miércoles, 12 de abril de 2017

Muerte con sospechas



La policía autonómica, no se fiaba demasiado de lo que Nayim, el amigo Narciso Yates Imperial, vino a significar a parte de la denuncia en regla de la desaparición de Irene y comenzaron con las pesquisas, para ver donde llegaban ciertas noticias que los jueces poseían y que estaban en proceso de investigación referentes al amigo y de la poca importancia que la familia de Irene había demostrado por darle entierro a la mujer.

Con lo cual también los cuerpos de seguridad hicieron que se iniciara cierta investigación para descubrir aquella muerte tan rara, que no levantaba apenas duelo, ni pena por parte de hermanos y sobrinos, que a la postre eran los que le quedaban a la difunta y cierto nerviosismo por parte del quizás amante de Irene y que lo había dispuesto todo para que nadie tuviera sospechas.

Al cadáver lo encontraron los bomberos, al entrar por la parte trasera de la vivienda, en colaboración con los Mossos del Guinardó, que fueron los que intervinieron de oficio, dando a posteriori, aviso a la familia de la finada, con escaso resultado misericorde.

En la vivienda se hallaron documentos en los que negocios del amigo de Irene, el ínclito Nayim andaba metido, que además les daba la posibilidad de hacer aquellos viajes extraordinarios a muchos lugares del mundo. Bogotá, La Paz, Caracas, Miami, La Habana, Bruselas, Rio de Janeiro, ciudades extraordinarias y despampanantes donde ellos habían paseado su amor y sus negocios de tapadillo. Además de un completo diario con fotos y comentarios de la relación que Irene Delapeire mantenía con sus hermanas, desde la muerte de su madre Xarme, la que idolatraba a su hija la menor, aquella Irene frágil que nació cuando ya nadie lo esperaba y que fue un regalo de Dios para según que personas, despertando una fiebre loca de celos en el resto de los componentes de su familia.

Irene fue una mujer muy guapa, que por medio de su figura y de su embeleso vivió durante toda la vida.
A pesar de estar bien colocada en una empresa puntera de la ciudad, pronto se las ideó para dejar de madrugar, ser una empleada normal y llegar sin esfuerzo a ser propietaria de su piso en Ferrer de Blanes. Contar con ciertas cantidades que le chorreaban cada final de mes, y algunas otras cuando ella se lo proponía, por parte de quien estuviera a tono, o el poseedor de sus noches de encanto.

Había nacido en el seno de una familia humilde, y las penurias al comienzo de sus días fueron de tronío, sin embargo, ella con ese carácter que le envolvía y una sonrisa ni triste ni demasiado altanera, sabía domesticar al hombre que se proponía, ya fuera casado o soltero, mas bien con caudales y de buen ver, con futuro prometedor, para que ella de la manera mas directa saliera beneficiada.

Morena clara, guapa y natural con rasgos poco marcados, siempre pasando desapercibida, buen tipo esbelta y una voz entre cariñosa y agradable, sabía cuidarse desde que amanecía y los esfuerzos que ella hacia jamás eran para perjudicarse, ni la espalda ni la cartera, sabía donde arrimarse siempre para que esos detalles tan poco románticos estuvieran solucionados desde el comienzo.
Un tipo perfecto, ni muy larga ni bajita, en la estatura preciosa de una mujer muy bien proporcionada y llamativa, buenas piernas y mejor culo hacían de la señorita Delapeire, una candidata a la mejor de las felicidades.

Había comenzado de muy joven a destacar por publicitar productos domésticos, y ser azafata en las sedes de Barcelona de las Ferias de Muestras, y demás eventos comerciales de la Ciudad Condal, eso le dio pie a que en un principio un empresario muy juncal dedicado a construir casas y complejos de viviendas, se la llevara a Mallorca de vacaciones y desde ahí, se iniciaron todas las pesquisas que la llevaron a vivir como una reina entre los veinticinco años y los sesenta y tres, que fue cuando empezaron las demoras en todo lo concerniente al bienestar personal y a flaquear las cuentas corrientes de la dama.
Generando envidias en alguna de sus hermanas, también solteras como ella, pero peor paradas por la naturaleza.

El seno de aquella familia lo componían ademas de los padres, cinco hijos y, eran un varón y cuatro hembras, el muchacho era un pedazo de pan que se le llevaba con un hilo de lana por donde quisieras, había quedado tocado en uno de aquellos ataques de Meningitis y que no pudieron hacer nada los médicos ni los padres, ya que le sobrevino muy de niño, en el año de la guerra, con lo que siempre arrastró alguna deficiencia, que no le quitó ser un empleado decente en una empresa de los “Quince”, muy cerca del Paseo Maragall, la nombrada Sistemas de Control, dedicada a las artes gráficas para la empresa. Libretos oficiales, bloques de albaranes, facturas, diseños de formularios y libros de control y seguimiento.

Una de las hermanas, casada y desplazada de su hábitat, se veían de tanto en cuanto y no participaba en los grandes eventos de los que cocía la familia. En cuanto se emancipó Irene, le surgieron los problemas con las dos hermanas mayores, que pretendían frenarles la decisión, por motivos personales y rabias contenidas. Se marchó de la casa materna ya mayorcita, sin la aceptación normalizada de Xita y Pilarín














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