Hacia
setecientos años aproximadamente, había sido una ocupación de prestigio que protegía
las vidas de los habitantes. Fue una función con categoría de carrera
universitaria que quedó totalmente obsoleta y pretérita en nulidad.
Los humanos vivían
de media dos siglos y cuarto. Doscientos veinticinco años. Sin conocer
enfermedad alguna, porque estaban inmunizados de toda calamidad y de todo mal. La
cirugía era del pasado, existían recambios humanos para cualquier parte del
cuerpo. Las farmacias no existían, entre miles de cosas más.
Los transportes
a motor, ya no eran necesarios. La electricidad de los hogares ya no se
generaba, ni con gas, ni con grandes maquinarias que convertían los caballos de
fuerza en watios, ni se abastecían desde grandes compañías eléctricas.
Cada cual podía
generarse a placer el flujo de amperios que necesitaba. Con ello se lograba la
intensidad eléctrica sin derrocharla.
Los humanos
habían desarrollado una disparidad inteligente, que ya no les hacía falta la
refrigeración ni la calefacción. El frío y calor no lo notaban. Así que el arrojo
energético y lumínico no era necesario. Veían en la oscuridad y presentían los
acontecimientos antes de que se sucedieran.
Dentro de
aquellos adelantos, iban incluidos detalles físicos como racionales que mutaban
su inteligencia, ya que su organismo les ofrecía distintos sentimientos. No les
pertenecía la potestad de raza pensante con raciocinio. El hombre ya no era igual.
Aquel mamífero que se le consideró en su día como perteneciente al género
“duro”. Se definía con otra tesitura. Los machos se mantenían como híbridos, ya
no poseían carácter ni les iba la mano, maltratando a las mujeres, ni de
palabra ni de obra.
Se volvieron
cometidos en sus realidades. No les eran necesarios los excesos machistas. Deambulaban
por las calles completamente desnudos, en bolas. Tatuados de color
verdeazulado, que les cubría todo el contorno de su epidermis. Sin iniciativa y
moldeados por los tiempos modernos.
Las hembras coloreadas,
disimulaban sus turgencias sin necesidad de taparse, no usaban ropa, ni se
aplicaban cosméticos para realzar su hermosura, todas ellas eran arquetipos de
belleza semejantes. Habían perdido todo poder de seducción y fascinación en su
atracción sexual. Ya no se embellecían, ni hermoseaban, no se depilaban, ni se
tintaban los cabellos, que lo ostentaban muy corto y rígido, presentando
peinados raros y en algunos casos, mostrando el cuero cabelludo, ya que iban
muchas afeitadas de cabeza. Floreciendo todas ellas totalmente tatuadas en rosa
y cielo, como atuendo habitual. Mostrando sus cuerpos, sus encantos, y
turgencias sin el menor recato, ni expectación alguna.
Desaparecieron
los clásicos géneros del femenino, del masculino y de los tantos otros que siempre
existieron y que llegaron a reconocerse al final de los años dos mil cien, no
sin batallar por lo que entonces llamaban las libertades.
El placer de la persuasión
que antaño existió, quedó aniquilado, las graves discrepancias se diluyeron,
porque ya no existían atropellos.
El color de la
piel, ni la procedencia de las razas, dejó de tener causa. Dejaron de usarse
las modas, los tópicos, la belleza, la ignorancia, la delincuencia, la picardía,
la honradez, la decencia. Ya no había envidias y eso facilitaba la vida.
Los territorios
ya no se dividían en países, y todos los vecindarios dominaban la totalidad de
los muchos idiomas que existían, los dialectos y las disciplinas lingüísticas.
Entendiéndose absolutamente con finura, sin traductores y sin apelativos de
origen. Se erradicaron las regiones, comarcas y por supuesto los
independentismos patrióticos, los equipos deportivos y las discusiones.
En esa variante;
en la que mutó el homo sapiens, se consiguió tras unos injertos en las
preñadas, uno de los intereses por los que el humano siempre había luchado. Pudo
volar; planear como los pájaros y aves, elevarse a placer siempre que se le
antojara, sin necesidad de alas, ni artefactos metálicos propulsados por un
motor.
En aquel año de
2773, los humanos ya hacía trescientos años que se habían cargado gran parte
del globo terráqueo. Aniquilado por sus propios habitantes, dejando avanzar lo
que ellos habían denominado como: Cambio Climático, tema que a principios del año 2000, los nefastos políticos se
lo habían tomado muy a la ligera y el denominado CHANCLI, o cambio climático, sumió al
viejo planeta en penumbras y muerte.
