viernes, 4 de abril de 2025

Deseos eróticos en un bazar

 




Alma Lucía, más conocida por Alucine, es una mujer moderna que no tiene problemas con nada ni miedo por nadie. La vergüenza es la gran desconocida en su día a día, y jamás se ha encontrado ruborizada por algo que haya tenido que dar un paso atrás. Alucine es una mujer desprendida, hermosa y elegante. Además cuenta con algo que no todo el mundo puede presumir de ello. Es muy culta, y desinteresada. Moderna y elocuente y del todo divertida. Es una dama flamante con detalles inimaginables, que pueden dejar sin aliento a la mayoría de los que la conocen. Lo disfruta, porque además lo presume con elegancia y donaire.  Ha podido comprobarlo a lo largo de su juventud por los gestos envidiosos de sus compañeras de oficio, amigas del instituto y universidad, y de las que son o dicen ser muy allegadas.

Todas las situaciones vanas y supercherías a Alucine, la llevan al pairo, y como inteligente mujer, hace dentro de sus posibilidades las cosas que le apetecen, cuando ella quiere y sin dar ningún tipo de explicaciones. Es una persona allegada a lo que cree, y siempre se decanta por lo que vale la pena. Como norma en sus costumbres, pasea por el barrio con esa sonrisa amplia, que tanto gusta a los que la aprecian. Y tanto disgusta a los muchos celosos, que rabian por su felicidad natural. Entre sus costumbres y desde hace bastante tiempo le atrae muy mucho un tal Liang, y espera que de un momento a otro le declare su amor, ya que ella nota que se la mira con pasión.

Desde que inauguraron el bazar, compra sus artículos de escritorio en la botica Nocky, que es un comercio de todo a euro. Sita en la Avenida de la noche.

Su propietario precisamente es el protagonista principal. Con el que sueña.

Un pequinés nacido en los suburbios de la capital China, venido con sus padres a comienzos de los noventa, y que está completamente adaptado a las costumbres europeas.

El joven oriental, se ha enamorado de la mestiza Alucine. Sin embargo, no tiene suficiente valor para exponérselo y sufre por ello.

Alucine, es hija de una española de Cuenca y de un esquimal de Groenlandia, de los indígenas “Kalaallit Nunaat” que se conocieron en Dinamarca a finales de mil novecientos noventa. Ambos eran olímpicos y estaban a punto de viajar con la delegación Danesa de patinaje artístico, para celebrar las Olimpiadas.

Matilde, la madre de Alma Lucia. Desesperada por no ver el sol y estar lejos de su terruño, arrastró en cuanto pudo al amor de su vida a una tierra más cálida, donde disfrutar de sus caricias.

El bueno de Amaqjuaq, nombre que significa en su lengua, “el macho fuerte”. Fue imbuido por el amor de Matilde, a la tierra de los zarajos, donde poder mutar sus caricias heladas en arrumacos tórridos.

Tras las Olimpiadas, ya no regresaron a Dinamarca, se quedaron a vivir juntos en la península ibérica.

Asentándose en la tierra del buen vino, el mejor aceite y el sol penetrante.

De ahí. De esa conjunción nació un buen día esa belleza. La guapa Alucine, tan enigmática y singular, que manifiesta su beldad innata, y que no pasa desapercibida a nadie.

Al que no le pasa imprevista es a Liang, y cuando va de compras al bazar, la guapa Alucine, vestida con sus ropas más veraniegas, el chinito mandarín se pone a temblar.

Como muelle destensado al pretendiente se le aflojan los tornillos y pierde el sentido comercial que posee.

Ella, la astuta Alucine. La artista principal de la trama. Se muestra descarada, entre los focos cenitales, y presenta su casi desnudez primorosamente. Aún y siendo los meses del puro invierno, se pasea en pelotas por el escenario, siendo el tiempo riguroso del frío.

 

Destemplanza que ella no puede demostrar ni percibir, por su procedencia resistente al hielo y a los registros rasos. Por haber heredado el aguante a los termómetros muy por debajo del cero. Espíritu del bueno de Amaqjuaq, su padre. Criado como ella, en las extensiones heladas entre el Atlántico y el glaciar Ártico.

Alucine no siente el frío europeo y tiene capacidad para soportar bajas temperaturas estoicamente, por ello le regala zalamerías y le ofrece garbo al amigo de los ojos rasgados, aquel joven oriental, por el que bebe los vientos.

Deseos y monerías le brinda directamente, esperando se decida el joven. Cacareando con su carne fresca y atrayente, vivencias de ensueño. Que le muestra a Liang y concede, para despertar su persuasión. Su piel blanca como el manto de una alborada, está moteada de algunos tatuajes, bien pertrechados en su cuerpo, para el disfrute del enamorado que encandilado, rezuma pasión.

Tatuajes que le adornan su cuerpo, pecho y espalda sin contar sus ingles, y bajo de su abdomen. Grabados en tonos anaranjados por la tinta roja de los salmones del mar del Norte. Prohibiendo ver aquellos dibujos eróticos, de modo abierto y descarado. Haciendo aquellas tomas frenéticas para el espectador.

Evitando a su enamorado que aún no ha descubierto ni se imagina, aquellas zonas que son imposibles de exponer. Si no se baja la ropa interior, o se sube los ropajes que cubren su cuerpo. Mostrando toda su enjundia corporal al quedarse completamente despojada de cubrimientos de ropa, y pasar a dar paso a su desnudez inmaculada.

