que tenía a su lado. Todo
un ritual, todo previsto por el servicio de espionaje.
El film fue visto con
agrado y con algunas interrupciones de atención, debido a los besos que le
robaba la mujer al hindú que lo iba preparando para llevarlo encima de su
colchón y desnudarle. Quitándole además de la ropa, los documentos de su misil detonante.
Haciéndole cantar con su propia lengua, sobre el profundo y peligroso armamento
con el que trabajaba. Debiendo conseguirlo aquella espía usando sus galanuras,
y palpaciones. Sustrayendo todo aquello que hasta el instante habían descubierto.
Para pasarlo a otros interesados. Tratando de despojarlo con la gracia que ella
tenía y el técnico quántico, ni pudiera darse cuenta del hurto sufrido.
El tiempo de obtención que
tenía para conseguirlo era mínimo. Sabiendo que el nacido en Singapur no estaba
de momento predispuesto para cantar la melodía que su amiga le
propusiera. A no ser que lo narcotizara.
Al salir del cinema, ella
propuso antes de ir al disfrute del <te pillo aquí y te mato
allá>. al McDonald’s próximo. Donde se reforzarían con
alimento rápido, antes de proponerle la elegante dependienta, el servicio sexual
que el inventor pretendía.
La residencia temporal
del científico, estaba situada dentro del perímetro especial de la embajada del
país para el que trabajaba, con lo cual las medidas para acceder a los recintos
eran del todo comprobadas, y pocos de los acompañantes de los que residían en
calidad de invitados podían acceder a las mismas. Por lo que ella imaginando lo
y con el propósito de disimular le preguntó, si podían ir a su reservado a
pasar la noche y disfrutar del sexo. De un cuerpo, el de color triguero de
Shigy, y de los meneos que le iba a proporcionar la amante bandida.
El deseo a veces puede
más que la reserva y la seguridad, y le dijo a su rubia amiga.
— A todos los
efectos, representas la esposa que esperaba, venida de mi ciudad y estado. País
con el mismo nombre que su capital. La preciosa Singapur por lo que no pueden
negarte el acceso en modo alguno. Le
participó el confiado Shigy.
Con esa confirmación
ella, disfrutó. Imaginando que dentro de las instalaciones algo pillaría, con
la cámara disimulada que llevaba en la diadema del cabello y en los tacones del
calzado y con una segunda cuestión que era, ver qué al bueno del científico lo
había enamorado y podía disponer de sus cosas en cuanto se lo propusiera. No
pudo refrenarse aquella mujer y le dijo con aquella argumentación artística que
les nace a los actores sublimes.
— Eres un pedazo de limbo perenne y anhelado. Que sepas que estoy suspirando
por tus caricias, y que sueño en ese momento. En que puedas rasgarme placentero
en canal. Me festejes sin prisas, despacio y lento. Perezoso e insolente. Hizo un inciso para respirar y tocarse
los pechos y continuó calentando al químico, que la escuchaba atónito.
— Debes
ser un trueno en la cama. Lo deduzco y no creo engañarme, por el bulto que te
he notado al palparte sin vergüenza en el cine. Sin que apenas pusieras freno a
mí demencia mientras te retorcías en el deleite al tropezar mis
dedos entre tus piernas y el bálano. Al tiempo que jadeabas y te retorcías cuando
te acariciaba tu esencia bruta sobre tu pantalón.
Después de los piropos y agasajos
de Fertrys que le regaló a Shigy subieron al ascensor de la zona de asueto
donde están las salas de proyección, buscaron una taberna y tomaron una
ensalada de parmesanos y unos dispendios más excitantes que sabrosos, que
solicitó la espía para ir situando al científico en un tono brutal. Preparando
la situación y llegado el momento la pudiera penetrar sin demasiados esfuerzos.
Cuando agotaron aquellos bocados, Fertrys entendió que ya estaba a punto, que tenía
los síntomas de la incontinencia sexual. Invitando a Shigy
que la llevara a la cama o al tálamo, lo que tuviera más a mano y con premura.
El hindú no se lo pensó ni medio segundo, dada la excitación a la que llegó por
las palabras de la espía.
—Ámame
desnuda y hazme temblar de pasión. Llevo horas queriendo sentir tu poder dentro
de mi cuerpo. Le dijo ella y él respondió.
—Eres impulsiva y
abrasadora.
Se levantaron de la
cafetería de la Rinconada de los Deseos y se dirigieron hacia la zona
del hábitat donde se ubican los empleados de la embajada.
Al llegar a las
instalaciones fueron abordados por el personal de seguridad del acceso
principal. Solicitándoles la documentación y comprobar sus identidades.
No fue muy laborioso,
aquel científico gozaba de toda la credibilidad posible y al presentar a Fertrys
como su compañera las cámaras de seguridad registraron sus presencias y ellos
ocuparon la suite habitual del destacado ejecutivo, la nº 773 de los pabellones
sureste.
Su tarjeta dio acceso y abrieron
la portezuela del departamento nº 7, tercera puerta del séptimo piso accediendo
a su interior.
La estancia era sencilla y
poco espaciosa. Al entrar un recibidor con un mural en la pared. Un espejo y un
par de butacas en el fondo, y una puerta que daba camino al dormitorio. La limpieza
dentro de aquel espacio no se notaba en exceso, más que nada por el lamentable estado
de recogimiento y organización de aquel espacio.
