miércoles, 21 de diciembre de 2022

Navidad del año 2773.

 



Se había sucedido 751 veces el mes de diciembre. Uno tras otro, desde la Navidad del 2022. Los almanaques científicos y ordinarios de aquella época, sellaban, la fecha del año de 2773, del calendario Gregoriano. Que fue el almanaque aborigen de Europa, apelado de esa forma por su promotor el papa Gregorio XIII. Hacía varios años, se había consumado lo que se conoció y llamó como Edad Contemporánea y en la actualidad se vegetaba en el llamado período del futuro y dogma. La Simultánea, la del último credo, y así la bautizaron los estadistas y filósofos, doctores y políticos de entonces, como La EDAD SIMULTÁNEA” por ser un periodo super ultra tecnológico. Tan progresivo por la suntuosidad de la pericia, que lo que en tiempos se conocía como medicina, la ciencia que curaba a los enfermos. No existía.

Hacia setecientos años aproximadamente, había sido una ocupación de prestigio que protegía las vidas de los habitantes. Fue una función con categoría de carrera universitaria que quedó totalmente obsoleta y pretérita en nulidad.

Los humanos vivían de media dos siglos y cuarto. Doscientos veinticinco años. Sin conocer enfermedad alguna, porque estaban inmunizados de toda calamidad y de todo mal. La cirugía era del pasado, existían recambios humanos para cualquier parte del cuerpo. Las farmacias no existían, entre miles de cosas más.

Los transportes a motor, ya no eran necesarios. La electricidad de los hogares ya no se generaba, ni con gas, ni con grandes maquinarias que convertían los caballos de fuerza en watios, ni se abastecían desde grandes compañías eléctricas.

Cada cual podía generarse a placer el flujo de amperios que necesitaba. Con ello se lograba la intensidad eléctrica sin derrocharla.  

Los humanos habían desarrollado una disparidad inteligente, que ya no les hacía falta la refrigeración ni la calefacción. El frío y calor no lo notaban. Así que el arrojo energético y lumínico no era necesario. Veían en la oscuridad y presentían los acontecimientos antes de que se sucedieran.

Dentro de aquellos adelantos, iban incluidos detalles físicos como racionales que mutaban su inteligencia, ya que su organismo les ofrecía distintos sentimientos. No les pertenecía la potestad de raza pensante con raciocinio. El hombre ya no era igual. Aquel mamífero que se le consideró en su día como perteneciente al género “duro”. Se definía con otra tesitura. Los machos se mantenían como híbridos, ya no poseían carácter ni les iba la mano, maltratando a las mujeres, ni de palabra ni de obra.

Se volvieron cometidos en sus realidades. No les eran necesarios los excesos machistas. Deambulaban por las calles completamente desnudos, en bolas. Tatuados de color verdeazulado, que les cubría todo el contorno de su epidermis. Sin iniciativa y moldeados por los tiempos modernos.

Las hembras coloreadas, disimulaban sus turgencias sin necesidad de taparse, no usaban ropa, ni se aplicaban cosméticos para realzar su hermosura, todas ellas eran arquetipos de belleza semejantes. Habían perdido todo poder de seducción y fascinación en su atracción sexual. Ya no se embellecían, ni hermoseaban, no se depilaban, ni se tintaban los cabellos, que lo ostentaban muy corto y rígido, presentando peinados raros y en algunos casos, mostrando el cuero cabelludo, ya que iban muchas afeitadas de cabeza. Floreciendo todas ellas totalmente tatuadas en rosa y cielo, como atuendo habitual. Mostrando sus cuerpos, sus encantos, y turgencias sin el menor recato, ni expectación alguna.

Desaparecieron los clásicos géneros del femenino, del masculino y de los tantos otros que siempre existieron y que llegaron a reconocerse al final de los años dos mil cien, no sin batallar por lo que entonces llamaban las libertades.

El placer de la persuasión que antaño existió, quedó aniquilado, las graves discrepancias se diluyeron, porque ya no existían atropellos.

El color de la piel, ni la procedencia de las razas, dejó de tener causa. Dejaron de usarse las modas, los tópicos, la belleza, la ignorancia, la delincuencia, la picardía, la honradez, la decencia. Ya no había envidias y eso facilitaba la vida.  

Los territorios ya no se dividían en países, y todos los vecindarios dominaban la totalidad de los muchos idiomas que existían, los dialectos y las disciplinas lingüísticas. Entendiéndose absolutamente con finura, sin traductores y sin apelativos de origen. Se erradicaron las regiones, comarcas y por supuesto los independentismos patrióticos, los equipos deportivos y las discusiones.

En esa variante; en la que mutó el homo sapiens, se consiguió tras unos injertos en las preñadas, uno de los intereses por los que el humano siempre había luchado. Pudo volar; planear como los pájaros y aves, elevarse a placer siempre que se le antojara, sin necesidad de alas, ni artefactos metálicos propulsados por un motor.

