Volvía del hospital de la Ronda. Más tranquilo y despejado. Toda aquella tarde la había gastado en la primera planta de recuperación posoperatoria. Su padre estaba recién intervenido de un nódulo en el bajo abdomen y según la opinión del equipo médico, se recuperaría sin problemas.
En cuanto a los sucesos sociales del tiempo, a pesar de estar
revueltos, nadie sospechaba que aquel día de febrero, sería singular y quedaría
para los anales en el tiempo futuro. Ningún humano hubiese descubierto en aquel
instante que iba a darse un ruido escandaloso de espadas y de detonaciones por
disparos, en un lugar tan sagrado.
Si que era verdad, que en el panorama ciudadano había
diferencias muy peliagudas, importantes por complejas entre los políticos
nacionales. Como siempre, los representantes en el Congreso, discutiendo por
temas que son ajenos a algunos habitantes despreocupados del pueblo y
particularmente, como es costumbre beneficiosos para según que estadistas gubernativos
y sus partidos.
En esa fecha se iniciaba por ampliación de trabajo un nuevo
horario en la empresa a la que pertenecía. Inaugurando más servicios para
aprovechar más las instalaciones telemáticas del centro de cálculo de la firma que
los tenía empleados.
El tercer turno. Una ampliación de la franja de producción. Desde
las diez de la noche a las seis de la madrugada.
Lo inauguraba Spencer Bronx con su compañero de trabajo, Manfred
Fernelhousse al que conocía desde hacía unos años y procuraba no entrar en
su juego. Un joven especial, por su gestión un tanto irreal que soportaba demasiadas
presiones y miedos de sitios inimaginables. Delicado de salud, y bastante
irascible cuando le dabas una opinión desigual, en lo referente al equipo de
futbol de sus amores.
Antes de partir para su puesto de trabajo y recién llegado de la
visita hospitalaria, conectó con la cadena de televisión donde se exponían
todas las noticias nacionales y se quedó expectante porque en lugar de ofrecer el
espacio habitual, emitían música clásica de la tétrica.
En uno de los instantes de la cena, alguien le llamó por
teléfono a Spencer y le informó que pusiera la emisora de radio, que algo gordo
había sucedido.
Un asalto al Capitolio de la política nacional. Un militar
acompañado por su regimiento había entrado a la fuerza en el anfiteatro violando
todas las formas de educación, haciéndose con la atención de los asustados
congresistas. A base de mil disparos al aire, amedrentando a gran parte de los
supuestos héroes valerosos representantes del país.
Pocos sabían que hacer en aquellos instantes de incerteza y de
violencia, sin embargo, Spencer no podía dejar de asistir al centro de trabajo
a cumplir con su obligación, ya que nadie les había dado noticias de lo que
estaba sucediendo y suponer personalmente actos que no se sabía por donde
podían transcurrir, era demasiado atrevido y cuando menos complicado.
Arrancó su Break y se dirigió sin demasiadas complicaciones
hasta el aparcadero de los talleres y allí estaba fundido de miedo Manfred, que
le proponía a Spencer dejar libre aquella noche y comenzar cuando supieran que
las cosas se habían serenado.
Arrancaron la cadena de producción escuchando los transistores y
haciendo sus descansos poniendo atención al paseo militar de los carros de
combate que transitaban por según que ciudades del país. Detalles que los
escuchantes se enteraban porque una de las emisoras de radio no desconectó su
emisión y sin que los golpistas supieran se iban dando algunas de las
referencias de lo ocurrido.
A media noche, sobre las tres de la madrugada, cuando todo
estaba incandescente, al ínclito de Manfred Fernelhousse, le entró mucho
miedo y después de tomarse el bocadillo y el yogurt que llevaba como tentempié
para pasar el horario de trabajo abandonó el obrador, dejando solo a Spencer
Bronx, que finalizó con su horario llegando a casa, a dormir y descansar de
aquella noche de sables y galones.
Durmió por espacio de ocho horas, y al despertar, su esposa le
dijo que todo había acabado, que el mandamás de la nación había dado
instrucciones por todas las cadenas de comunicación del país, y todos los
golpistas, abandonaron la postura y fueron apresados.
Volviendo gracias a Dios, la normalidad en las vidas de las
gentes y triunfando la democracia.
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