martes, 10 de junio de 2014

Garajonay misterioso

Había pisado con sus propios pies la isla. Se descalzo y poso sus plantas en aquella fenomenal cala de arena volcánica.  ! Una gozada ! Tan esperada desde su llegada al archipiélago.  No es que todo le fueran sorpresas, pero !si!, Alguna le había sobrevenido en su curiosidad.
Hubieron instantes que sus ojos no daban abasto por donde mirar.  Recordaba fielmente aquellas imágenes, después de tantos años. Todo lo que enfocaban sus pupilas era digno de retener, para usar en algún momento y referirlo si hubiera caso, en relación y con referencia al cometido que le había llevado al lugar.
El olor de la isla le proporcionaba esencias caribeñas difíciles de ignorar, dados los recuerdos que le acompañaban.

Un digno paraíso aquel sitio, para el descanso y los secretos, de no llevar una causa concreta que le obligaba a ser expedito.

Se alojó en el hotel Playa Paraíso, que le quedaba un poco retirado de todo el meollo.  Tanto de la parte sur de la isla,  como del resto de los puntos de diversión y copas.  Sin embargo, a Lluis,  le venía al dedo, porque allí no le iba a faltar tranquilidad,  para preparar su encargo.

Por tanto para él,  que no debía demostrar lujos ni apariencias, sobresalían más las ventajas y lo conveniente que, lo fatuo o banal. 

Aquellas instalaciones del hotel que con seguridad, fueron diseñadas hace sesenta años; no habían perdido en absoluto el sabor a mar, que recordaba. Todo parecía haber quedado inerte. Cómo fue en su inicio, original y perdurable. Tan solo habían sido modificadas por conveniencias y reparación algunos de los cómodos sofás y butacones en la estancias comunes. Estando limpios y curiosos pero, siendo exactamente aquellos de antaño. Por ello alguna de sus estancias comenzaban a estar obsoletas y decadentes, dejando un residuo de poca modernidad y nada vigente. 

Lluis y Marylin bailaron en aquellos salones hasta la extenuación, disfrutaron de aquellas habitaciones como posesos en las noches de pasión y sexo. Pan amor y fantasía a granel. Se mojaron en las piscinas de aguas minerales, en aquellas mañanas soleadas, paseando desnudos por las calas desérticas. Degustaron los manjares en el gran salón comedor con la atención directa del gran jefe de aquella famosa cocina.

Hasta que Marylin desapareció de la vida de Lluis en extrañas condiciones que aún están por resolver.

Recordaba Lluis aquel invierno del año 1969, en que aprovechando unos días festivos y siendo empleado de Iberia Líneas Aéreas, sacó dos pasajes para Tenerife, dos boletos de esos que las compañías regalan a los empleados y que por mediación de una prima hermana de Marylin, que trabajaba en Viajes Tejedor, les proporcionaba muy baratos los días de la estancia en el Playa Paraíso, se vinieron sin más.


Entonces el hotel se encontraba de muy reciente uso y quedaba alejado muy mucho de los lugares de diversión. !No importaba!, ellos querían pasarlo en grande, vivir del amor, desnudos sobre las arena volcánicas y haciéndole un guiño a la suerte.

Necesitaban usar sus cuerpos hasta gastarlos encima de una cama de lona, bajo la luz de la luna. Comer de ese sabroso mojo picón y beber del vino delicioso de la Malvasía, hasta que sus higadillos dijeran !basta! Con los compases de la música salsa del entonces afamado Caco Senante.

Tras una excursión a Garajonay, ella, Marylin, !Desapareció!
¿Lo abandono todo? Marido, costumbres, vivencia, familia.

Durante unos días Lluis la buscó por toda la isla y no encontró ni un solo resto de ella, ni escrito, ni nota. Desapareció. !Se la tragó el Océano!

Jamás supieron de ella,  !Jamás!

Lluis volvía 45 años más tarde acompañado por una mujer distinta, la suya. Fredesbinda.
Con una pretensión. Resarcirse de aquel  mal trago y conocer bien Playa Paraíso

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