Mostrando que Shigwerly no
era excesivamente cuidadoso. Anotaciones a la vista y apuntes esparcidos por
todos lados, en el rincón donde estaba el ordenador portátil y la Tablet, sendas
memorias extraíbles y una minicámara de fotos disimulada entre una bufanda y
unos guantes de invierno.
Fertrys se quedó con todo
en un vistazo. Haciéndose cálculo de donde podría estar lo que pretendía
encontrar y clonar. La impronta y la imagen que presentaba aquella estancia demostraba
que el amigo Shigy era un tanto desquiciado.
La disoluta espía no
perdió tiempo y pretendía aprovechar los instantes fuertes de la atracción para
finiquitar el trámite, y con grandes aureolas y aspavientos iba despojándose de
la blusa y aflojándose los tejanos que ya caídos estaban a la altura de las
rodillas.
Shigy encantado y
despreocupado ayudó a desnudarse a la veterana Fertrys aflojando los
sujetadores al tiempo que la ninfa presentaba un par de senos que obligaban al
hindú a perder el equilibrio. Antes de que se desatara la mujer, lo detuvo
pidiéndole sirviera un par de tragos, para entrar en batalla. El mimético <sabelotodo>,
procuró entender y obedecer sin apenas concentración. Depositando dos copas
altas, en las que vertió un chorro de vodka a la vez que se giraba buscando el
zumo de naranja. Momento que aprovechó la joven y con una delicadeza
extraordinaria sacaba una botellita diminuta de su bolso de mano insertando con
el cuentagotas unas chispas en una de las copas. La que le sirvió al hindú y obligó
a que diera el primer sorbo. Degustándolo de un trago.
—Cariño bébetelo—le dijo
la espía—te sentará estupendamente y nos pondrá a tono para ejecutar ese deseo
que tenemos.
Se tendieron desnudos
sobre la colcha azulada del lecho, adornado con un quinqué en cada esquina del aposento.
Candiles a modo de quemadores de hierbas olorosas supuestamente procedentes de
Singapur. La pasión asiática hizo mella en el triángulo sensible de la espía
que disfrutó de una sesión desmedida y sin control de desvergüenza, sacándole
la información y nombres que ella pretendía, fechas de entrega, países
interesados y cuantías adelantadas por quién y de qué modo. Absolutamente todo
grabado en el alma de su crucifijo que tenía una memoria interna. Cuando se
agotó la pólvora de aquel hindú quedó amodorrado en el rincón de la cama hecho
un bledo. Sin fuerza destrozado y roncando como un abuelo octogenario, mientras
ella que no había perdido ni un solo instante su propio sitio, se levantó y
clonó aquello que para ella era de suma importancia. Datos, fórmulas que nadie más pensó estuvieran
al alcance de una guapa espía. Cifras y métodos, tipificaciones esparcidas, por
todo el tapete del despacho. Una vez estuvo y contuvo el grueso disimulado de
lo que necesitaba. Lo grabó en el cuerpo de su reloj, ya preparado con una mémory
internal, lo suficientemente espaciosa como para albergar todos los expedientes
clonados.
Salió por la puerta sin
prisas. Con mucho oficio. Al llegar al fielato de la entrada puso una excusa
sencilla para poder cruzar el umbral, sin el más mínimo problema. Adujo recoger
un detalle del vehículo aparcado a las afueras del complejo y le facilitaron la
huida con el mínimo control. Para no regresar al colchón donde dormía
plácidamente Shigy, el que al despertar leyó la nota qué le dejó Fertrys frente
al desayuno que había dispuesto antes de ausentarse. Donde escribió con letras
exageradas y por supuesto garabatos incomprensibles el texto que le interesaba,
sin dejar mácula y sin que nadie sospechara que la chica era una empleada de
los secretos gubernamentales del gobierno que más le interesaba.
<Buenos días cariño, fue una noche que jamás olvidaré. Eres un
gran amante. He de ausentarme. Me esperan en la boutique. Un beso y a lo mejor
nos encontramos. Ha sido fácil, contigo llegar al clímax y bordar mis
expectativas. Eres un encanto>.
No tardó en presentarse
Shigy en la Boutique de la Sour.
Al llegar preguntó por ella,
pero nadie conocía a la señorita Makwelan, de nombre Fertrys y Shigwerly Gerusthynson
con los días la olvidó.
Siguió con sus
aportaciones y descubrimientos para el detonante vital de los misiles de
crucero sin que llegara a su definitiva patente y distribución.
Tan poco le dio tiempo a
nada más, solo transcurrieron dos semanas, para quedar todo desmantelado,
incluyendo la vida del bueno de Shigy.
Un vehículo aéreo no tripulado.
El conocido Dron fue a bombardear los laboratorios donde se disponía entre otros
artefactos el detonante aéreo vital. Aquella madrugada sesgó la vida de cuantos
proyectistas estaban en el edificio. Entre ellos el hindú.
Los servicios
informativos dieron la noticia, como si se hubiera producido un accidente, al
explotar sin causa conocida, parte de unos laboratorios industriales.
Desde Minnesota, una
mujer que según su pasaporte se llama Claris Donatella, y está en un asunto
secreto de estado frunció el ceño y le cayeron unas lágrimas al ver la relación
de los sucesos y de las víctimas del accidente publicado. Recordando al hindú y
su ingenuidad y por supuesto su extremidad carnosa.
7 de julio 2025
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