Desnuda y amarga

Serena y fría como la maliciosa trampa,

eres cuchillo que amputa la farsa.

No es de ahora,  hace un siglo,

te noto cansada.

Ya se sabe  todo vuelve,

va por temporadas. Ahora retorna

la fiebre de hastío sobre tu mirada.

Te excitas muy leve,

en tu madrugada, prefieres girarte

para no ver nada. Cerrando los ojos

aspiras helada, el indiferente vómito

de una desdichada. Que tragas con nauseas,

fingiendo apetito.

¡Eso aún no es nada!

Inmunda paciencia, la que fue viciada,

creyendo vendría la realidad soñada.

Ver como emergían tus pechos,

aunque disimularas,  tras las cortinas,

entre impúdicas sábanas.

Notar senos turgentes, ofreciéndolos.

¡Para hartar mis ganas!

Fría es tu ventana, en la que te veo,

siniestra y mermada, sin gusto, sin alas.

Esperando atenta, la última reclama,

provocas desnuda, una alerta rara,

nadie la comprende por negruzca y falsa.

Sin recato, tú sola no encantas.

En tanta desnudez, todo es  penuria magna.

Eres la mentira, sórdida y mezclada,

falsedad te llaman, tacaña y avara,

fuiste una ilusión, mientras perduraba,

paseaste por el crédito,

sin derecho a nada.

Estar en un grito,  perder la esperanza.

Eres aquel drama, que la vida arrastra.

Sabes que se siente, con el alma rala.

¡Desprecio de ti hasta las miradas!

Regalaste fácil, la miseria calva,

en ti no florece la verdad preclara.

Mentiras propones, para la templanza,

espero morir sin tu astucia amarga,

perder tu presencia, sin echarte en falta.