Desde
el Cerebrino Mandri, los calmantes Vitaminados y el acetilsalicílico Okal. A las
Aspirinas Bayer, y al después prohibido Optalidón. Retirado de las boticas, por ser un barbitúrico que contenía
activos de pirazolona. Analgésico para el dolor, y cafeína.
El
linimento Sloan para los dolores reumáticos, botellines de Agua oxigenada y, desinfectantes
de quemar y el alcohol de 96º para las inyecciones.
Sin
olvidar la otra clase de alcoholes o, aguas virtuosas; como son el de la bota
de vino que estaba en el rincón del local, las ampolletas de Terry, 501, y Soberano,
que ahora se les llaman Brandis y en aquel tiempo se les denominaba simplemente
aguardientes.
Era
un establecimiento, botica, lechería, droguería, estanco y todo lo que pudiera
ser proveído. Tanto era así, que un vecino, que por entonces actuaba como barbero,
Don Joaquín Patiño, lo bautizó como los “Almacenes Alemanes” del distrito.
La
vida, en aquella urbe ocurría empalagosa. Sin desmedidos regocijos, ni tampoco
ilusiones. Ya que casi todo estaba prohibido, era ilícito o se sobreentendía
como clandestino. Poco más o menos todo era pecado, siendo un tiempo rancio y pútrido
donde se esgrimía el remedio de aparentar.
Un
buen día jugaban en la puerta del tenderete, un grupo de chavales esperando que,
a Don Paco, se le ocurriera alguna de sus impensables bravatas. Donde siempre
les caía alguna golosina, algún caramelo y gollería. Fue cuando al dueño de los
coloniales, en un arranque de bondad, propuso al grupo de los mozalbetes una
especie de concurso de resistencia entre ellos, y no era más que conocer quien
sería capaz de engullir mas galletas de todos ellos. Por supuesto que el gasto
de las obleas correría a cargo de la tienda y el premio no era más que llenar
el estómago de bizcochos y barquillos.
No
tardaron en aceptar aquellos jóvenes y se pusieron a las ordenes de aquel
simpático tendero, para cuando menos endulzar la tripa, aquella tarde.
Cuatro
fueron los que quisieron participar en aquella prueba de resistencia, David
Andreu, José Antonio Marín, y Narciso y Esteban Dinarés. Las bases del ensayo
eran sencillas, ir comiendo la media libra de galletas, colocadas en una bolsa
de papel de estraza. Sin beber ni gota de agua o leche, ni líquido alguno. Al
agotarse las dulces viandas, se les proveería de otro cucurucho con otros doscientos
gramos más de los aludidos barquillos, hasta que ya no pudiesen ingerir por la saciedad
digestiva. Quedando como vencedor el que más comiera, sin límite de dulces, ni
tiempo usado.
Se
prepararon cuatro envolturas de media libra, lo que son al cambio, doscientos
gramos de esas galletas María. Tan sabrosas, cuando se degustan con apetencia.
Comenzando el tanteo a la vez que, la vecindad del barrio se agolpaba junto al
cuarteto de concursantes.
José
Antonio, fue el primero que abandonó el refrigerio, mucho antes de agotar la primera
bolsa. Narciso, abordó la segunda papelina y tampoco fue capaz de concluirla.
Exactamente
como David, dejaron de competir a la vez. Ya no podían tragar ni una oblea
dulce más, sin trago de líquido alguno.
Cuando
se escuchó a lo lejos de forma estridente y potentísimo el clásico silbido de
Pepet__ Shiiiii.
Padre
de Narciso y Esteban, que así les llamaba todas las tardes, indicándoles hora
de recogerse y volver a casa.
Sin
detener el mascado, Esteban le dijo a Don Paco, encogiendo los hombros, por la
inesperada y urgente de las obligaciones habidas.
__
Señor Paco, puedo llevarme la bolsa para casa, mi padre me está llamando y si
no llegamos pronto, la cena se enfría y no está tan grata.
Don
Paco, entusiasmado le dijo con mucho cariño y con una sonrisa en sus labios que
le obligaba a extender el bigotillo que lucía bajo de su respingona nariz.
__
¡No me digas Esteban, que tienes ganas de cenar! Con la de bizcochos que te has
comido y que deben haber llenado tu capacidad estomacal de manera imponente.
__
Eso quería decirle__ Adujo con voz titubeante el sencillo chavalín del "Barri Centre"
__
¡Sí señor! Necesito cenar para alimentarme y crecer. Por ese motivo le pido
permiso para llevarme a casa las dos talegas de galletas que están preparadas, y
me hubiese comido si no me hubiese interrumpido el silbido de papá__ Se detuvo momentáneo,
tocándose la frente y acabó su pensamiento razonando__ Para degustarlas como
postre.
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