miércoles, 27 de julio de 2022

Hola nos dijo, la ola de calor.

 




A menudo voy pensando

en ciclos, por lo del clima.

Tarea que va mermando,

mi paciencia que se indigna.

 

Atmosféricos fingidos,

esos tan desconocidos

que pretenden aclarar,

con la lluvia mis fluidos.

 

Entendidos de mi barrio,

después de oír y charlar,

montan semejante escarnio,

por el morbo que nos dan,

los eruditos muy serios,

sin saber si es la verdad

de todo el Telediario.

 

Y después de repensar,

que el frio te deja tieso,

el invierno es muy mordaz

y no puedes ser travieso,

ya que te puedes helar

porque el relente es avieso

pero sí; tienes, tu manta...

Te duermes como el más viejo.

 

El calor, ahora sufrido,

no se olvidará jamás.

El clima siempre cambiante,

trucado se ensanchará.

Variando grados radiantes,

la normalidad se irá,

teniendo siempre el talante,

nada parece importar.

Salvo sudores triunfantes

que siempre se enchufaran,

al clima condicionante.

 

Temperaturas de horno

se pudieron aguantar,

y estos listos, con soborno,

subiendo su facturar

enmerdaron el bochorno,

despistaron al robar,

engañaron con extornos,

teniendo que soportar.

 

 Una ola que te moja,

y así, te pone a sufrir,

te mantiene amodorrado

y, solo arruina el dormir.

Porque la fiebre no baja

y no puedes discernir,

aunque mi leche se agria

procuro no trasgredir.

 

Imposible de aguantar

esta bola de calor.

La que tanto perjudica

a ese monte sin fragor,

que se quema sin remedio.

 

Por la falta de atención,

de tantos Ayuntamientos,

y consejeros incautos,

que los eligen a dedo.

 

Sin olvidar, además

cuantos, pirómanos sueltos,

que en vez de tener decencia

aprovecha su ocasión

y nos asan sin clemencia.

 

Mil entendidos tenemos,

todos inventan que pasa,

nadie se atreve a ponerlos,

mirando centro Tarrasa.

 

Prefieren mandar recelos,

incluso, así ni se jactan,

borrascas para los cielos.

Carecen de leche y nata.

 

Aquí nadie soluciona,

el gran calor que ya embarga,

echando la culpa al tiempo,

y diciéndonos que acaba.

Predicen cosas miedosas,

y otras tienen su melaza.

 

Al cabo la perezosa,

no da tregua con su maza.

Bebiendo mi gaseosa

sudo como nunca en casa,

esperando la tormenta

y llueva café en mi taza.







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