En un mitin muy bien preparado,
concluyente, decisivo, dijo el concejal
y habló convincente Don Conrado.
….
Hace tiempo quería confesarme
y jamás, encontré el buen momento
que voy a aprovechar, sin más lamento
ya que sin dudar es; el no engañarme.
Dijo sobre la tribuna
bajo los focos de luz
que le imprimían carácter
y argumento
nuevamente:
La no pausa; precisa del desarme.
El soplo de lo real, y el argumento,
mi certeza, que exijo, por tormento,
y siempre será así; sin desnudarme.
Sabéis que, si prometo, es alertarme.
Al llegar al poder, daré alimento,
y aquellos, que no llegan al segmento,
no se arrepentirán al apoyarme.
La gente no le aplaudía,
sus pasantes muy nerviosos
No sabían arengar
y se entonó con palabras
cuando sonaba el gran himno
Perogrullada fatua del boato,
Escándalo de hacer lo cruel, en balde,
y siempre falsear lo caro y barato.
Fingir con la verdad y que no respalde.
Fue penoso y a Conrado
se le ocurrió decir esto
que sonó como un aleluya
y mostró su desparpajo
¡Soy aparente, soy fresco, y jabato!
Daré la vida por mí y por ustedes
Tenéis que ayudar a cumplir mi sueño.
Quien podría creer, tal atropello,
cuando despertó en el Psiquiátrico
una mañana al claro de sus días.
¡Queriendo
ser alcalde!
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