 

Aquella tarde Alucine, visitó el Bazar Nocky, con una excusa, que disfrazó con una posible compra. Buscaba una prenda de vestir intima, en un color tan especial, que no encontraba en las boutiques de lencería fina del barrio. Sabiendo que la encontraría en los reservados del comercio. No siendo a primera vista, debería buscarla primero en la botiga y tras esperar el momento, apretar a Liang, para que el mismo le ofreciera su apoyo.

En realidad Alma Lucía, estaba decidida a tener un rato placentero con el primer actor.

De hecho lo tenía resuelto. No era más que llevarlo a su terreno y dejar de visitarse en los pasillos del cuchitril. Así que la primera vedette, pasó al ataque. Se enrolló hipotéticamente la manta a su cabeza y atacó descaradamente al ciudadano chino que pretendía fuera su pareja de hecho. Volvió al guión del film.

Al entrar le saludó muy despejada y fue en su busca directa. Anduvo por entre las espesas rinconeras de la lonja, queriendo hallar el sujetador color cian, que no encontraba, hasta que harta de recorrer aquel tenderete le aseguró al amable dependiente protagonista.

 

—Liang, de hoy no te libras. Tu no eres capaz de hablar con tu media lengua, dejas que tus ojos y tus gestos me provoquen y ahí lo dejas esperando sea yo la que dé un paso al frente. Liang Chipien, encantado por la decisión de Alma Lucía se dejó llevar por los sucesos, y escuchó toda la retahíla que aún no había comentado. Entrando en los primeros diálogos del desarrollo.

 

—¡Oye guapo! Busco unos sostenes para mi pecho, de la talla media pero los quiero en color azul pestaña. ¡Ya sabes.! En el mundo de la fotografía le llaman color Cian. Eso sí; asintió.

—Los quiero con la copa mullida, para que me recoja la teta y marque suficientemente el pezón. Que haga lucir mis senos. Sabes dónde están. Preguntó sin la más mínima cortedad.

 

—Igual estoy pidiéndote un imposible, y no los vendéis aquí, o los tienes protegidos en lugar privado.

—Pues si los tengo—dijo Liang. —¡Ah… el color cian. Te harán aún más preciosa!

—Exclamó el oriental y profirió unos suspiros profundos que evitaron pudiera aquella mujer pronunciar una palabra, y sin pausa continuó.

—Eres más presumida de lo que imaginé. Ese color energiza a las mujeres guapas. No los tengo a la vista de cualquiera. Los almaceno, y reservo apartados del surtido para clientes selectas. Alucine lo interrumpió y preguntó descarada.

—Tú me imaginabas menos presumida de lo que soy. Me lo estás diciendo de verdad, o es un agasajo gratuito que le das a todas tus clientes femeninas. Sin freno lingüístico siguió interrogando la decidida enamorada.

—Me consideras a mí una mujer selecta. —volvió a interpelar Alma Lucía—, mirándole a los ojos. Liang sonrió y no respondió con el verbo, dejó que lo afirmado, volara hacia su imaginación. Planteándole una duda entre el deseo y la lujuria. Añadiendo un mensaje muy preciso para Alucine.

—Te encuentro preciosa. Iba a proponerte te quedaras conmigo desde hoy mismo. Creo que eres mi musa europea. En cuanto a los sujetadores, creo que son una excusa. Quizás quieres ponerme a caldo. Y mi flema oriental se dispare más deprisa. Sin embargo tendrás que probártelos. Los estrenarás tú. Hizo un stop lingüístico y ya sin mirarla añadió.

—Vienen desde Ámsterdam, aunque no sé yo, si son de tu talla. Arrugó el ceño con mucha broma y siguió.

—Veo que tienes unos pechos recios y muy bien construidos. Ella los mostró de forma evidente para que se notasen entre lo difuminado de aquellos decorados—y siguió el chino declamando.

—Pero el aro de los sostenes, desconozco si encajarán en tu talle, por medida. Sin dejar de mirarla continuó hablando prohibiéndole rompiera con palabras otras cuestiones, dejándola boquiabierta de gusto al acariciarla muy sensual y apasionado.

—La cazoleta de sujeción no sé qué dimensiones tiene. Tendrás que probártelos y decides. Te los llevas a casa y con tranquilidad lo verificas. Yo tendré tiempo en otra ocasión para disfrutarlos y ver como los luces.

—Eso para mí no es problema—dijo Alucine—Además tendrás que ayudarme para abotonarlos en la espalda, ya que no tengo medios para ajustarlos sola. No quiero decidir sin que nadie opine. Con lo que me agradaría pudieras ayudarme en semejante acto.

—Ya te he comentado, que puedes llevártelos a tu casa y te los pruebas con tranquilidad. Creo será más cómodo para ti. Así evitas sonrojos y prisas.

 

—Nada de eso Liang. Has de verlo, me refiero a mi entorno. Me gustas y quiero saber si me deseas. Ya que creo es un deseo recíproco. Mi cuerpo de mujer, no es de ficción. Es auténtico. 

De pronto y con malos modos. A lo lejos se escuchó una voz gruesa y ronca. Despectiva.

¡Corten! ¡Corten!

Paren el rodaje.

¡Corten! ¡Corten! 

Mal muy mal. Rematadamente mal. ¡Hay que ponerle más dureza y pasión. 

¡Esto ha de ser una película de amor y seducción!

No me gusta nada. ¡Parece que sea una memez, entre dos falsos amantes, con cuerpos descafeinados.

 

¡Vamos a repetir las tres últimas tomas!





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