Escribía
a menudo de sus pasiones y sus ansias con
Feodor, recordando a su amor_, decía Olga_. Por las tardes cuando él estaba
franco de servicio y libre de sus tareas, solíamos ir, a la playa de Veracruz. Villa
del Mar, preciosos atardeceres y caída del sol, buscando la penumbra de la
noche y allí desnudos y furibundos fornicábamos saltándonos las prohibiciones como
brutos.
Gozando
aquel amor ilícito que estaban decididos a seguir, rompiendo todas las normas y
leyes para enfrentarse con quien hiciera falta.
En
el lugar había una palapa, que es una vivienda indígena construida al aire libre con techo formado con romeras secas y soportes de madera de palmera.
Mirando hacia el cielo era posible ver unas puestas de sol preciosas y en esas tardes_, asentía con nueva furia Olga, intentando remontarse unos años hacia atrás.
Mirando hacia el cielo era posible ver unas puestas de sol preciosas y en esas tardes_, asentía con nueva furia Olga, intentando remontarse unos años hacia atrás.
_
Me hacía el amor, con una intensidad de locura. Yo estaba casada, pero lo mío
no funcionaba, tenía un esposo muy apático y borracho, que solo sabía tomar tequila
y no le marchaban las naturalezas genitales necesarias para hacerme feliz.
Cuando
conoció a Feodor, todo cambió en medio segundo, fue un latigazo del alma, tan
deprisa comenzaron a notarse atraídos, que pecaban hasta de ignorancia. No les
dio tiempo de pensar en nada más que en ellos, en ser felices. Olga le seguía porque
se empapó de él, y encontraba delicioso vivir aquellos días fuera de la
normalidad apartada de lo legal, era como un empuje que le abocaba a la locura más
voraz. Poder engañar a su marido, durante
todo el tiempo y, que este consintiera, no
abriera la boca era de ser un cabrito resabiado.
Feodor
y ella hacían planes de todo, algunos fuera de lógica. No tenían demasiada
sensatez para pensar de verdad, que es lo que sería definitivo.
_Siempre
deseó una hija _ seguía comentando Olga, mientras recordaba aquellas escenas_. La verdad que al principio creía que solo tenía
ganas de retozar conmigo y disfrutar de una mujer completa.
Su
pobre esposa estaba postrada en la cama hacía más de catorce años y ni la podía
tocar por sus huesos de cristal.
Sin
embargo, a medida que yo le iba dando amor, él se dejaba llevar como un
corderito con un hilo de lana. Era sobrenatural, como habíamos llegado a
necesitarnos tanto, y llegó además de la atracción y la persuasión, el no
querer estar separados demasiado tiempo.
En
una relación de antaño, con una delegada del partido de los obreros_, seguía
charlando Olga_, tuvo dos varones, que ni le miran a la cara, por causas del manifiesto
y doloroso olvido que dan algunos padres a los hijos que no tienen trato, o que
por causas diversas no se relacionan con frecuencia.
No
podía contar con ellos_, miró por la ventana Olga, con los ojos llenos de lágrimas_,
a pesar de los intentos sin éxito que Feodor ejerció cuando ya no contaba con
excusas y tuvo posibles.
Ahí
falló estrepitosamente con sus hijos, los abandonó y ahora ellos no quieren
saber absolutamente nada del padre, con razón.
Me
preocupa, la insistencia con la que pretende preñarme, solo piensa en hacerme
una barriga, en una hija, ¡es hasta molesto! ¡No el joder propiamente! ¡Qué
coñazo, su manía, le quita cuerpo al meneo! ¡Sí...lo disfrutamos! Bienvenido sea el polvo y la jodienda, pero
sin presiones, ¡Solo por animación!
Es
cansado, su pretensión de obligarme a pasar de nuevo por la maternidad, sin
putas ganas_. Adujo, casi con desdén Olga, colocándose bien la tira del sucio y
sudado sostén, tras acomodarse un pecho.
Yo
no quiero verme de nuevo cambiando pañales ni dando la teta a ningún renacuajo
más.
Mi
vida está orientada a vivirla locamente sin tener que dar ejemplo, ni mantener
a nadie. Ya he pasado por ello y ahora no me conviene repetir sin necesidad por
aquella mierdosa existencia.
Es
como una obsesión enfermiza el querer tener una hija, una hembra a la que le pondría
Artemia. ¡Lo tiene claro! Todo
estudiado, es como una máquina estropeada. Si no fuese que jode tan bien, me engrasa
divinamente y mantiene los vicios. ¡No sé donde lo mandaría!
