lunes, 19 de mayo de 2014

Arte para Mía



Escribía  a menudo de sus pasiones y sus ansias con Feodor, recordando a su amor_, decía Olga_. Por las tardes cuando él estaba franco de servicio y libre de sus tareas, solíamos ir, a la playa de Veracruz. Villa del Mar, preciosos atardeceres y caída del sol, buscando la penumbra de la noche y allí desnudos y furibundos fornicábamos saltándonos las prohibiciones como brutos.

Gozando aquel amor ilícito que estaban decididos a seguir, rompiendo todas las normas y leyes para enfrentarse con quien hiciera falta.

En el lugar había una palapa, que es una vivienda indígena construida al aire libre con techo formado con romeras secas y soportes de madera de palmera.
Mirando hacia el cielo era posible ver unas puestas de sol preciosas y en esas tardes_, asentía con nueva furia Olga, intentando remontarse unos años hacia atrás.
_ Me hacía el amor, con una intensidad de locura. Yo estaba casada, pero lo mío no funcionaba, tenía un esposo muy apático y borracho, que solo sabía tomar tequila y no le marchaban las naturalezas genitales necesarias para hacerme feliz.




Cuando conoció a Feodor, todo cambió en medio segundo, fue un latigazo del alma, tan deprisa comenzaron a notarse atraídos, que pecaban hasta de ignorancia. No les dio tiempo de pensar en nada más que en ellos, en ser felices. Olga le seguía porque se empapó de él, y encontraba delicioso vivir aquellos días fuera de la normalidad apartada de lo legal, era como un empuje que le abocaba a la locura más voraz.  Poder engañar a su marido, durante todo el tiempo y,  que este consintiera, no abriera la boca era de ser un cabrito resabiado.
Feodor y ella hacían planes de todo, algunos fuera de lógica. No tenían demasiada sensatez para pensar de verdad, que es lo que sería definitivo.

_Siempre deseó una hija _ seguía comentando Olga, mientras recordaba aquellas escenas_.  La verdad que al principio creía que solo tenía ganas de retozar conmigo y disfrutar de una mujer completa.
Su pobre esposa estaba postrada en la cama hacía más de catorce años y ni la podía tocar por sus huesos de cristal.
Sin embargo, a medida que yo le iba dando amor, él se dejaba llevar como un corderito con un hilo de lana. Era sobrenatural, como habíamos llegado a necesitarnos tanto, y llegó además de la atracción y la persuasión, el no querer estar separados demasiado tiempo.


En una relación de antaño, con una delegada del partido de los obreros_, seguía charlando Olga_, tuvo dos varones, que ni le miran a la cara, por causas del manifiesto y doloroso olvido que dan algunos padres a los hijos que no tienen trato, o que por causas diversas no se relacionan con frecuencia.

No podía contar con ellos_, miró por la ventana Olga, con los ojos llenos de lágrimas_, a pesar de los intentos sin éxito que Feodor ejerció cuando ya no contaba con excusas y tuvo posibles.
Ahí falló estrepitosamente con sus hijos, los abandonó y ahora ellos no quieren saber absolutamente nada del padre, con razón.

Me preocupa, la insistencia con la que pretende preñarme, solo piensa en hacerme una barriga, en una hija, ¡es hasta molesto! ¡No el joder propiamente! ¡Qué coñazo, su manía, le quita cuerpo al meneo! ¡Sí...lo disfrutamos!   Bienvenido sea el polvo y la jodienda, pero sin presiones, ¡Solo por animación!

Es cansado, su pretensión de obligarme a pasar de nuevo por la maternidad, sin putas ganas_. Adujo, casi con desdén Olga, colocándose bien la tira del sucio y sudado sostén, tras acomodarse un pecho.
Yo no quiero verme de nuevo cambiando pañales ni dando la teta a ningún renacuajo más.
Mi vida está orientada a vivirla locamente sin tener que dar ejemplo, ni mantener a nadie. Ya he pasado por ello y ahora no me conviene repetir sin necesidad por aquella mierdosa existencia.
Es como una obsesión enfermiza el querer tener una hija, una hembra a la que le pondría  Artemia. ¡Lo tiene claro! Todo estudiado, es como una máquina estropeada. Si no fuese que jode tan bien, me engrasa divinamente y mantiene los vicios. ¡No sé donde lo mandaría!

