domingo, 25 de febrero de 2024

Un despertar musical

 




Había sonado el despertador, era una madrugada del 2009, cuando me alertó ese cacharrito rojo que tanto odio, pero que no puedo prescindir de él. Todas las mañanas se arranca con música; 

¡Ya sonaba!

Recuerdo haciendo memoria que:  se escuchaba Rubén Blades, y canturreaba la preciosa canción de “Ligia Elena”  Aquella que dice: que es la cándida niña de la sociedad y además por ende, se ha fugado con el trompetista de la vecindad. Sigue relatando.  Entre buenos acordes y mejores intenciones. El dilema que les genera a sus papás que desesperados, los saca de una tranquilidad aparente y cotidiana, del prestigio que todos pretendemos demostrar y de la imagen. 

Sobre todo eso; aparentar, que no es lo mismo, que la nena se escape con un músico, y salga como Dios manda ¡del brazo del papá!, y que: “todas las vecinas lo vean” 

Entretanto me incorporé y ya sentado en el quicio del colchón, siempre del lado izquierdo, rumié, si debía seguir con esa usanza diaria, o debía cambiar  en mis propósitos y hacer un poco el truhan, y dejar de cumplir con esas órdenes que presidían mi vida desde los albores del aprendizaje de la obligación.

 La canción seguía, con las falsillas alegres del texto, y yo a punto de decidirme pensando un poco más en que me ponen de buen humor y mi cabeza, contaba los compases. Disfrutaba de la interpretación, del mensaje y de su preciosa melodía.

En un ardor de mi genio: Dios nos libre del arranque de un gandul, (frase que decía el padre de un buen amigo),  salté como un resorte de mi lecho y sonriendo, como un artista invitado de una película de Kafka, me instalé en la ducha, para que el agua le diera, esa nitidez a mi piel y ese sopor de narcolepsia adaptada quedara en el pasado. Dando vereda a ese día tan excesivo, que me esperaba de nervios, de mentiras de hipocresías y de desencanto.

La canción finalizó, y ¡Claro! La pura realidad volvió a presente de indicativo!  Añadiéndose en mi cociente de turbaciones personales, agregando esos miedos mundanos obligándome a reactivarme y seguir pensando

¡Venga más madera! 

De la que no arde, y ni siquiera prende, quedándome un reflejo de purga personal.

Cierto es, y así lo manifiesto, que no me considero un ser ofensivo, ni tampoco mal educado. Ni tan siquiera perfecto, sino creo que los instantes benéficos, alegres, divertidos, se han de aprovechar y gastarlos a tope de lo que te den las fuerzas.

Cuando me miré al espejo. No pude más que saludarme y brindar ; dándome los 

¡Buenos días! 

Acepté con guasa aquella situación atendiendo a lo que dicen los sabios del género, que la risoterapia es la ciencia, del encanto, del buen vivir, y de la felicidad troceada a cachitos que sabiéndola amasar, hacen que tu existencia, se cubra con esa tilde de persuasión para conseguir aquello que parece ímprobo.

¡Si!  ¡Por supuesto!

Me río bastante de mis casualidades, de mis intolerancias, de mis reacciones, de mis salidas de tono. De todo lo que me rodea, porque en el fondo soy un privilegiado, que tengo el placer de pensar cosas y luego escribirlas, que poseo el quitapesares de darle el cariz y el color que más me agrade, o poder decirlas por su nombre, aunque a veces, alguien pueda incomodarse, y corregirlas

Esas "formas" tú las conoces en mí, y sé a ciencia cierta, que no son todas para aplaudir. Una vez desperté me dije: 

¡Pues si que soy difícil"






Relato escrito en fecha de 11 noviembre 2009

publicado ahora 25 febrero 2024

Autor: Emilio Moreno

 

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