Mi alegría
va por dentro
tampoco
suelo mostrarla.
Aunque
alguno se cabrea,
cuando
pretendo airearla.
Y así
gozoso me encuentro,
al no
tener que comprarla.
Me
rio de mi insolencia,
por ser
tan dificultoso.
Al no
tragarme las normas
del que
quiere ser gracioso,
y le
escasea paciencia.
Creyéndose
un vanidoso.
Me lastiman
los desprecios,
más;
si vienen de allegado.
Por motivo
imponderable,
sin inquirir
qué ha pasado.
El ultraje
asume aprecios,
y agravia
al pobre acusado.
Pretendiendo
ser normal,
caballero
muy decente;
y por
mor de poner paz,
en cuestión
impertinente.
Me encontré
tan informal,
en situación
insolente.
Mi regocijo
por fuera,
parece
que viene dado.
Es un
don que yo, sembré,
por rendición,
esforzado.
Y aunque
me apague o me muera,
quiero
llevarlo prendado.
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