martes, 15 de julio de 2025

Llevándolo al huerto.

 

Había sido invitada por una casi amiga. Una conocida, hija de los señores que ella atendía diariamente en el domicilio de estos. Era la asistente contratada por la que le brindaba la invitación a pasar unos días de veraneo en su casita de la playa.

Kelly Sirgo, era una experta enfermera, a la que Sophie Kapot, la dueña de aquel acomodo le debía muchos favores, y pretendía comenzar a reconocerle los esfuerzos que siempre había tenido con ella en sus largas ausencias. Brindándole la posibilidad e pasar unos días de asueto en aquel pueblito costero donde Sophie tenía en propiedad un departamento chiquito pero molón, situado muy cerca de todos los servicios de Playa Sandía.

La señorita kapot era una mujer atrevida que no se asustaba fácilmente por nada. Había estado como corresponsal de guerra en medio mundo y el miedo era algo que no lo contemplaba después de haber pasado y visto tantas tragedias en el frente.

El reconocimiento que Sophie tenía por Kelly se debía al cuidado y amparo que había tenido esta joven enfermera con sus padres mientras ella recorría el globo detrás de mil batallas y de otros tantos líos.

Sintiéndose confiada la periodista, en las muchas temporadas que estaba lejos de sus padres. Sosegada. Con la tranquilidad absoluta en que Kelly, atendía a sus viejitos, ya ancianos. No encontrándose de ninguna forma olvidados, ni solos en los posibles momentos de necesidad.

La madre de Sophie, Marilyn, padecía una enfermedad muy rara, que no habían de momento podido catalogar.

Los síntomas eran concretos y se presentaban de sopetón. De buenas a primeras se quedaba en blanco y adoptaba una personalidad anómala, perdiendo la noción del habla y del conocimiento. A parte de la situación donde se encontraba. Sin llegar por el momento al desvanecimiento ni adoptar posturas de enajenación o violencia.  Se mantenía en pie y raramente debía permanecer en la cama.

Hacía una vida normalizada, dentro de su dolencia y en cuanto a la higiene, y al tránsito de la evacuación de sus necesidades, los controlaba sin menoscabo.

En cuanto a la nutrición, también tenía conductas uniformes. O se comía hasta los puños en una sentada o permanecía sin sustento durante días. Dormía durante la noche las horas acostumbradas sin levantarse demasiadas veces en la madrugada para ir al servicio, y su tranquilidad y reposo, eran notables. El único de los peros…  de esta anormalidad, es que dejaba de conocer a las personas que le rodeaban de buenas a primeras y no sabía dónde se encontraba. Por lo cual no podía estar sola, en ningún instante, sin compañía y como norma.

El profesor Stuart tenía sus constantes vitales muy en forma, aunque pretendía a menudo pasar desapercibido y hacer que creyeran con bastante asiduidad, que no estaba psíquicamente dentro de sus cabales. Stuart siempre había sido un desquiciante embaucador y ahora ya con su edad, ensayaba no perder del todo aquella vitalidad y anhelo que todavía le acompañaba. Estando muy al corriente de lo que le sucedía a Marilyn, y sin dejar de hacer sus triquiñuelas a espaldas de cuidadores, familia, amigos y demás conocidos.

Estaba entrenado. Lo había practicado toda su vida mientras fue uno de los espías afamados del entonces llamado telón de acero, y ahora quería seguir sintiéndose preciso escondiendo según que detalles. Mintiendo y disimulando. Aquel hombre había sido un científico de la Nato, que se jubiló sin hacer una declaración completa de una de las fórmulas que había desarrollado con su extinto compañero de fatigas el doctor Powertwo. Coadjutor destacado que junto al profesor Stuart Kapot desarrollaron. Sin acabar de concluir ni patentar, primero por la repentina muerte de Ciril Powertwo, y por la inesperada demencia súbita del profesor Kapot, de forma inesperada. 

Con lo que Sophie buscando solución para evitar la soledad de sus padres y quedaran sin atención, encontró por mediación de una sociedad caritativa de amparo pro veteranos, que estaba patrocinada por la agencia de noticias donde ella trabajaba.

Sucursal que les envió a Kelly para que atendiera a los señores de kapot y Merkel.

La que previamente pasó la admisión por parte de Sophie, antes de su contratación definitiva. Al notar de forma sobresaliente que, con los cuidados de aquella compañía femenina, ninguno de ellos iba a notar la ausencia de su hija.

Siendo entonces ya la tercera temporada que la asistente señorita Kelly atendía y quedaba al cuidado de Stuart y Marilyn.

Con lo que, a pesar de no conocerse físicamente demasiado, y entre las dos jóvenes mujeres no haber compartido una cercanía manifiesta, la amistad la devoción y el afecto, entre Sophie y Kelly fue acrecentándose hasta el punto de llegar a tener confidencias de importancia. Dado que día a día sus coloquios telefónicos se hacían más íntimos al extenderse en el plano particular.

Enterándose de los entresijos de sus vidas. Llegando a una familiaridad impensable, que llegado aquel instante decidieron pasar unas fechas de asueto.

No sin tomar la hija de Stuart medidas por si todo aquello obedeciera a una encerrona. Detalles que le habían llegado desde la embajada de Islandia a la popular reportera. Sobre amenazas en contra de Stuart kapot, para la consecución de algún dato de supervivencia, que les podía sobrevenir de la forma más inaudita.

Sophie muy puesta en detalles que a cualquiera se les podría pasar sin analizar preparó el campo de batalla y fue la que mandó pertrechar su residencia estival con micros y alarmas disimuladas.

Iban a disfrutar las dos de unos días de libertad y de descanso, para aunar divertimentos y favorecer aquella simpatía y aquella amistad que aumentaba cada día que pasaba.

