Segunda parte de la lágrima marina.
Tras haber visto aquel espectáculo en la linea de la guagua que une el Puerto de la Cruz, con la población de la Candelaria, Mirna comprendió que ella ya había dejado todos los valles, incluido el suyo tan querido, el de la Orotava. Sin billete de vuelta. Subió más arriba que la altura que tiene el Teide, hasta llegar a un estrato entre el universo y lo ignoto.
Por cierto_ preguntó Mirna al indescriptible invisible_ ya que me conoces y me proteges desde hace tanto tiempo, sin conocer ni yo misma ese detalle, y es más te diré; creo que dentro del recuerdo de mi familia, nadie jamás ha comentado palabra alguna referente a la figura o al espiritu de la Tinahujea_. Explica si puedes, o mejor; si quieres ponerme al corriente, de lo que pasó con mis antepasados, cuando la reconquista, que tanto has mencionado.
No se de que va todo este invento_siguió argumentando Mirna_, y ya que he perdido mi vida por lo menos convenceme con alguna ilusión que valga la pena y consiga que me olvide de todo el padecimiento al que me has sometido.
Aquella figura angelada transparente tomó la palabra conociendo que Mirna, no tenía ni idea de nada. Sus propios padres la desconocian como ella. Entre aquella familia no habia habido transmisión verbal sobre los recuerdos, las ilusiones de aquellos que les habían prededido. Toda la información sobre el tatarabuelo Isaías, el que se enfrentó con Don Alonso Fernández de Lugo, para evitar la muerte de aquellos guajiros y salvar al jefe Tanausú murió con él.
Tanausú que engañado por un primo suyo, chambelán de las tropas castellanas lo llevó a su final y al de su pueblo_ acabó su frase el invisible evaporado_, para fijarse en aquella mujer, que ya envuelta en los interminables sueños de las tinieblas, seguía escuchandolo atentamente para continuar exponiendo la historia.
Cuando Alonso Fernandez de Lugo, vio que militarmente no podía doblegar a los guanches capitaneados por el gran jefe de la tribu Tanausú y debiendo resolver aquella papeleta lo antes posible, envió a un familiar de este que hacía años servía a las huestes militares.
El rey de Castilla quería una victoria en aquella isla, la más occidental del archipiélago. La Palma. Preciosa isla con forma de corazón y con alma propia que tan solo pisarla, inspira por lo menos haber vivido en otras épocas en ella. El monarca conociendo que unos indigenas aborígenes nacidos en la Caldera de Taburiente, sin defensas ni armas, plantaban cara a las tropas del entonces mejor de los ejécitos del mundo descubierto, quiso acabar con el asedio de inmediato. La queria para engrosar a todo aquel conjunto de puntos de enclave y críticos en medio de un océano que entonces se creía plano y sin retorno. Enviándole misiva a Fernández de Lugo para que la ganara o dejara paso a otro captán mas resolutivo.
Esa circunstancia a Don Alonso, le restaba prestigio por ello engañó a Tanausú, mediante su familiar, prometiéndole le dijera al jefe moreno, que una vez intercambiaran saludos y regalos, los soldados castellanos se volverian indefectiblemente a la península_ allí entraba el concurso de Isaías, el soldado enrrolado en las tropas de Don Alonso que intentó salvar al lider guanche_. Dijo convencido aquel espíritu desdibujado que le hablaba a Mirna.
Alonso no ganó en el campo de batalla, se hizo de la isla de forma cobarde, a pesar de la bronca que montó tu tatarabuelo, ni tuvieron en cuenta las repercusiones que aquello traería. Lo arrestaron junto a Tanausú y a ambos venían hacia la península para ser sin duda ajusticiados. Antes de que el jefe guanche se quitara la vida en el bergantín que lo transportaba.
Vaca guaré, ¡ vaca guaré! Que en el castellano primitivo quería decir o significaba: quiero me morí
Ahora se cumplen fechas de aquellas efemérides y tal y como en la isla de la Palma, no hay ninguna calle, paseo, escultura, reflexión ni mención del adelantado Fernández de Lugo por el flaco favor que le hizo al primero de los responsables de los guanches y por los desmanes que propició en el tiempo que siguió, los espíritus han querido que tú; Mirna Adeje, descendiente del platanero, Sándalo Aganto, a su vez nieto lejano de Isaías de Aganto, seas compañera entrañable del hijo de Tanausú y Tinahueja y seáis quien dirijais desde el confín de las esencias las directrices del pueblo Guanche
Fin de la historia que me contó una sirena en la Palma
Espero haber sido el escribano de su deseo y tu comunicador.
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