La
policía autonómica, no se fiaba demasiado de lo que Nayim, el amigo
Narciso Yates Imperial, vino a significar a parte de la denuncia en
regla de la desaparición de Irene y comenzaron con las pesquisas,
para ver donde llegaban ciertas noticias que los jueces poseían y
que estaban en proceso de investigación referentes al amigo y de la
poca importancia que la familia de Irene había demostrado por darle
entierro a la mujer.
Con
lo cual también los cuerpos de seguridad hicieron que se iniciara
cierta investigación para descubrir aquella muerte tan rara, que no
levantaba apenas duelo, ni pena por parte de hermanos y sobrinos, que
a la postre eran los que le quedaban a la difunta y cierto
nerviosismo por parte del quizás amante de Irene y que lo había
dispuesto todo para que nadie tuviera sospechas.
Al
cadáver lo encontraron los bomberos, al entrar por la parte trasera
de la vivienda, en colaboración con los Mossos del Guinardó, que
fueron los que intervinieron de oficio, dando a posteriori, aviso a
la familia de la finada, con escaso resultado misericorde.
En
la vivienda se hallaron documentos en los que negocios del amigo de
Irene, el ínclito Nayim andaba metido, que además les daba la
posibilidad de hacer aquellos viajes extraordinarios a muchos lugares
del mundo. Bogotá, La Paz, Caracas, Miami, La Habana, Bruselas, Rio
de Janeiro, ciudades extraordinarias y despampanantes donde ellos
habían paseado su amor y sus negocios de tapadillo. Además de un
completo diario con fotos y comentarios de la relación que Irene
Delapeire mantenía con sus hermanas, desde la muerte de su madre
Xarme, la que idolatraba a su hija la menor, aquella Irene frágil
que nació cuando ya nadie lo esperaba y que fue un regalo de Dios
para según que personas, despertando una fiebre loca de celos en el
resto de los componentes de su familia.
Irene
fue una mujer muy guapa, que por medio de su figura y de su embeleso
vivió durante toda la vida.
A
pesar de estar bien colocada en una empresa puntera de la ciudad,
pronto se las ideó para dejar de madrugar, ser una empleada normal y
llegar sin esfuerzo a ser propietaria de su piso en Ferrer de Blanes.
Contar con ciertas cantidades que le chorreaban cada final de mes, y
algunas otras cuando ella se lo proponía, por parte de quien
estuviera a tono, o el poseedor de sus noches de encanto.
Había
nacido en el seno de una familia humilde, y las penurias al comienzo
de sus días fueron de tronío, sin embargo, ella con ese carácter
que le envolvía y una sonrisa ni triste ni demasiado altanera, sabía
domesticar al hombre que se proponía, ya fuera casado o soltero, mas
bien con caudales y de buen ver, con futuro prometedor, para que ella
de la manera mas directa saliera beneficiada.
Morena
clara, guapa y natural con rasgos poco marcados, siempre pasando
desapercibida, buen tipo esbelta y una voz entre cariñosa y
agradable, sabía cuidarse desde que amanecía y los esfuerzos que
ella hacia jamás eran para perjudicarse, ni la espalda ni la
cartera, sabía donde arrimarse siempre para que esos detalles tan
poco románticos estuvieran solucionados desde el comienzo.
Un
tipo perfecto, ni muy larga ni bajita, en la estatura preciosa de una
mujer muy bien proporcionada y llamativa, buenas piernas y mejor culo
hacían de la señorita Delapeire, una candidata a la mejor de las
felicidades.
Había
comenzado de muy joven a destacar por publicitar productos
domésticos, y ser azafata en las sedes de Barcelona de las Ferias de
Muestras, y demás eventos comerciales de la Ciudad Condal, eso le
dio pie a que en un principio un empresario muy juncal dedicado a
construir casas y complejos de viviendas, se la llevara a Mallorca de
vacaciones y desde ahí, se iniciaron todas las pesquisas que la
llevaron a vivir como una reina entre los veinticinco años y los
sesenta y tres, que fue cuando empezaron las demoras en todo lo
concerniente al bienestar personal y a flaquear las cuentas
corrientes de la dama.
Generando
envidias en alguna de sus hermanas, también solteras como ella, pero
peor paradas por la naturaleza.
El
seno de aquella familia lo componían ademas de los padres, cinco
hijos y, eran un varón y cuatro hembras, el muchacho era un pedazo
de pan que se le llevaba con un hilo de lana por donde quisieras,
había quedado tocado en uno de aquellos ataques de Meningitis y que
no pudieron hacer nada los médicos ni los padres, ya que le
sobrevino muy de niño, en el año de la guerra, con lo que siempre
arrastró alguna deficiencia, que no le quitó ser un empleado
decente en una empresa de los “Quince”, muy cerca del Paseo
Maragall, la nombrada Sistemas de Control, dedicada a las artes
gráficas para la empresa. Libretos oficiales, bloques de albaranes,
facturas, diseños de formularios y libros de control y seguimiento.
Una
de las hermanas, casada y desplazada de su hábitat, se veían de
tanto en cuanto y no participaba en los grandes eventos de los que
cocía la familia. En cuanto se emancipó Irene, le surgieron los
problemas con las dos hermanas mayores, que pretendían frenarles la
decisión, por motivos personales y rabias contenidas. Se marchó de
la casa materna ya mayorcita, sin la aceptación normalizada de Xita
y Pilarín
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