En aquel año de 2773, los humanos ya hacía trescientos años que se habían cargado gran parte del globo terráqueo. Aniquilado por sus propios habitantes, dejando avanzar lo que ellos habían denominado como: Cambio Climático, tema que a principios del año 2000, los nefastos políticos se lo habían tomado muy a la ligera y el denominado CHANCLI, o cambio climático, sumió al viejo planeta en penumbras y muerte.

Erupciones de volcanes, maremotos incontrolados, tifones en el mar, que destruían las bahías y litorales, haciendo que el nivel del mar subiera más de un metro. Desbaratando los glaciares y sumiendo casi toda la bola terrestre en un charco inmenso y amplísimo, sin apenas puertos naturales. Muriendo mucha de la fauna efectiva, animales terrestres, insectos, roedores, aves de rapiña, y sobre todo humanos. Tan solo quedaron en la tierra algunos puntos donde se refugiaron los individuos, más beneficiados. Alrededor del archipiélago canario, el de Azores y las islas de Madeira.

De Europa quedaban los territorios más altos y cordilleras montañosas super elevadas. Las estepas y planicies quedaron anegadas de agua salada. Por lo que la agricultura, prácticamente desapareció. La poca población terrenal que subsistió, fue a ocupar aquellas zonas, que fueron en su tiempo, franjas de turismo, que entonces quedaron sin futuro.

Numerosos privilegiados por supervivientes, fueron a ocupar y a residir a la nueva ubicación; la Luna.

Satélite que, en un tiempo, fue subordinado de la casi sepultada Tierra.

Planeta que ya hacía cientos de años, había comenzado a diseñar ciudades, carreteras y caminos, ya que gracias al descubrimiento del ALODICO, una esencia mineral con base de oxígeno condensado y una aleación de aluminio, mimetizados entre halógenos, procedentes de una emulsión del oro y diamantes debilitados en conjunción y ensamblados con las esencias y los atributos del cobre, les daba vía libre para poder respirar en el espacio lunar. Mejunje que suministrado a los seres del globo, que fueron a ocupar aquel suelo, les permitía vivir en los ambientes y paisajes siderales. Aguantar sus temperaturas y su escasez de oxígeno.

La luna fue dividida en heredades, y su sede principal radicaba en una de las mejores zonas o divisiones, denominada LUNIKA, cuya capital era NEWMOON.

El dinero y las propiedades desaparecieron. Así mismo como las clases altas, los ricos y familias adineradas, no existían y en caso de persistir, se hubieran tenido que buscar la vida, como las demás estirpes.

Aún se perseguía a los políticos por haber allanado la tierra, con sus leyes engañosas que tan solo les beneficiaron a ellos mismos, y por sus cánones, que fueron los que acabaron con la naturaleza y todo el vestigio de savia existente. El modo de administrar, mutó por completo, los gobernantes, no tenían sueldo ni ventajas, y se dedicaban a regir. Tal, como otros componentes de la sociedad recién instaurada, se brindaban a trabajar en otros ámbitos. Se habían acabado las ilegalidades e injusticias y si querían comer, tenían que trabajar, cosa que, en el siglo XXI, los pudientes eran los que manejaban a políticos, empresarios, y magnates. Así acabó la tierra, como lo hizo, sin futuro y sin arreglo.

En un barrio de NEWMOON, la capital, vivía un ilustrado, que dedicaba tiempo a recapacitar, haciendo la vida mejor a sus congéneres. Había previsto y provisto al nuevo consorcio de una serie de ventajas por las cuales gozaban de una cierta felicidad. Bienestar olvidado hacía muchos cientos de años. Con lo que les creó una necesidad de celebrar la NAVIDAD, festividad perteneciente a la caducada edad contemporánea, que por supuesto había quedado en el ostracismo.

Les ofreció un escenario precioso, y les reveló como unos Magos, a principios de la Edad Antigua, (periodo del año aproximado del 3.300 antes de Cristo al 476), posterior al nacimiento del Mesías.

Fechas en las que se inventó la escritura, y finalizó la caída del Imperio Romano, que se produjo más o menos en el año setenta y seis del siglo cuarto.

Aquellos Magos orientales, llevaron al recién nacido, la vasija de oro, el frasco con incienso y la resina necesaria llamada mirra.

Por ser el hijo de María, varón y como tal moriría joven.

Pudiendo así su madre ungir el cuerpo sin vida en el momento del deceso.

Para aquellos habitantes del planeta lunar, tan distanciados de las fechas de la primera Navidad, fue un pasado, que como todo en este mundo se puede repetir.

 

FELIZ NAVIDAD, del 2022. Setecientos cincuenta y un año, antes de ese tiempo.




 


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