Erupciones de volcanes,
maremotos incontrolados, tifones en el mar, que destruían las bahías y
litorales, haciendo que el nivel del mar subiera más de un metro. Desbaratando
los glaciares y sumiendo casi toda la bola terrestre en un charco inmenso y
amplísimo, sin apenas puertos naturales. Muriendo mucha de la fauna efectiva,
animales terrestres, insectos, roedores, aves de rapiña, y sobre todo humanos.
Tan solo quedaron en la tierra algunos puntos donde se refugiaron los individuos,
más beneficiados. Alrededor del archipiélago canario, el de Azores y las islas
de Madeira.
De Europa
quedaban los territorios más altos y cordilleras montañosas super elevadas. Las
estepas y planicies quedaron anegadas de agua salada. Por lo que la
agricultura, prácticamente desapareció. La poca población terrenal que
subsistió, fue a ocupar aquellas zonas, que fueron en su tiempo, franjas de
turismo, que entonces quedaron sin futuro.
Numerosos privilegiados
por supervivientes, fueron a ocupar y a residir a la nueva ubicación; la Luna.
Satélite que, en
un tiempo, fue subordinado de la casi sepultada Tierra.
Planeta que ya
hacía cientos de años, había comenzado a diseñar ciudades, carreteras y
caminos, ya que gracias al descubrimiento del ALODICO, una esencia mineral con base
de oxígeno condensado y una aleación de aluminio, mimetizados entre halógenos, procedentes
de una emulsión del oro y diamantes debilitados en conjunción y ensamblados con
las esencias y los atributos del cobre, les daba vía libre para poder respirar
en el espacio lunar. Mejunje que suministrado a los seres del globo, que fueron
a ocupar aquel suelo, les permitía vivir en los ambientes y paisajes siderales.
Aguantar sus temperaturas y su escasez de oxígeno.
La luna fue
dividida en heredades, y su sede principal radicaba en una de las mejores zonas
o divisiones, denominada LUNIKA, cuya capital era NEWMOON.
El dinero y las
propiedades desaparecieron. Así mismo como las clases altas, los ricos y
familias adineradas, no existían y en caso de persistir, se hubieran tenido que
buscar la vida, como las demás estirpes.
Aún se perseguía
a los políticos por haber allanado la tierra, con sus leyes engañosas que tan
solo les beneficiaron a ellos mismos, y por sus cánones, que fueron los que acabaron
con la naturaleza y todo el vestigio de savia existente. El modo de administrar,
mutó por completo, los gobernantes, no tenían sueldo ni ventajas, y se
dedicaban a regir. Tal, como otros componentes de la sociedad recién instaurada,
se brindaban a trabajar en otros ámbitos. Se habían acabado las ilegalidades e
injusticias y si querían comer, tenían que trabajar, cosa que, en el siglo XXI, los pudientes
eran los que manejaban a políticos, empresarios, y magnates. Así acabó la
tierra, como lo hizo, sin futuro y sin arreglo.
En un barrio de NEWMOON, la capital, vivía un ilustrado, que dedicaba tiempo a recapacitar, haciendo la vida mejor a sus congéneres. Había previsto y provisto al nuevo consorcio de una serie de ventajas por las cuales gozaban de una cierta felicidad. Bienestar olvidado hacía muchos cientos de años. Con lo que les creó una necesidad de celebrar la NAVIDAD, festividad perteneciente a la caducada edad contemporánea, que por supuesto había quedado en el ostracismo.
Les ofreció un
escenario precioso, y les reveló como unos Magos, a principios de la Edad
Antigua, (periodo del año
aproximado del 3.300 antes de Cristo al 476), posterior al nacimiento del
Mesías.
Fechas en las que se inventó la escritura, y finalizó
la caída del Imperio Romano, que se produjo más o menos en el año setenta y
seis del siglo cuarto.
Aquellos Magos orientales, llevaron al recién nacido,
la vasija de oro, el frasco
con incienso y la resina
necesaria llamada mirra.
Por ser el hijo de María, varón y como tal
moriría joven.
Pudiendo así su madre ungir el cuerpo sin vida
en el momento del deceso.
Para aquellos habitantes del planeta lunar, tan
distanciados de las fechas de la primera Navidad, fue un pasado, que como todo
en este mundo se puede repetir.
FELIZ NAVIDAD, del 2022. Setecientos cincuenta y un año, antes de ese tiempo.
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