viernes, 4 de marzo de 2022

Pedro Locubiche, amigo, autor y persona

 

Como viene siendo habitual, en mi Blogger, de tanto en vez y para darle la repercusión que merece, suelo tocar la trayectoria de alguno de los filántropos escondidos en lo rutinario, esas personas que tratamos a diario y nadie percibe lo que ellos derrochan. Sin darnos cuenta que son formidables individuos que aportan ese mérito difuso, sin que podamos reconocérselo por la vorágine de nuestros días, que lo realmente decisivo se nos escapa de las manos, y sin echarles un requiebro merecido. Por ser y tener almas que se distinguen por el afecto a sus semejantes y por sus obras en bien de la comunidad. (Que ni más ni menos, podría ajustarse muy bien a la definición del adjetivo de “filántropo”), que he usado anteriormente para distinguir a nuestro amigo Pedro Locubiche Ridao.

Al que le voy a dedicar este espacio en este mes de marzo del año 2020 y cómo síntesis le hemos pedido que él mismo nos aclare algo de su historia.

Nací en un pequeño pueblo rural del levante Almeriense, muy cerca del Mediterráneo. En el seno de una familia humilde y campesina.

Fue una noche fría, en el mes de diciembre de 1947 en El Pilar de Jaravía, pedanía de Pulpí. Lugar muy conocido << hoy por el hallazgo en 1999 en su Mina Rica, de la Geoda más grande del mundo>>.

La historia de mi nacimiento lo dejo plasmado en el Prefacio de mi última novela publicada, El hijo de Alicia.  

Recuerdo a los tres Maestros de Escuela que tuve, Don Baltasar García Alcántara, Don Francisco Joya y Don Francisco Montiel Serrano. Desde aquí le mando, a los tres, un emotivo abrazo allá donde estén. Se portaron muy bien conmigo.

En octubre de 1962, una vez terminada la EGB, marché a Almería a la Escuela de Formación. No pude terminar lo que pretendía por culpa de una pérdida auditiva aguda y me vi obligado a marchar a Madrid en 1966, para ser operado de ambos oídos.  Esto, me llevó, muy a pesar mío, a dejar la Escuela de Formación.

En el año 1967, le pedí permiso a mi padre para marcharme a Granollers (Barcelona) donde tenía familia para buscarme la vida. Allí solo se podía trabajar en la mencionada mina o en el campo: tomates, lechugas, flores, pepinos y una amalgama de verduras innúmeras.

Mi querido padre, conocido como Ginés el Cartero por ser el repartidor de las buenas y malas noticias, tenía tierra arrendada donde plantaba de todo para poder sacar a su familia adelante ya que, con el sueldo de funcionario, no llegaba a fin de mes. Habíamos sido cinco los miembros de la familia Locubiche-Ridao.

Quedamos cuatro, dos mujeres, mi querida madre y mi hermana, cinco años menor que yo, y dos hombres. El hermano pequeño, murió a los 14 meses, el diagnostico de los facultativos que lo visitaron fue Difteria. Nació cuando yo tenía 10 años.

Recuerdo la cara que puso mi padre, en la sobremesa de la comida del mediodía, al escuchar mi petición. Se quedó más serio que un rábano, aunque ya lo era de por sí, de carácter. Era un hombre muy amable y muy querido por todos. Jamás levantó la mano a ningún miembro de la familia, solo con ver su mirada éramos conscientes de lo que teníamos que hacer.

Ahora bien, algún “cachete”, sin dolor, si nos dio cuando algunas malas lenguas nos culpaban de algo que habían hecho otros.

Recuerdo una anécdota; Un día me crucé en el camino con Doña Delfina, que Dios la tenga en su Gloria, la saludé muy afablemente y la señora respondió a mi saludo con una media sonrisa. Bueno, cuando regresé a casa, al cabo de dos horas, más o menos, mi padre estaba sentado en el poyo, bajo la sombra de la parra. Al verme llegar se acercó y sin mediar palabra me dio un cachete y, me quitó la gorra. Al preguntar, ¿Qué pasaba? ¿Qué había hecho? Me dijo: <por no saludar correctamente a Doña Delfina> Quedé petrificado y mirándole fijamente a sus ojos, le dije: “perdón papá, ¿quién te ha dicho eso? Yo, le he saludado como de costumbre; muy buenos días, doña Delfina”. <Sí, correcto> -me dijo. “¿Entonces?” <No te quitaste la gorra, cuando la saludaste>

No se me olvidó un día más. Cuando la divisaba, me quitaba la gorra, aunque me faltaran 20 metros para llegar a ella.

Siguiendo con la conversación llevada en aquella sobremesa; “al cabo de diez o doce segundos, que me parecieron horas, me dice”.

__Pedro, he pensado… si la mamá y tu hermana quieren… ¡Sería mejor quedarte tú al cuidado del correo durante 8 o 10 días y marchar yo a Granollers! __ Volviendo a preguntar __¿Qué, os parece?

Los tres, estuvimos de acuerdo en que marchara él. Así lo hizo. Cuando regresó, llevaba contrato de trabajo para él, mi hermana y para mí. Mi madre bastante trabajo tendría con la faena de la casa. Había comprado un piso. Por lo que, a los pocos días, una vez que él pudo dejar la cartería a otra persona, nos vinimos.

