viernes, 14 de junio de 2024

El deseo y el sexo de la señora Kinterbwole - entrega siete

 




 




El único varón que navegaba con nosotros era Andreas Gorgeous.

Que era el propietario, el consignatario y el mecenas. Todo el personal restante, que viajaba a bordo del Nautilos eran féminas. Incluyendo a la capitana de la marina turca. La laureada Briséis Nayim Zemin, a sueldo del farmacéutico armador.

Hablaba con menos miedo, pero con la seguridad que saldría mal parada de no ser convincente con aquellos truhanes que venían dispuestos a esclarecer los hechos de la colombiana.

—Dónde atracaron para el intercambio, en que puerto y quien recibió a las esclavas. — preguntó el ascensorista.

— En un principio pensaban recalar en el puerto deportivo de Santa Mónica, pero al Emir Ratmed Manya no le pareció seguro y modificaron la fecha y el lugar. Concluyendo fuera el cuarto día de navegar por aguas internacionales. Decidiendo que irían a fondear en las dársenas del puerto norte de la isla de Santa Catalina.

Allí transbordaron a las cuatro mujeres latinas, y se hicieron cargo de los ayudantes del argelino.

— Donde embarcaron esas modelos y de que países procedían. La doctora contestó haciendo un inciso y sabiendo que posiblemente aquella revelación le costaría más que un disgusto.

— Dorely, Mariol, Víchense, y Natalia eran propiedad de la prole de un tal Tucson, al que yo jamás conocí, pero por comentarios, sabía que es un personaje vengativo y cruel. Desconozco el procedimiento que usaron en el rapto. Distrayendo a las cuatro mujeres que drogadas no pusieron objeción, accediendo a lo que se les solicitaba.

La nicaragüense Dorely y Víchense procedían del harén que poseía su amo en los Ángeles y la guatemalteca Mariol del prostíbulo mexicano de Zihuatanejo.

La colombiana Nadia era especial. Llegando a ser la última amante conocida de Andreas. Con lo que en un principio no se contaba sacarla de la terna y que fuera mercancía carnal como las demás. Sin embargo, supo camelar al ateniense y al cabo fue la que protagonizó el suceso. descubriendo Andreas que Nadia estaba en complot con el sicario de Tucson y que ambos mantenían una relación más allá de los negocios. De hecho, la propia colombiana estando bajo los efectos de la síntesis, reconoció que el padre de su hija era Clyde Welsy, más conocido por el apodo de Tucson.

Después de las descalificaciones con el armador, y no estar totalmente en acuerdo. Contando que su salida y la de su hija era o estaba comprometida, y ante la imposibilidad de comunicarse con su amante. Agredió en un arrebato mortal al griego.

No sé muy bien con que arrolló al consignatario, porque yo estaba entonces atontando a las cuatro modelos y lo escuché desde la distancia.

Sin embargo, puedo asegurar, que el heleno quedó cadáver en el transcurso de la reyerta.

Succionó un trago de agua de un botellín colocado en su mesa y García siguió con su argumento

— Nos quedaba por poner el rumbo y navegar más de la mitad de las millas marinas que separaban aquella isla del continente y la capitana prefirió no fondear en Santa Catalina, y volver al puerto, para dar la denuncia en el país donde se había cometido el crimen. Así que Briséis Nayim Zemin recaló en el puerto de partida.

Al llegar la oficiala del navío dejó sin explicaciones y en libertad a las mujeres y unas millas antes preparó el cadáver de Andreas para hundirlo en aquellas aguas, tirándolo por la borda en cuanto entramos en el malecón. Con el fin que pudiera ser descubierto más tarde o temprano.




Nadia fue la única que pudo zafarse de aquella entrega, desapareciendo.

Se supone por lanzarse al agua y nadar hasta quien sabe dónde.

Una vez fondeó el velero, los guardacostas avisados por algún desconocido, hicieron su trabajo. Todos a sueldo del gran capo el señor Tucson, el que en aquella operación recuperó a todas las muchachas que en un principio fueron desviadas menos la tal Nadia, que fueron incapaces de encontrarla.

—Qué relación guardas ahora con Nadia, porque ella te visita en la consulta, estando en un manicomio.

— Todo es una tapadera, Nadia se quedó con todo el negocio de Andreas. No me preguntes cómo. Desplazando a sus esposas y manteniendo no sé en que forma los laboratorios y toda su sede de narcotráfico. Haciendo creer que Andrea aún vive y siendo ella la que menea los hilos del entramado. — Alcanzó argumentando, mientras se mecía el cabello.

— Reside en el manicomio como si fuera una paciente más, desde donde une el nexo de los negocios, simulando como ella sabe. Así en su clandestinidad, puede hacer vida normal, y ningún directivo médico la controla como enferma.

Yo soy su psiquiatra, su mano derecha, la que gobierno y educo la buena marcha de su Rita. Su hija y todo lo que le concierne.

Durante todas las manifestaciones que la doctora García le hacía a Cornelio, Tucson estaba presente, sin que la doctora descubriera la identidad del jefe. Escuchando de viva voz todo lo que estaba narrando la psicóloga, sin abrir la boca para preguntar, comentar o reafirmar.

Mantuvo su porte y nunca supo la licenciada García, que el mencionado como gran capo y jefe Tucson, estaba presente, frente a ella, sentado cara a cara, oyendo lo que Cornelio, su ayudante recababa.

   La niña de Nadia está afectada por alguna dolencia — preguntó Cornelio.

García como un resorte, no tardó en aclarar. — Eso es lo que ella ha hecho creer al mundo para que la dejen en paz. Rita es una niña preciosa, con valores destacados, que se está criando al margen de los enfrentamientos y los negocios. Saben disimular las dos y llevan un escrupuloso y eficaz silencio frente a los desconocidos. Manteniendo separada a hija y padre, por las consecuencias que ella cree, le cobrará el amigo Tucson si la descubriera.

La doctora fría como el mármol y concreta, confesó para dejarlos atónitos.

— Ahora mismo Nadia, está escuchándonos y viéndonos en este instante.

Hizo un gesto hacia un lateral marcando una zona donde se hallaba disimulada una diminuta y precisa cámara de observación y vigilancia y continuó argumentando.

— Así que, si deben enviarle algún mensaje o recado, es el momento.

Quedaron perplejos nuevamente. Cornelio se miró con descaro a Clyde Welsy, y le incitó a que hablara.

Sereno y comedido, sin rencor ni resentimiento después de pensarlo durante unos instantes se dirigió a la cámara y preguntó.

— Nadia o Thinoy, como quieras que te nombre, hemos de vernos. Sé que esa Rita es hija mía y tengo el derecho a conocerla y a acercarme a ella. Como, además, pretendo relacionarme contigo como lo solíamos hacer, antes de toda esta mala vivencia, de la cual creo tener todas las culpas. Por Dios, te pido des señales de vida.

En aquel preciso instante en un lugar de aquella ciudad dos mujeres. Madre e hija preparaban las maletas y valijas para salir y buscar un lugar de residencia bastante lejos y así jamás ser encontradas por nadie. Yendo a un destino desconocido incluso de la propia licenciada García.


De hecho, Nadia lo estaba preparando justo después del momento en que se cruzaron en el ascensor del The Steel, para huir de ese mundo del hampa y curar todas las penas tras haber asesinado a dos hombres que intentaron robar su libertad.

 

 

FIN.




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