Descendió con el montacargas desde la planta sexta, hasta llegar a la zona de bienvenidas en el magnifico restaurante del Gran Hotel Ritz, donde apareció majestuosa.
Con un vestido abierto y claro, anchuroso que dejaba pasar el aire perfecto que se recibía en aquel perfumado ambiente.
Al llegar al borde del perímetro del restorán, los comensales la vieron llegar e imaginaron por su garbo, que se trataba de ella. Mila.
Se levantaron de sus aposentos para recibir a Milagros, a la vez que se la comían con furtivos ojos de lascivia, tratando de disimular la reacción erótica que les había iniciado en aquel instante.
Saludó abiertamente, sabiéndose deseada y apetecible, observando a los dos esbirros, en que forma les podía llegar a reconocer mejor y deleitar con su presencia.
__ Buenas tardes señores__ dijo Mila, contemplando a Jason y Rocco, a los cuales no conocía personalmente, pero que imaginó sin lugar a equívocos, cual era cada uno de ellos, por referencias que le había dado Irene.
Jason en sus días, vivió con Irene de forma reservada y muy escondidos un idilio, corto pero intenso y emotivo en Santo Domingo, que a ella le había dejado mella espiritual y sin lugar a dudas sensual.
Por ser un hombre, completamente inverso a Nayim, del cual quedaba satisfecha, tras celebrar aquellas noches diferentes y brutales de pasión y sexo.
Mila a la par que pensaba aquello, y sin descubrirse siguió sin ambajes con las presentaciones después del inciso de memoria que tuvo al conocer a los enviados.
El más joven se acercó a ella, simulando ser un hombre entrañable y refinado. Hizo un gestual clásico, para besarla en las mejillas y presentarse como__: soy Rocco.
Estampa cuidada de hombre no mayor de treinta y cinco años que le hizo la primicia a su compañero Jason.
También se acercó a ella y le apretó sendos brazos mientras la besaba en las dos mejillas, unos mimos que no tropezaron ni contactaron con la dermis de las dos mejillas de la guapa mujer. Quedando al aire, sin caer en destino definido.
__ Usas el mismo perfume que Irene. ¿Verdad cielo?
__ ¡Uf!.. que observador, eres. ¡Esos detalles me encantan en un hombre!__ rieron los dos y se cruzaron un mensaje subliminal, que los demás no advirtieron.
Jason, superaba los sesenta años, aunque se mostraba muy atlético, aseado y cuidado. Mostrando su corpulencia.
__ Bien señores pues yo soy Milagros Lucrecia García, la adalid de Narciso Yates Imperial, el que ustedes conocen y han realizado toda la clase de tratos para llegar a este punto ¿Verdad?__ Haciendo un gesto corporal inadvertido, para dejar marcadas y pronunciadas sus caderas.
Mostrando descarada y visiblemente sus glúteos.
Un paréntesis trasero perfecto, a los ojos de aquellos hombres, que lo contemplaron con una delectación comedida antes de continuar ella misma, en el uso de la palabra sin inmutarse.
__ Según me comentó Narciso; no hace demasiados días, ustedes venían a tomar el timón del negocio y simplemente necesitan los poderes y documentos acreditativos para emprender la continuación de lo que ya funciona__ Sentenció Mila con voz de persuasión bobalicona.
Uno de los adquirientes, interrumpió, de forma educada y con una pausa de advertencia, se hizo escuchar.
__ Estamos de acuerdo hasta ahí__ dijo Rocco, muy interesado__ y a su vez entender que han recibido los dos talones por valor de cien mil euros, que finiquitan el pago del traspaso y despedirnos tanto de Nayim, como de su socia doña Irene, que siempre tuvo con nosotros un trato cortés y especial.
Sobre todo con mi compañero Jason, que lo tenía completamente acaramelado y bebía los aires por ella__ acabó diciendo en verba muy dulce el joven Rocco.
__ Es cierto__ tomó la palabra Jason__ De hecho le he traído un presente de nuestro terrenito; de nuestra República Dominicana, para doña Irene, que me encantaría poder entregárselo en persona y ver cómo le sienta puesto. ¿¡Si es posible!?__ siguió argumentado__ en caso contrario dejárselo a usted, para que se lo entregue de mi parte.
Mila, no quiso decirles a los caballeros que Irene, no estaba viva, puesto que aún nadie sabia nada de la desgracia.
A excepción de tres personas: Palmira, Narciso y ella misma.
Irene seguía tendida sobre su colchón.
Ella si conocía el punto y, sabía la noticia; porque Nayim se lo había adelantado en el desespero de encontrar una copia de las llaves de su casa.
__ Pues no va a poder ser__ anunció Mila, azogada__ ambos están de viaje__ mintió mirando al suelo, para que no le reconocieran la mentira__ y no se encuentran en Barcelona, sin embargo tengo un encargo de Irene__ le comentó Mila__ Muy preciado para usted, que le otorgaré al mismo tiempo que los documentos y poderes de este negocio, después de la sobremesa.
Los cuales tengo depositados en la caja fuerte de mi reservado en este hotel, para transferirlos con mucho gusto.
El amigo Jason se miró a Mila, desnudándola con su fantasía y la degustó con la imaginación, sin gesto alguno y anunciando al punto.
__Con mucho gusto recibiré ese presente.
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