Viene de la última
entrega
El wáter cósmico...
Esta
historia conecta con la última entrega
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Para recordatorio de otras. Ver el links de la última publicada
Para recordatorio de otras. Ver el links de la última publicada
_ Por
cierto Pajarito, voy a presentarte a mi amiga, ¡la mejor!, es como si fuera mi
hermana, y la verdad, para ser sincera, me moría de vergüenza tener que
recibirte así de buenas a primeras, se me hacía un mundo. Por ello, pensamos en
esta travesura, espero nos disculpes.
Se
acercó a Carla, que permanecía emocionada junto a la parte opuesta a la mesa. Nerviosa,
contenta, alegre y feliz por ver a su amiga, ¡tan feliz!
_ Te presento a
Manuel, el amigo, del que te he hablado tanto_ dijo Metchild mirando a los ojos
a Manuel, con mucho cariño
_ Hola Carla,
encantado_ comentó Manuel mirando a la muchacha fugazmente, para proseguir
mirando a Metchild, seguidamente.
Instantes en los que se le hacía muy difícil fijar sus ojos, sin poder
desunir su mirada de Carla, aquella mujer preciosa, que con el dominio de su horizonte,
le obligaba a pensar y querer entender porque le ocurría todo aquel misterio.
El invento que habían montado, para generarle aquella confusión tan penetrante, al
mismo tiempo que le habló con toda la confianza, que le permitía aquella
situación.
_ No sabía que
pensar_ dijo Manuel_ al verte llegar con el mozo y, pero para decirte la verdad_,
volvió a titubear con las palabras_, hubo un instante que te iba a besar sin
más.
A punto de
abalanzarme sobre tu cuerpo. Creí que tú eras a quien venía a ver y a conocer.
He pensado inclusive que eras Metchild, que habías disimulado el verdadero
perfil, tu figura, tu cara y ¡qué sé yo!
, lo que he cavilado.
Menos mal, que ha
sido corto y no se ha prolongado, porque es para quedarse sin habla_. Carla, no
quiso responder a Manolo y se limitó a sonreír y a escuchar.
Se dieron un beso
de cortesía y quedaron uno frente al otro mirándose, hasta que un biorritmo eléctrico
los puso de nuevo al corriente. Carla ya no hacía nada más con ellos, por lo
que intentó en primera instancia despedirse de su amiga y del recién llegado,
aquel español sincero.
Metchild intentó
sin demasiada insistencia en que les acompañara Carla a la hora de la cena,
agradeciendo a su amiga que se retirara tan gentil y les dejara ya a los dos
solos para decirse todo lo que aguardaban y les era tan urgente.
_ Os dejo
tranquilos, que tendréis muchas cosas de que hablar_. Manifestó Carla,
comenzando a desembarazarse de ellos y sin más dilación desapareciendo tras una
leve ceremonia de despedida. La mesa en el comedor les esperaba para degustar
de una cena prolongada, antes de ir al Teatro Nacional Rubén Darío.
El servidor del
Hotel, Los Robles, los pasó al comedor principal, ocupando una mesa que estaba
situada, al lado de unos grandes ventanales que daban al fenomenal jardín,
donde se acomodaron con mucha tranquilidad, existiendo en el ambiente una
alegría contenida.
Les atendieron
unos camareros de forma sublime y comenzaron a servirles con un cóctel de piña
colada y unas gotas de ron Bacardí.
Metchild se
miraba a Manuel de una forma cariñosa, esperando de él gestos sexuales muy
cargados de sentido erótico, sin embargo a él le había quedado algo de
aflicción por la forma en que lo recibieron, y de entrada le costó entender que
todo obedecía a una estratagema de mujeres, mirando de no ser engañadas ni
siquiera por el mismísimo guaperas de las Españas.
_ Te veo, extinto
con lo que tú eres. Tan alegre y tan
faldero, que no pierdes tiempo para hacer arrumacos o es que ahora en el trecho
real, te atemorizas. No has aludido ni una sola vez a mi cuerpo, ni le brindas
esas miradas que solías hacer a mis pechos en la distancia. Por ello, te
encuentro poco ágil_. Preguntó sin miramientos Metchild, con una fiebre felina
que le arrugaba el semblante.
_ No es nada,
solo que me has ganado por la mano y no me esperaba, que el encuentro fuera tan
a lo certificar e indudable, que pudieras dudar de mi persona, con la de veces
que lo hemos hablado. Yo ni había pensado en que tú pudieras pensar tan a lo
descabellado, y pensándolo bien, es una medida que siempre deberíamos tener con
todo lo desconocido, te felicito por hacerme pasar por el tamiz y no dejar nada
a la suerte, afianzando tu seguridad.
Por mi parte, ni
pensar en esa astucia, ni en ninguna otra, venía al bulto con la alegría de la
felicidad descorchada. Tan solo pretendía vivirlo en directo por mis propios
ojos y descubrirte de nuevo, al tocarte, al besarte al rozarte, detalles que no
había podido hacer por las redes.
_ No seas ingenuo,
siempre has sido tú el que me obligaba a tener la seguridad necesaria en todo,
tus consejos siempre los he procurado respirar y de hecho me han dejado buen
ejemplo y me han valido. Por lo que el hacerlo hasta contigo, no has de tener
preocupación, ha sido el diario de mi costumbre.