Haciendo
acrósticos_, siguió argumentando aquella mujer_, imaginó el nombre de la futura niña, buscando
relaciones verbales en un retozo de palabras con los deseos originales y en
ocasiones cambiaba solo de parecer,
hasta que llegaba a la conclusión y anunciaba que se llamaría María del Mar, y así traveseando
con esos nombres, surgió Artemia, Arte por mis legados del cielo_ según dice
convencido_, y mía, porque siempre quiso poseerme esclava_. Aquella larga
exposición finalizó cuando a lo lejos veía a su hija que llegaba de la playa
con mucha prisa, accediendo a la palapa, y recriminándole a Olga, su madre.
_
Has vuelto a beber y a drogarte ¿verdad?
_
¡No! Solo me fumé un par de chifles pensando
en Feodor, le extraño tanto.
_
No ayudas a nada, eres un ser muy egoísta. Solo miras por ti.
A
los demás que les den… Hace más de cinco
años que se marchó con una turista Sueca, y aún le estás esperando. ¿Crees que volverá?
Pierdes el tiempo_. Dejó de reprimirle cuando su teléfono móvil sonó y con el
aparato en la oreja, salió a tomar el aire y atender la llamada.
_
¡Dime Jimmy!, pero, no me entretengas, ya me iba, pierdo los nervios con Olga_
conocía muy bien quien le llamaba por eso salió y puso terreno por medio, para
hablar con tranquilidad con su amigo.
_
Artemia, ya sabes cómo son los viejos_, dijo Jimmy_, y ella es tu madre, no ha
superado la falta de su consorte. ¡Compréndelo! Parece que no tengas corazón.
_
Crees eso, cuando a cada momento me cuenta la misma historia y aunque_ siguió
quejándose Artemia _ Ahí fui imaginada,
deseada y engendrada, en esa palapa a la luz de la luna, con o sin deseos. El que
te lo digan y repitan tanto se hace pesado.
_
Solo está recordando, simplemente piensa en el deseo de amor y en Feodor, que
fue en contra de todos los cánones establecidos en su familia, en el pueblo y
en todas las creencias religiosas_ Argumentó Jimmy, queriendo comprender a Olga
y calmar a Artemia, siguió_ Ellos rompieron con la norma, él casado, con su
mujer en una pitra enferma sin poder moverse. Olga, casada también con un vicioso de
cuidado, se enfrentaron a todos y resistieron sin partir a ninguna otra parte,
viviendo en su palapa de amor. Ella posiblemente hasta la muerte.
_
Cuando la familia_, tomó de nuevo la
palabra Artemia_, se enteró del estado
de preñada de mi madre, no sabes, el alboroto total que se montó. Fueron el
desprecio de Villa del Mar. Aunque ella
todo lo viera al revés y me decía que todos estaban muy contentos y alegres_ así
lo contaba una vez tras otra para convencerse_ referían un orgullo falso con
tanta expectativa, que nadie quiso saber de ellos, por todo lo que habían roto,
familias, niños, tradiciones. En la familia de mi madre, nunca quisieron
acogerla.
La
familia de Feodor los repudió de inmediato, ellos que estaban tan vanidosos de
su estirpe que no podían disimular la afrenta que les había tocado vivir con Olga.
Por eso la dejaron sola, el resto de la vida. Sin prestar un mínimo de atención
a su estado de gestación, ni a lo que traía, que era yo misma.
Mientras
la esposa legal de Feodor, murió acompañada de todos ellos, y tuvo un final más
o menos discreto.
Una
detonación se escuchó dentro de la palapa, y un silencio seguido prolongado,
Artemia y Jimmy, hablaban por teléfono, ella se había venido junto a las olas
de Villa del Mar, para disfrutar del aire precioso del océano, de la arena del
mar, del sol radiante. Un sobresalto accedió al corazón de Artemia, interrumpiendo
la conversación con su amigo.
_
Luego te llamo, creo que ha pasado algo en el interior de la palapa_ precipitó
Artemia_. No me asustes, comento alertado Jimmy.
Se
cortó la llamada y Artemia, llego al interior de la cabaña, donde encontró el
cuerpo de Olga tirado en el suelo junto con una escopeta de cañones recortados
y con la cara destrozada. En una nota escueta decía_: No me esperes Artemia.
¡Es
mejor así para todos!
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