Se debían encontrar en Playa Sandía, aquel sábado por la mañana, cuando previamente en la jornada anterior, Sophie Kapot. Había llevado a Stuart y Merylin a las instalaciones de la residencia de la asociacion de aquella firma de cuidados a veteranos, para que los atendieran en aquellas fechas, sin el concurso de Kelly.

Pocos conocían de aquel encuentro entre aquellas mujeres. Sin embargo, la asistente no había informado a nadie de la residencia de veteranos, del encuentro que iba a tener en playa Sandía con la hija de aquellos abuelos que en realidad eran sus clientes desde hacía un trienio.

Tampoco sabía Sophie que aquella enfermera pertenecía al servicio de espionaje de un país no alineado y que además había sido ligue pasajero de su primer marido, intentando acumular detalles de la familia de su ex. Todo planificado en una estrategia analizada y muy bien diseñada por algunos responsables de la llamada Guerra Fría.

En playa Sandía, iba a tener la hija de Stuart, una sorpresa inimaginable por lo ingrata e inesperada.

La ahora señorita Sophie, dedicada en su profesión como corresponsal de guerra en mil batallas, no llegó a intuir que probablemente los secretos que guardaba receloso su padre, seguían siendo carnaza para los detractores de su país.

Stuart kapot a pesar de haberle diagnosticado la enfermedad del olvido, algunos agentes del contraespionaje pensaban que estaban a tiempo de sacarle la información que atesoraba el viejo y no había manifestado en la hora del inicio y acceso a su propia vía muerta.

Necesarios e inaplazables para aquellos que habían analizado con el mínimo detalle y sin llegar a tener prisa ni agobio, hasta ese instante.

Urgencias desatadas de improviso ya que algunos países comenzaban a enfrentarse de forma beligerante. En la avenida de las marismas de aquella urbanización perteneciente a Playa Sandía, le esperaba la guapa y trapacera Kelly, que la abrazó sin dar señales de lo que le esperaba. Se quedaron antes de ingresar en el bohío de los kapot, en una heladería donde Kelly por señas indicó a aquellos que la acompañaban de forma disimulada y sin el conocimiento de Sophie a prepararse para actuar sin clemencia y conseguir en un plazo mínimo sus propósitos.

Entre arrumacos falsos Kelly fue ingresando en una felicidad temporal a la que, hasta el momento, le pagaba el sueldo por el cuidado de sus papás.  

Sophie se llevó una sorpresa al abrir la puerta del bungalow y encontrarse a sus padres atados en sendas butacas, sin heridas ni malos tratos que les preguntó con la misma intensidad de sorpresa y miedo.

—Que hacéis aquí papá. No respondieron, y mirándose a la cuidadora, que estaba dando paso a los dos partisanos que la acompañaban, respondió a la duda de Sophie.

—Mira no tengo tiempo para darte demasiadas explicaciones, pero necesito que Stuart sea generoso y no quiera que vosotras sufráis un daño que igual no merecéis, y nos dispense lo que estamos buscando desde hace unos años.

—Mi padre, no está en condiciones de dar ningún detalle de nada. Primero porque no podrá por salud, y porque de no ser así tampoco lo haría. Aseguró Sophie, interpretando como una actriz de vodevil y haciéndose mil preguntas, que ella conocía muy bien, sobre lo que estaba sucediendo.

—Vosotros mismos. —Anunció Kelly. —El plazo se agota esta noche y tenemos órdenes que cumplir.

—Que cumpliréis os demos el dato o lo callemos. Aseguró Sophie con amargura. Esperando que todo aquello finalizara como lo tenían previsto.

—Creo que podría ser sencillo todo esto—expresó Kelly impacientándose y anunciándole a la hija del profesor.

—Hemos llegado a este punto, puesto que tu padre, no ha abierto la boca de ningún modo, porque tiempo he tenido para llevarlo al huerto de mil maneras y no ha habido forma. Sabiendo como sé, que no está para nada, ni ido ni desmemoriado. Más que lo podamos estar nosotras.

Es un tipo listo, que incluso para que hablara me he dejado acariciar y él lo ha disfrutado. Así que viendo que no habla, pues primero le quitaremos la vida a Melody y si persiste acabaremos contigo también.

—Dime para quienes trabajáis. —preguntó la periodista, sin dejar la palabra y añadir.

—Que lo habéis llevado tan en secreto que nuestros servicios de información no lo han detectado.

—Ese detalle no te lo voy a confiar, —le manifestó Kelly y siguió exigiendo.

—Aunque sé que no tendrás oportunidad de anunciarlo ni en tu rotativo ni en quien corresponda del gobierno. Permite que lo guarde en mis adentros y obliga a tu papá que nos informe.

—Fíjate Kelly que mi intuición periodística jamás me falla, y además de seguirte las gracias en nuestras charlas amigables, sabía que eres una enviada desequilibrante, de alguno de los gobiernos que necesitan altercados, para su propio provecho. Y lo preparé todo para que sin que lo intuyeras engañarte. Tu misma te metieras en el pozo donde estáis metidos. Hizo un preámbulo y le sonrió a su padre, que no tenía ni idea de lo preparado por su hija.

—Ahora se abrirá esa puerta y los gendarmes de la Seguridad os detendrán para haceros las oportunas averiguaciones y yo me apunte otro tanto en mi profesión. Lo siento. 

En dos segundos, entraron los marinos y soldados deteniendo a la falsa Kelly y a sus dos gregarios, para llevarlos a los sótanos de la inteligencia y someterlos a un careo profundo, y descubrir desde donde partía aquella trama.













autor: Emilio Moreno
Julio, quince del año 2025

 


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