martes, 15 de noviembre de 2022

El sostén de mi sueño.

 





 

 




La veía en las vísperas cuando bailaba sola.

Fue un balazo brutal, que me hirió; de tan imprevisto.

Ante mí, su silueta inclinada manaba sexo,

sin discursos, tan solo gestos. Con mohines de afecto,

me arrastraban, a ver su inercia y contorno convexo.

Danzaba para mí, con sus olas de un mar profundo.

Cruzamos las miradas con caprichos de deseo.

Desconozco su nombre, donde respira, y su cuerpo.

Igual son fantasías del intelecto que abruman,

O quizás, sueños del alma que se reanudan ciertos.

 

El idioma del cuerpo, avisa con sus gestos dulces,

y hace tropezar las miradas, clavando los ojos,

con su mensaje execro. Muy eléctrico. Sin pausa,

conformando el feroz inciso y cuajo del momento.

Cruzando otra vez la visión, que imagina sus cosas,

y sin querer tropiezan en un lapsus sin medida.

La música le obliga. En el giro bailable nota

cierta atracción, que embarga, le enaltece y sublima.

Como si al jarro del cuerpo, le faltara su gota.

Chispa del aguardiente amoroso que se desprende.

 

Sin más desperté a la realidad, susurrando ¡Ves!

Qué maravilla me regalan, las hadas del insomnio.

Aunque yo no sé; puesto que, si fuera de verdad,

cada noche con gusto querría soñar con usted.

Muchas gracias por permitírmelo.




 

 

 

 

 

 

 

  

 


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