Esperar un
milagro es imposible,
y a pesar
de creer en la quimera.
Los pies
los tengo en el suelo. En la acera,
y esa
opción no la tengo disponible.
Atrevido lo
soy, y muy sensible,
no admito
la injusticia torticera
ni la razón
de aquel, que nos mintiera
trocando la
verdad. Sin ser punible.
Nos podemos
llevar grandes sorpresas,
de las magnas
ofrendas asequibles,
que
camufladas campan por obesas.
Se juntan
los titanes increíbles,
por ser el
mes de las grandes promesas,
las que, dichas
sin más, son invisibles.
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