Estoy feliz al
tenerte a mi lado y espero que esta sensación que tengo dure por siempre y no
tengamos dudas ni lagunas en nuestra relación. Sin embargo no quiero tampoco,
que tras todo este meneo, seas tú quien dude de la realidad, de lo que siempre
hemos hablado. Nuestra sinceridad y prefieras quedarte con mi amiga, de la que
me he dado cuenta, no has dejado de observarla y he visto, que tampoco hubiese
sido ninguna desgracia, que ella hubiese sido yo.
_ Te veo celosa
Metchild, eso puede ser bueno, bien administrado, pero tampoco quiero
discutirme contigo en cuanto a eso, cuando has sido tú la que has preparado
este chocho conmigo.
¿No crees querida?
que, los términos los trasladas más allá de lo que pueden medirse. Solo te he
comentado aquello, en lo que me he visto rebosado, pero eso no significa nada,
ni rompe nada, solo que por la confianza que retengo de ti, me he visto medio
atontado y a la altura de un forajido.
El sommelier, al
pie de la mesa esperaba de Manuel y de Metchild, probaran el vino que había elegido el señor Manuel García de la Serrana,
antes de que llegara la señora Metchild, cuando reservó la mesa y los detalles
posteriores que debían sucederse en el transcurso de la velada.
En Tacna, ya
había aterrizado el avión procedente de Madrid Barajas, que transportaba a
Natalio, a Angüela y a Otto, los cuales al bajar a tierra, quedaron fascinados
por la luminosidad de la ciudad andina, la que perteneciendo a Perú. Estaba a
escasos kilómetros de la frontera con Chile, motivo por el que fue elegida para
poder dominar el perímetro de los Andes y la franja del Pacífico, sin olvidar
la gran urbe del Perú y su zona de influencia, en la comercialización del wáter
cósmico.
En el Aeropuerto
de Carlos Ciriani, les esperaba Ángel, que ya resabiado por las informaciones
que le había dado su novia Demetria, hija de Natalio, esperaba en algún momento
alguna salida de tono, por el ambicioso plan que llevaba sumergido a Ángel
desde hacía un tiempo y que con el viaje de presentación a América, podía poner
de una forma más efectiva en marcha.
No estaba
dispuesto a que su suegro, le pusiera las peras a cuarto, lo tenía, todo muy
preparado. Con su ingenio y su gusto por las cosas, sin dejar aparte el empeño
que ponía por las mismas, podía frenar a aquel caballo pelotero de Natalio, que
subido en la cumbre de la empresa y creyéndose el más listo del universo, podía
con todos.
En la sala de
llegadas del aeropuerto Tacneño, esperaba Ángel desde hacia media hora, venia
directo de su hotel el Princess, que lo alojaba de una forma agradable y
acogedora.
Le quedaba
céntrico, en el entorno de todo el meollo de la ciudad y para sus tratos
comerciales, sus ventas y sus quehaceres. De película le vendría por no estar
alejado de ninguno de los lugares más importantes de la metrópoli.
Hablaba Ángel con
su oficina en Zaragoza, para resolver aspectos administrativos y de
conocimiento de último momento, cuando vio aparecer a las tres piezas angulares
de la empresa Schissen Lecker.
Satisfechos con
una hendidura en la boca por sus sonrisas poco frecuente sobre todo en los
alemanes, un agrado fuera de lo normal en personas tan sumamente inexpresivas,
y con una vertiginosidad acostumbrada para el cambio de carácter de un minuto a
otro.
Un abrazo de
Natalio, a Ángel, le sumergió en un pensamiento concordante y familiar, el beso
de la “frau” Angüela y el movimiento mecánico de testa, a la vez que le
destrozaba la mano al vendedor, de Jürgen, hacía y servía perfectamente de
bienvenida y de presentación en el Carlos Ciriani.
_ Hola que tal el
viaje, ¿Largo? – valoró Ángel, observando con su vista de águila a Jürgen,
desde un paso atrás esperando sus próximos movimientos, que por otra parte, los
ejecutivos alemanes, siempre tienen estudiados.
_ ¡Nada!
Muy bien, prácticamente durmiendo todo el trayecto, eso pregúntaselo a
Natalio, que se ha pasado el camino trabajando y no te digo de la Frau, que no
deja títere peinado_ acto seguido y sin dejar que respondiese Ángel, Natalio
sumó al comentario_ Pero si ahora volar es una maravilla, te lo traen todo, te
lo ponen en bandeja y lo único que noto son las piernas que al no poder
estirarlas como quisiera, las tienes un poco entumecidas, por lo demás muy
bien.
La señora Ánguela,
parecía que esperaba el fin de la frase de Natalio, para entrar al remate, sin
dejar expresar sobre la última observación que hacía Natalio_ Maravilloso,
querido Ángelo, de película de amor, estupendo. Nada que reprochar a estas
empresas que todos los detalles apreciables cuidan, ya se parecen a la nuestra,
¡verdad! Lo que dice Natalio, las piernas que se te inflaman de la poca
circulación que se les exige, entre la altura y la presión, pues eso, cansados
pero contentos.
To be continued
Continuará
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