El
padre de Caterina
No dejó
pasar demasiados días Javier, en aquella cita pendiente con Cecilia, en la que
ambos acordaron que se verían sin falta. Aunque quedaran en detalles fijos y concretos
en las conversaciones que mantuvieron. Coloquio que a la postre fue tan a prisa
por motivos de urgencia de Cecilia, que les faltó tiempo, para comentar todo
cuanto ellos mismos necesitaban confesar.
Con lo
cual Javier pretendía el volver a reunirse con la boticaria. Ahora que sabía
por alivio de la propia madre, que Caterina era hija suya.
La
verdad es que esperaba con una impaciencia calmosa que llegara el momento en el
que se pudieran volver a ver, ya no por exigencia de nadie, sino por el gusto y
el placer de rememorar tantos momentos preciosos que ambos habían disfrutado en
la Barcelona de hace unos años.
Marcó
el teléfono del herbolario y esperó a ser atendido. Al cabo de unos segundos la
comunicación estaba establecida y una voz gruesa preguntó_ ¡Pronto ya bueno,
que va a ser!_. Buenos días_, contestó Javier y a renglón seguido preguntó por
Cecilia Hernández._ Soy Javier Martos Díaz_ Un momento, se pone.
La
localización que hizo el recepcionista hasta encontrar a Cecilia, fue
inmediata, debido a que ella misma estaba justo en aquel lugar.
Oyendo el
propio Javier a través del auricular, que esa misma voz repetía; a la propia
Cecilia: es un tal Javier Martos. No sé quien es ¿te pones?
Acto
seguido se escuchó a la mismísima botánica decir_: Dime Javi, que pasa ¡Como
estás!
_ Hola
buenos días, ¡Bien; estoy genial y ahora que te escucho más. Te llamo para ver
si hoy es posible que mantengamos una comida un poco más extensa, sin prisas ni
urgencias, y acabemos de hablar de tantas cosas que la otra tarde se quedaron
en la cantimplora.
_
Espera por favor un segundo y te digo, que se lo comento al jefe del
dispensario general, Don Cirilo, que lo tengo justo a mi vera y me escucha_.
Inquiriendo con un gesto interrogante explícito y mirándole a los ojos, al
bueno del patrón del complejo, seguía hablando con el comunicante, a la vez que
hacía partícipe al doctor de la misma conversación _: A ver si me concede esta
tarde libre para poder emprender lo que me dices_. Aprovechó el tono para que;
a la vez que le indicaba a Javier con esa frase, lo que preguntaba, a Don
Cirilo le sirviera de petición de permiso en firme.
Se
apartó un instante el auricular de la oreja, aquella boticaria seductora y Javier
escuchó perfectamente como interrogaba a su director.
_ Es
Javier, ya le conté el pasado día, ya sabe usted, el español. Me dice si hoy
pudiera ser que me ausentara un rato del servicio y aprovechar para dialogar
sobre unos asuntos de interés que seguimos teniendo_. Acabó casi sin jadear
Cecilia su consulta.
Bastó
un gesto de complacencia de Cirilo, para comprender Cecilia, que la seguía
apoyando como si fuese su hija y que tenía la venia para tomarse esa tarde y si
fuera preciso toda la jornada siguiente, para que ella resolviera tantas
cuestiones que estaban aparcadas desde hacía mil días.
_
Javier Martos, ¿me atiendes?_ asintió la Doctora Hernández, esperando que su
interlocutor volviera a estar en primer plano y hubiera compartido el
desarrollo de los últimos segundos, detrás del teléfono, ayudado por su gran
intuición.
_¡Claro
que te escucho y con interés! _ Concluyó el joven_. Dime cómo y cuándo nos
encontramos.
_ Esta
tarde pasa a recogerme a partir de las trece horas. Haremos lo que propones,
antes te llevaré a almorzar al mejor sitio, te sorprenderá y desde ahí, organizamos
la tarde restante ¿Te parece?
Aún
faltaban dos horas para que se cumpliera aquel momento y recogerla frente a la
botica de medicinas, Javi lo usó en contactar con Marianela vía teléfono para
concretar ese pedido que pendía de la firma del Gabinete del Obispado, que
sería el que asumiría los gastos de la instalación y el pago de todas las
facturas generadas.