 

 Águilas.

autoría de P. Locubiche Ridao, 


A Águilas llegó un día
sin saber cómo llegó
mar, carretera o vía.
De ella se enamoró
por su grata simpatía
y, allí, él se quedó.

 

 Pedro, siguió en la brecha y junto a su familia, llegaron a ser felices, juntos, con trabajo y armonía. Él siempre inquieto y necesitado de poder explayar ese gran mensaje que lleva dentro, para nosotros, escribía y seguía adelante con su oficio honradamente, siendo amigo y gran conversador, manteniendo siempre una equidad para las cosas y siendo mesurado en sus comentarios, que en verdad por no ofender en muchas ocasiones los omitía.

Escritor de ensayos, de obras de teatro y de novelas, que muy bien podrían ir firmadas por los grandes literatos del país, creyendo que fueron ellos los que las habían pensado, escrito y editado. Obras que están ahí al alcance de cuantos quieran molestarse, primero para encontrarlas y después para disfrutar de ellas en su lectura.

Como muchos de los literatos, con arte, que carecen de padrinos, siguen escribiendo, plasmando sus narraciones y ensayos para que como dice el buen refrán: Lo escrito. ¡Escrito está!

 

                                      

PREGUNTAS Y REPUESTAS

 

001 qué opinas de la sinceridad, la amistad y del amigo que no da la talla.

Ser sincero, es la clave para poder estar en paz con uno mismo. La amistad es primordial para sentirse bien. No podría vivir sin tener amigos. ¿Qué alguno no da la talla? No soy quién para juzgarlo.

 

002 hasta donde crees que llega la responsabilidad de una persona, de un padre o de cualquier individuo.

Siempre serás responsable de tus actos. Además, los padres deben ser responsables de lo que hagan sus hijos, hasta la mayoría de edad de ellos.

 

003 la ilusión y la esperanza, explica hasta donde llegan, háblame de tu ilusión, tu esperanza y de lo que aún como hombre esperas. Cuáles son tus decepciones.

Mi ilusión, es poder levantarme cada día para hacer aquello que me gusta. Mi esperanza, vivir muchos años para poder hacer lo antes dicho. Jamás me olvido de; “pobre nací, pobre sigo, pero nunca me ha faltado un duro”. Mis decepciones, no hacer realidad lo propuesto por un motivo u otro.

 

004 siempre has estado en contra de la injusticia, y cual es aquel sentimiento que estando y sabiendo que está en contra, no has comentado.

Siempre he estado y seguiré estando en contra de lo, que yo creo, injusto, pero puedo estar equivocado. Otro, lo puede ver de otra manera. Por tanto, jamás lo comentaré públicamente.

 

005 explica, el porqué de tu necesidad de escribir, de leer, de saber y de notar, es vicio, es costumbre, es un modo de vida.

Esta pregunta entra dentro de la contestación nº 003. “Mi ilusión es hacer aquello que me gusta”. Y lo que usted me pregunta, forma parte de ello.

 


006 ¿Crees que la crítica se ha molestado en saber? De un escritor como tú, tan sutil, abierto y conciso, locuaz y profundo, descriptivo y cuando cabe mordaz.

Una persona que se aprecie, debe de ser sincero por ello le diré que, un servidor no se considera un escritor reconocido. Aunque si es verdad que me gusta la escritura. Ahora bien; sí espero qué, algún día se vea cumplido mi sueño.

 

007 que recompensa has tenido escribiendo para la gente, amigos, colegas y familia allegada y distante. Se fijaron en tus esfuerzos, en tu calidad y en tu privilegio venido desde la cuna.

Es algo que no me he parado a pensar nunca, pero ahora, que lo dice, me viene al pensamiento lo que me dijeron dos familiares; “Pedro, piensa que hay personas que los únicos libros que han leído son los tuyos”. ¿Acaso eso no es bastante satisfacción?

 

008 qué es lo que más le ofende a un señor como tú, tan cordial, sensato y amigos de todos los mundos.

La envidia de unos hacia otros.

 

009 escribes con soltura, con descripción, con agrura cuando corresponde. ¿Quizás reflejas vivencias que están o estuvieron dentro de tus círculos de profesión, de reunión, de colegas o simplemente inventas y expones?

Invento y expongo. En el último publicado, El hijo de Alicia, que es una novela costumbrista, si es verdad que explico las costumbres que había, en aquellos años pasados, por los pueblos campesinos del levante Almeriense o el Sur de Murcia, pero, siempre vengo a decir lo mismo: “es una novela de ficción, cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia”.

 

10 responde a lo que no te he preguntado y tenías ganas de expresar. Cuenta ese detalle que valoras tanto y a todo el mundo se le escapa.

 Lo que yo valoro mucho es el don de la prudencia, saber callar, hablar o actuar solo cuando sea necesario.

Como decía Confucio; “cuando hables, procura que tus palabras sean mejores que el silencio”.

 

 



 Un abrazo Pedro, por ser tan natural y buena gente, tus amigos te valoramos por tu enjundia personal. Un abrazo amigo.

 


1 comentarios:

José Añez Sánchez dijo...

Estupenda entrevista plena de sinceridad e inteligencia, como no podía ser menos, la realizada por dos amigos de la peña.

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