La
muerte paseaba
gastando
la salud de un enfermo desolado
flácido
contagiado
que
se despide harto
del
horroroso miedo transparente
que
se debe sufrir en ese instante.
En
aquel tiempo fue mi luz y norte,
por
su gran comprensión
hasta
que se rompió por distinta moral.
Era
la divergencia del punto de partida.
Recuerdos
todos son, algunos crueles
la
imagen me quedó, para los tiempos
con
las manos atadas y mi semblante yerto
resistí el sufrimiento
Una
vivencia así te marca.
Así
comienza el fin,
por
ello terminamos. Morimos.
¿Vale
la pena ser tan consecuente?
La
vida nos la dan para vivirla
y
así es realmente.
No
querría volver a padecer
aquel
febrero tan doloso.
Despedida
que siempre vuelve a mi
y
que por mucho que duerma no cesa.
Nada
tiene que ver
con
la felicidad que necesito y quiero
obtener
de mi paso por la vida
Creo
que fue un miedo contagioso
aquella
turbación que arrastrábamos
no
nos dejó ni ver las consecuencias.
El
orgullo maligno evitó dar las razones,
para
querernos más, y perdonar
sin estrechar los lazos necesarios
sin estrechar los lazos necesarios
antes
de que la muerte le arribara
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