Manuela
Pinote, más conocida como Sor Marianela, tuvo que trabajar mucho para convencer
si no a toda la curia costarricense, ¡Sí!, a buena parte, puesto que ellos no veían
absolutamente decente ese lavatorio de culo moderno, ni necesario. Con el papel
de periódico atrasado, para limpiarse el ojal, cortado a cuartos primero, después
con el higiénico, el menester de asistencia tras obrar quedaba resuelta. Toda
la vida se había procedido igual, restregando tantas veces como fuese necesario
se conseguían resultados satisfactorios y sin tener que vaciar las arcas de la
iglesia. Por otra parte, la inmoralidad y el pecado que ofrece ese ingenio, por
la desnudez que necesita para desarrollar la intensa limpieza, lleva directamente
a uno de los pecados más horribles que existen dentro de los preceptos
religiosos.
Las discusiones
fueron de primera, y los reproches entre viejos curas quedos en el último
tercio de la Santa Inquisición, hacían frenar aquel rejuvenecimiento de la
iglesia en las misiones americanas. Aquellos viejos pecadores disimulados entre
sus sotanas no daban con una salida al proyecto, hasta que a Sor Marianela, se
le acabó la paciencia y en una conversación privada y personal que mantuvo con
cada uno de ellos por separado, se cambió la forma de pensar, de proceder, y de
resolver.
El
resto del personal incluido el propio Obispo, y su adjunto el coadjutor de la
vicaría general, estaban de acuerdo desde que por primera vez mostraban en acto
presencial las virtudes del nuevo invento_ kosnische Wasser, al español traducido: Wáter
Cósmico_, y además por la cercanía de la Convención preparada en meses
en aquellas dependencias y alrededor de todo el país centro americano por las
Madres Trinitarias para instruir a más de cuatrocientas aborígenes llegadas de
todos los poblados en lo que se denominó: La intimidad higiénica para Mujeres Nativas.
Los
acuerdos con la Schissen Lecker, los firmaron y la maquinaria de
infraestructuras comenzó a movilizarse para las instalaciones de cuantos
equipos fueran necesarios, comenzando por aquel cuartel general, que era el propio
Convento de las Hermanas Trinitarias.
No
tardó en atender la llamada Manuela, que por sorpresa la pillaba saliendo del
confesionario.
_ Eres
Javier, ¿verdad?
_ ¡Sí!
Imagino esperabas mi llamada para concretar que clase de negocio hacemos_ Le
dijo Javier sonriente y dicharachero esperando cualquier barbaridad por parte
de aquella monja tan especial y moderna.
_ No te
entiendo nada, que quieres decir con esa pregunta tan retórica ¿La clase de
negocio que vamos a hacer? Imagino que
será con el mismo trato y las mismas comisiones que concedéis a cualquiera. O
es que por ser monja me van a dejar ¿fuera de la retribución? Soy tan mujer
como otra cualquiera y también tengo mis gastos y mis ilusiones, a pesar que en
ciertos momentos, vaya vestida con el hábito el velo y la túnica de reverenda
madre de mi congregación.
_Bueno
Marianela como veo que estás puesta; muy puesta, dime lo que quieres
directamente, te lo mando preparar y tan amigos.
Sé que
contigo las cosas son normales, me hablas con franqueza y con más claridad que
nadie de los que te rodean, que a su vez ¿también querrán algo, no es así?
_ ¡Pues
no! Aquí la que compra soy yo. Ha sido así durante muchos años, ¡vamos! desde
que soy la Madre Superiora de las Misiones en América y los que pagan tendrán
que aceptar las condiciones de la empresa Schissen Lecker y no hay más.
_Quieres
decirme que el Obispo, Vicario General, el mosén Massana confesor de la
parroquia, el delegado, las hermanas y novicias ¿No esperan nada de la venta?
No me lo puedo casi ni creer. Aunque si tú me lo dices, es para aceptarlo de
buena tinta.
Ya
habrás pagado_ siguió argumentando Javier, desde el teléfono_ con creces el
precio de semejante peaje, o lo que es lo mismo; el permiso y la firma de todos
los contratos.
_ Mira
Javier, vayamos al grano_ todas las reformas y las nuevas instalaciones suben
mucha pasta, que será abonado por la Diócesis de Costa Rica. Con varios plazos
de instalación y de reforma en las diversas parroquias, colegios mayores y
conventos de este país, sobre todo en las diversas congregaciones de San José.
Mi
negociación con ellos ha sido muy dura y cuando digo con ellos, son todos los
que tienen poder ejecutivo, los que distribuyen el dinero de los presupuestos
que a su vez se recibe directamente desde el Vaticano. Por tanto yo me quedo
con el dos por ciento de lo vendido que lo cobraré en euros o en dólares, según
esté fluctuando la moneda. En todo caso abonado en aquel momento, en la divisa que
cotice más al alza.
CONTINUARÁ
to be continued...
1 comentarios:
Apreciado amigo Emilio esto es fabuloso amigo, es magnifico
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