Haciendo acrósticos_, siguió argumentando aquella mujer_,  imaginó el nombre de la futura niña, buscando relaciones verbales en un retozo de palabras con los deseos originales y en ocasiones  cambiaba solo de parecer, hasta que llegaba a la conclusión y anunciaba que  se llamaría María del Mar, y así traveseando con esos nombres, surgió Artemia, Arte por mis legados del cielo_ según dice convencido_, y mía, porque siempre quiso poseerme esclava_. Aquella larga exposición finalizó cuando a lo lejos veía a su hija que llegaba de la playa con mucha prisa, accediendo a la palapa, y recriminándole a Olga, su madre.

_ Has vuelto a beber y a drogarte ¿verdad?

_ ¡No! Solo me fumé un  par de chifles pensando en Feodor, le extraño tanto.

_ No ayudas a nada, eres un ser muy egoísta. Solo miras por ti.

A los demás que les den…  Hace más de cinco años que se marchó con una turista Sueca, y aún le estás esperando. ¿Crees que volverá? Pierdes el tiempo_. Dejó de reprimirle cuando su teléfono móvil sonó y con el aparato en la oreja, salió a tomar el aire y atender la llamada.

_ ¡Dime Jimmy!, pero, no me entretengas, ya me iba, pierdo los nervios con Olga_ conocía muy bien quien le llamaba por eso salió y puso terreno por medio, para hablar con tranquilidad con su amigo.

_ Artemia, ya sabes cómo son los viejos_, dijo Jimmy_, y ella es tu madre, no ha superado la falta de su consorte. ¡Compréndelo! Parece que no tengas corazón.

_ Crees eso, cuando a cada momento me cuenta la misma historia y aunque_ siguió quejándose Artemia _  Ahí fui imaginada, deseada y engendrada, en esa palapa a la luz de la luna, con o sin deseos. El que te lo digan y repitan tanto se hace pesado.

_ Solo está recordando, simplemente piensa en el deseo de amor y en Feodor, que fue en contra de todos los cánones establecidos en su familia, en el pueblo y en todas las creencias religiosas_ Argumentó Jimmy, queriendo comprender a Olga y calmar a Artemia, siguió_ Ellos rompieron con la norma, él casado, con su mujer en una pitra enferma sin poder moverse.  Olga, casada también con un vicioso de cuidado, se enfrentaron a todos y resistieron sin partir a ninguna otra parte, viviendo en su palapa de amor. Ella posiblemente hasta la muerte.

_ Cuando la familia_,  tomó de nuevo la palabra Artemia_,  se enteró del estado de preñada de mi madre, no sabes, el alboroto total que se montó. Fueron el desprecio de Villa del Mar.  Aunque ella todo lo viera al revés y me decía que todos estaban muy contentos y alegres_ así lo contaba una vez tras otra para convencerse_ referían un orgullo falso con tanta expectativa, que nadie quiso saber de ellos, por todo lo que habían roto, familias, niños, tradiciones. En la familia de mi madre, nunca quisieron acogerla.

La familia de Feodor los repudió de inmediato, ellos que estaban tan vanidosos de su estirpe que no podían disimular la afrenta que les había tocado vivir con Olga. Por eso la dejaron sola, el resto de la vida. Sin prestar un mínimo de atención a su estado de gestación, ni a lo que traía, que era yo misma.
Mientras la esposa legal de Feodor, murió acompañada de todos ellos, y tuvo un final más o menos discreto.


Una detonación se escuchó dentro de la palapa, y un silencio seguido prolongado, Artemia y Jimmy, hablaban por teléfono, ella se había venido junto a las olas de Villa del Mar, para disfrutar del aire precioso del océano, de la arena del mar, del sol radiante. Un sobresalto accedió al corazón de Artemia, interrumpiendo la conversación con su amigo.
_ Luego te llamo, creo que ha pasado algo en el interior de la palapa_ precipitó Artemia_. No me asustes, comento alertado Jimmy.

Se cortó la llamada y Artemia, llego al interior de la cabaña, donde encontró el cuerpo de Olga tirado en el suelo junto con una escopeta de cañones recortados y con la cara destrozada. En una nota escueta decía_: No me esperes Artemia.

¡Es mejor así para todos!




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