El
único varón que navegaba con nosotros era Andreas Gorgeous.
Que
era el propietario, el consignatario y el mecenas. Todo el personal restante,
que viajaba a bordo del Nautilos eran féminas. Incluyendo a la capitana de la
marina turca. La laureada Briséis Nayim Zemin, a sueldo del farmacéutico armador.
Hablaba
con menos miedo, pero con la seguridad que saldría mal parada de no ser
convincente con aquellos truhanes que venían dispuestos a esclarecer los hechos
de la colombiana.
—Dónde
atracaron para el intercambio, en que puerto y quien recibió a las esclavas. — preguntó
el ascensorista.
— En
un principio pensaban recalar en el puerto deportivo de Santa Mónica, pero al Emir
Ratmed Manya no le pareció seguro y modificaron la fecha y el lugar. Concluyendo
fuera el cuarto día de navegar por aguas internacionales. Decidiendo que irían
a fondear en las dársenas del puerto norte de la isla de Santa Catalina.
Allí
transbordaron a las cuatro mujeres latinas, y se hicieron cargo de los
ayudantes del argelino.
—
Donde embarcaron esas modelos y de que países procedían. La doctora contestó
haciendo un inciso y sabiendo que posiblemente aquella revelación le costaría
más que un disgusto.
— Dorely,
Mariol, Víchense, y Natalia eran propiedad de la prole de un tal Tucson, al que
yo jamás conocí, pero por comentarios, sabía que es un personaje vengativo y
cruel. Desconozco el procedimiento que usaron en el rapto. Distrayendo a las
cuatro mujeres que drogadas no pusieron objeción, accediendo a lo que se les
solicitaba.
La
nicaragüense Dorely y Víchense procedían del harén que poseía su amo en los
Ángeles y la guatemalteca Mariol del prostíbulo mexicano de Zihuatanejo.
La colombiana
Nadia era especial. Llegando a ser la última amante conocida de Andreas. Con lo
que en un principio no se contaba sacarla de la terna y que fuera mercancía
carnal como las demás. Sin embargo, supo camelar al ateniense y al cabo fue la
que protagonizó el suceso. descubriendo Andreas que Nadia estaba en complot con
el sicario de Tucson y que ambos mantenían una relación más allá de los
negocios. De hecho, la propia colombiana estando bajo los efectos de la
síntesis, reconoció que el padre de su hija era Clyde Welsy, más conocido por
el apodo de Tucson.
Después de las descalificaciones con el armador, y no estar totalmente en acuerdo. Contando que su salida y la de su hija era o estaba comprometida, y ante la imposibilidad de comunicarse con su amante. Agredió en un arrebato mortal al griego.
No
sé muy bien con que arrolló al consignatario, porque yo estaba entonces
atontando a las cuatro modelos y lo escuché desde la distancia.
Sin
embargo, puedo asegurar, que el heleno quedó cadáver en el transcurso de la
reyerta.
Succionó
un trago de agua de un botellín colocado en su mesa y García siguió con su
argumento
— Nos
quedaba por poner el rumbo y navegar más de la mitad de las millas marinas que
separaban aquella isla del continente y la capitana prefirió no fondear en
Santa Catalina, y volver al puerto, para dar la denuncia en el país donde se
había cometido el crimen. Así que Briséis Nayim Zemin recaló en el puerto de
partida.
Al llegar la oficiala del navío dejó sin explicaciones y en libertad a las mujeres y unas millas antes preparó el cadáver de Andreas para hundirlo en aquellas aguas, tirándolo por la borda en cuanto entramos en el malecón. Con el fin que pudiera ser descubierto más tarde o temprano.
Nadia fue la única que pudo zafarse de aquella entrega, desapareciendo.
Se supone
por lanzarse al agua y nadar hasta quien sabe dónde.
Una
vez fondeó el velero, los guardacostas avisados por algún desconocido, hicieron
su trabajo. Todos a sueldo del gran capo el señor Tucson, el que en aquella
operación recuperó a todas las muchachas que en un principio fueron desviadas
menos la tal Nadia, que fueron incapaces de encontrarla.
—Qué
relación guardas ahora con Nadia, porque ella te visita en la consulta, estando
en un manicomio.
—
Todo es una tapadera, Nadia se quedó con todo el negocio de Andreas. No me
preguntes cómo. Desplazando a sus esposas y manteniendo no sé en que forma los
laboratorios y toda su sede de narcotráfico. Haciendo creer que Andrea aún vive
y siendo ella la que menea los hilos del entramado. — Alcanzó argumentando,
mientras se mecía el cabello.
— Reside
en el manicomio como si fuera una paciente más, desde donde une el nexo de los
negocios, simulando como ella sabe. Así en su clandestinidad, puede hacer vida
normal, y ningún directivo médico la controla como enferma.
Yo
soy su psiquiatra, su mano derecha, la que gobierno y educo la buena marcha de
su Rita. Su hija y todo lo que le concierne.
Durante
todas las manifestaciones que la doctora García le hacía a Cornelio, Tucson
estaba presente, sin que la doctora descubriera la identidad del jefe.
Escuchando de viva voz todo lo que estaba narrando la psicóloga, sin abrir la
boca para preguntar, comentar o reafirmar.
Mantuvo
su porte y nunca supo la licenciada García, que el mencionado como gran capo y
jefe Tucson, estaba presente, frente a ella, sentado cara a cara, oyendo lo que
Cornelio, su ayudante recababa.
— La
niña de Nadia está afectada por alguna dolencia — preguntó Cornelio.
García como un resorte, no tardó en aclarar.
— Eso es lo que ella ha hecho creer al mundo para que la dejen en paz. Rita es
una niña preciosa, con valores destacados, que se está criando al margen de los
enfrentamientos y los negocios. Saben disimular las dos y llevan un escrupuloso
y eficaz silencio frente a los desconocidos. Manteniendo separada a hija y
padre, por las consecuencias que ella cree, le cobrará el amigo Tucson si la
descubriera.
La
doctora fría como el mármol y concreta, confesó para dejarlos atónitos.
—
Ahora mismo Nadia, está escuchándonos y viéndonos en este instante.
Hizo
un gesto hacia un lateral marcando una zona donde se hallaba disimulada una
diminuta y precisa cámara de observación y vigilancia y continuó argumentando.
—
Así que, si deben enviarle algún mensaje o recado, es el momento.
Quedaron
perplejos nuevamente. Cornelio se miró con descaro a Clyde Welsy, y le incitó a
que hablara.
Sereno
y comedido, sin rencor ni resentimiento después de pensarlo durante unos
instantes se dirigió a la cámara y preguntó.
—
Nadia o Thinoy, como quieras que te nombre, hemos de vernos. Sé que esa Rita es
hija mía y tengo el derecho a conocerla y a acercarme a ella. Como, además,
pretendo relacionarme contigo como lo solíamos hacer, antes de toda esta mala
vivencia, de la cual creo tener todas las culpas. Por Dios, te pido des señales
de vida.
En aquel preciso instante en un lugar de aquella ciudad dos mujeres. Madre e hija preparaban las maletas y valijas para salir y buscar un lugar de residencia bastante lejos y así jamás ser encontradas por nadie. Yendo a un destino desconocido incluso de la propia licenciada García.
De hecho,
Nadia lo estaba preparando justo después del momento en que se cruzaron en el
ascensor del The Steel, para huir de ese mundo del hampa y curar todas las
penas tras haber asesinado a dos hombres que intentaron robar su libertad.
FIN.
0 comentarios:
Publicar un comentario