Salté al espacio
mi vida apostaba,
y ya levitando
creí que aguantaba.
No llegué al asfalto
y sin darme cuenta,
tropecé en su cielo
por una prebenda.
Lugar escondido,
en caída libre.
Detrás de unas jaras
no hay quien, lo supiera.
Todos me miraban
como la alcanzaba,
desde la cintura
pude sostenerla.
Seguía cayendo,
sin red y sin tregua.
Mi orgullo enganchaba
en su boca, y lengua
Reacia al principio
quedó tan deshecha,
ponía prejuicios
aunque satisfecha.
Después del viaje
y ya sin vergüenza,
me dijo al oído,
que lo repitiera.
Seguía cayendo
del borde del cielo,
y sin sostenerme
sujetó mi anhelo.
Palpó mi deseo
y vio que mi nervio,
no entraba en su juego
con el desvarío.
Meciendo el cabello
y sin miramientos,
me citó en caída
libando hacia dentro,
y sin hacer ruido,
bajaba hacia el suelo,
justo me esperaba
con su pecho abierto.
Desgarrando entero,
mi febril empeño,
recibí punzada
del dolor más fiero.
Me causaba herida
de un sueño supuesto,
que vi descendiendo
de la muerte exento.
En su madrugada,
nadie noto apenas,
a pesar de todo.
Lodo por mis venas.
Cuando me pregunto
por aquella escena
¿Sería durmiendo?
Tras de aquella cena.
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