Desde que le dimos pasaporte
a Margarita, parece que ha vuelto la paz.
—No lo crees. —Preguntó la
señora Adela Martínez a su criada.
Apolonia, no quería dar su opinión
a la señora, por aquello de que pensara que se metía en temas que no le
correspondían y con un gesto y un mohín replicó.
—Doña Adela, yo no la conocía
apenas. Siempre me dio la impresión de ser poco reservada y muy displicente.
—¡No me digas! Siempre creí
que os llevabais estupendamente.
Como a cada momento te decía
amiga esto y ¡amiga lo otro! Y se prestaba en tu auxilio, diciéndote… ¡Ven que
yo te ayudo! ¡Que esto carece de importancia! — Le recordó la señora a la
criada.
—Es muy lista. —dijo
Apolonia. — Es de
esas que aparenta ser servicial y lo que hace es apretarte la cuerda del
cuello. Sabe tirar la piedra cuando hay quien la escucha. Y esconde la mano en
el momento del sostén. Cuando se trata de fingir, lo borda. Todos son buenas
gentes y estupendas personas. Así consigue que la inviten a celebraciones, a
cumpleaños y demás. Va sacando conclusiones de estos y aquellos y después nos
pone a caldo, en cuanto le viene en gana. — Adujo la sirvienta y siguió
comentando.
—Yo la calé, en cuanto me topé
con ella. —Finalizó su comentario Apolonia, queriendo cambiar de tema.
—Entonces me estás diciendo
que ¿no era de fiar? —Argumentó la madame
—¡Ay señora! No me ponga
usted también en apuros y se me suelte la lengua más allá de lo prudente en una
servidora como lo soy yo.
—Que
significa. <No me ponga usted también>. ¡Dime! Quien ha habido que te pusiera antes que yo en
apuros. —preguntó Adela, con mucho cariño y poca comprensión.
La
sirvienta de la casa Martínez comenzó a ponerse impresionable por el cariz que estaba
tomando el coloquio. Ya que la señora, quería llegar más allá de lo que la empleada
le estaba contando. Entonces fue cuando Apolonia descargó.
—Mire
usted doña Adela. Margarita y yo, no nos entendíamos en absoluto.
—Adujo
con templanza la ayudante.
—
Tenía una forma especial de tratar lo que escuchaba y lo reproducía a su modo. Muchas
veces, la mayoría, fuera de contexto. Y en no pocas ocasiones, nos había puesto
a mí. Como al resto del servicio en tesituras delicadas. Por ello. Como usted
dice.
Desde
que no está parece que ha vuelto la paz.
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