El día en que Doña Concha, se contagió del brote de la fiebre
del nefasto año diez y ocho, fue un domingo nublado de madrugada, recién
llegado Saturio del Casino, tras perder una fuerte cantidad de dinero. Se había
jugado parte del patrimonio en acciones que poseían del Balneario, quedando
estas esquilmadas en favor de otro sinvergüenza del mismo calibre que el “saca
muelas”.
Siendo recriminado de forma agria por Concha, que ya llevaba un
tiempo advirtiendo y sirviéndole de reflexión, por su forma de actuar.
Dejaciones que tenía cada vez más clamorosas, con las niñas y con ella misma.
Falta de atención a la Botica, juergas interminables, líos de faldas con las
señoras del pueblo, y con las meretrices de las posadas de lenocinio, sin
llevar cuando menos el disimulo y el cuidado del inicio de las veleidades.
Siendo por otra parte estas acciones, escarceos seductores y
demás, de dominio de su esposa y del propio Arnedillo.
Aquel domingo tuvieron una bronca muy prolongada y muy severa,
tanto que no llegó a mayores con las acciones, gracias a la intervención de la
hija Charme, que ya contaba con diecisiete primaveras y era la que administraba
aquella familia a nivel de cuidado con sus hermanas menores, de control con el
servicio doméstico y de las múltiples atenciones que la gran casa necesitaba,
al estar la madre Doña Concha, como el padre ocupados en los quehaceres
públicos, dados del cargo que poseían tanto en el Balneario como en el Casino
de Arnedillo, sin contar con un despacho de recaderos que recorrían La Rioja
entera, con mercancías de todo tipo, entre ellas tejidos, manufacturas y joyas.
Negocio en auge, del que fue heredera Concha Puig por las tantas propiedades
como le había dejado el testamento paterno.
Charme, había puesto paz en la trifulca que mantenían sus
padres, no sin observar el aspecto que traía Saturio, sendos cortes en los
antebrazos de arma blanca y en la forma que los pretendía disimular ante
aquella mujerona que era la señora de la casa, la cual propensa a que le dieran
unos achaques de apoplejía, que la dejaban desmayada, tuvieron que llevarla a
sus aposentos las asistentas de servicio y encamarla con unas vasijas de agua
caliente. Suministrándole unos brebajes que el propio esposo había preparado
con simientes y tallos de tomillo e hinojo y que él mismo le suministraría
llegada la noche.
Una vez la madre descansaba en su cámara, acompañada por el
resto de sus hijas Marina y Xon, Charme se enfrentó con su padre, exigiéndole
le explicara en primer lugar de donde venían aquellos cortes que llevaba en los
antebrazos, hechos que sin duda los había recibido en alguna reyerta, con algún
desaprensivo.
Esperando recibir por parte de su padre aquietas explicaciones
de su proceder, ya que desde un tiempo a esta parte, por falta clara de
comunicación del boticario, en no cumplir, ni tan siquiera disimular aquello
que debía estar preestablecido entre el matrimonio, tenían detalle.
Notando a su vez el desfallecer del buen tono familiar, y de la
ausencia y falta de responsabilidades en su proceder, del desencanto y flaqueza
del erario familiar, por el tanto juego, mujeres y vino que necesitaba, un
padre que hasta entonces lo disimulaba con creces.
__ Tendrás que aclarar este proceder tuyo, que ya es una norma
indeseable que hemos de aguantarte, madre y nosotras
__ Hija ha sido un percance desgraciado. Ya me conoces y suelo
dejarlo todo bien agarrado, para sobre todo la gente no chismorree
_ Sin embargo ya me contarás como te has hecho las heridas, tan
profundas de los brazos, que da hasta miedo mirarlas, por lo feas y obscuras
que son.
__ Has de ayudarme, a esconder ciertas cosas que están en mi
despacho del Casino, que no puedo solventar yo solo.
__ Antes de eso, has de explicarme para que yo lo pueda entender
cómo es que te portas tan mal con madre y con tus hijas. Estás ocioso y sin
recursos, no eres tú, algo te está ocurriendo que nos ocultas y así dejarás de
poder tirar hacia adelante y en poco tiempo, serás una piltrafa, que no
podremos arreglarlo en forma alguna.
Sin contar ese enorme despilfarro que llevas, sin darte cuenta
que en nuestras arcas ya no entra dinero y solo hacemos que pagar deudas de
juego, de vicios y de vergüenzas, cuando hasta hace poco solía entrar los
dineros a borbotones.
Entiendo que los clientes de la barbería y los pacientes del
señor boticario, no sean gentes que estén sobradas de posibles, pero algunos
pagos hacían cuando te dedicabas y estabas al frente de la farmacia, ahora,
imagino se lo llevan los mancebos que tienes contratados y flaco favor nos
hacen, valdría la pena cerrarla y mandarlo todo al cuerno.
__ Todo cambiará hija, he tenido unas manos de cartas muy malas,
hace un tiempo y eso ha hecho debilitar mi persona, además de los insultos que
ha proferido tu madre contra mi persona, que creo son injustos y despiadados.
__ Estás enfermo padre, decir que has tenido mala suerte, cuando
tú eras el primero que le veías la brizna en el ojo al vicioso jugador, y
clamabas al cielo con tus maldiciones si era preciso y brebajes para sacarlos
de la degeneración. Ahora eres tú; el primero en sumarte al grupo. No te da
vergüenza lo que va diciendo el pueblo de ti.
Sois el hazme reír con el lío que lleváis la peluquera y tú. La
Dolores, a la que te tiras en su propia casa, sin importarte que tu mujer y tus
hijas tengan que soportarlo. Sin escandalizarte sobre lo que vierten sobre esa
familia y la nuestra, por vuestros escándalos.
__ He cometido muchos errores y graves, pero como el que voy a
contarte ahora, ninguno. Trataré de enmendarlo, tengo muchos contactos de
amigos que creo solventaran el asunto sin que intervenga la gendarmería y de
otros que no lo son tanto, que por el mero hecho de que me deben grandes
cantidades de dinero, provenientes del juego y de los líos de sus queridas,
portadas al Balneario a todo estar y con sanaciones deslumbrantes también me
echaran una mano para que todo quede oculto y nadie pueda enterarse
__ Por mi parte, no quiero saber demasiado de tus fechorías, lo
único que quisiera es que no des la nota en este pueblo, que todo se critica y
ya vamos apañados con lo que tenemos encima.
__ ¡Escúchame!, y deja tus retahílas para otro idiota. ¡Acabo de
matar al marido de Dolores, al amigo Segismundo, el bocazas de Arnedillo
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