Me contagió su luz,
en una tarde gris.
Yo presumiendo así,
sin el menor rubor.
Reprendido me fui,
De aquel rincón de allí,
y me contaminó,
el esplendor por fin.
Llegando imaginé,
y al mirarla sentí,
Cómo la sinrazón
Tomó su voz por mí.
Dolor jamás noté
El daño me quitó
Antídoto feliz
por lo que consiguió.
Ya no hubo marcha atrás,
Sudé y enloquecí,
Su embrujo lo intuí
Sin nada que ganar.
No fue la enfermedad,
Tampoco es confusión,
Fue un capricho ilegal,
que al llegar potenció.
La fiebre llegará.
siempre al amanecer,
pronto aparecerá
y no será placer.
Le quise preguntar,
por qué; del padecer
Ella sin lamentar
dudó al comprender.
¿Ya no respiraré?
Dudé y pregunté
Quizás no aguantaré
¡No lo pude saber!
Al mirarme infeliz,
Volví a estremecer.
Dejando aquel cariz
De no pertenecer.
Al presumir te vi,
Confesó la mujer
Sabiendo que de ti
No obtendría poder
Entonces comprendí
sin poder reparar
la duda confundí
y quise remediar.
Con la fatalidad
De ser poco mordaz,
y no sobresalir
por mi terror fatal
Ahí te contagié
pudiéndote enfermar,
Estar lejos de ti
y no verte penar.
Pudiendo precisar
No lo repetiré
Por mi fatalidad
¡Se que te perderé!
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