La planta
de mi salón
debe ser
femenina,
al pasar
me mira siempre
y por
costumbre suspira.
Silencia,
permanece erguida
enseñando
sus rebrotes,
sus ojos
al horizonte.
No sé bien
por donde mira
La aprecio
y le hablo,
le explico
mi espanto.
Tranquila
me escucha,
aprecia mi
sutil canto.
¡Seguro que
es mujer!
Vestida con
impúdicas galas.
Reverdece
al atardecer
y solo
enseña la espalda.
Si le piropeo,
se inflama,
al
cantarle emociona.
Si me
acerco, me regala
con su
perfume me embriaga.
Me ve
desnudo pasar,
desde la
ducha. ¡Se encanta!
Nunca deja
de mirar,
ella jamás
se amilana.
Alocasia
es su nombre,
de la
familia Arácea.
Es de linaje
verdoso,
como el
pecado y la trampa.
Sus orejas
de elefante,
parecen
dos palmas claras.
Al
acercarte despoja,
incienso
suave y te ampara.
Marquesa
la llamo siempre.
¡Porque me
miras descalza!
Ella nunca
tiene dudas,
de cómo
airear sus faldas.
Secretos mantuve
con ella,
por cierto
fijó una sentencia.
Avale en
los años verdes,
antes que
las tinieblas vengan.
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