viernes, 13 de diciembre de 2024

Quien lo sabe.

 



Ana preguntó; un día a su abuelo, que era lo que le gustaba más, y cómo le agradaría encontrarse cuando fuera más viejito.

—Yayo a ti que es lo que más te gusta. El abuelo respondió muy sin pensar, pero convencido que su respuesta era cierta.

— A mí lo que más me gusta es ver cómo creces feliz, y con salud. Con mucha alegría y con muchas preguntas. La niña lo escuchaba mientras hablaba, y en una de las pausas lo miró con cariño. Comprendiendo sin demora, y tan sencillo como fácil, el mensaje que quería hacerle llegar enseguida el anciano.

Muy alejado de dar finiquito a la charla, continuó respondiendo a la segunda cuestión qué había planteado su nieta y así contestó su pregunta.

— Te diré la verdad de lo que ahora siento. Cuando sea más anciano querría encontrarme libre de preocupaciones. No tener padecimientos y casi no enterarme de las malas noticias. A veces quien no conoce no padece. Quien no pregunta a sabiendas de la respuesta, evita réplicas comprometidas y complicaciones inmediatas. 

La niña volvió a concentrarse en sus juegos, y el señor Anselmo su abuelo, quedó pensando en quien lo sabe. Lo que sobrevendría en el futuro.

Pasaron quince años de aquella conversación mantenida, de Anna y Anselmo. Se contaban con los dedos de una mano, la cantidad de años que la nieta ya ni tan siquiera iba a ver a su yayo. Poco se preocupaba por ellos. Decir poco era algo más que nada.

La chiquilla ya estaba hecha una moza. Era locuaz y muy alegre. Además de guapa, una señorita de éxito. Sus estudios viento en popa, casi acabados y a punto de licenciarse. Muy puesta en su mundo con tiempo para casi nada y menos para recordar a sus abuelos, que en silencio disfrutaban de la alegría y éxitos de Anna.

 

Paseando por el paseo de la alameda baja, la que circunda a lo largo del río. Un colega de Anselmo, le preguntó muy penoso, en el transcurso de una profunda conversación que mantenían los dos viejitos.

— ¿Notas la ausencia de tu nieta?  …Contesta con la verdad. — le interrogó Sancho.

—Porque yo también, noto el abandono de visitas de mis dos nietos, que apenas se acuerdan de nosotros.

— Pues claro que se notan esas cosas, respondió el abuelo Anselmo. Porqué me lo preguntas, es que sabes algo que yo desconozca.

— No; para nada. Es que siempre te veo muy sosegado. Jamás te quejas. No me irás a decir que tu nieta os visita a menudo porque nosotros estamos desesperados. Pocas veces tiene un momento para visitarnos. Reconoció sin titubeos

El abuelito de la joven Anna con una sonrisa le dijo a su colega.

— Sancho, ya no recuerdas cuando estabas en la pubertad. O sea; desde los doce hasta los quince abriles. Entonces, si lo piensas verás que también habías despintado a tus abuelos. ¿No lo recuerdas? — siguió charlando.

— Claro que lo recuerdas. — repitió Anselmo a Sancho y sin detenerse prosiguió con su cháchara disfrutando.

— Es sin dudar más fácil, no pensarlo. Nosotros hicimos lo mismo, cabila un poco y lo recordarás, por ello, — siguió diciendo.

— Yo la disfruté en su infancia cuando tuve la oportunidad de darle todos los caprichos y detalles que podía. Me la comía besos, a veces muy a desgana de ella.

Sabía que llegaría este momento. Es ley de vida, y son circunstancias, que nos han pasado a todos. Y mucho más; a los abuelos que vegetamos aburridos. Sin dejar el uso de la palabra continuó aportando.

— Sin embargo, me siento muy feliz con el comportamiento de mi nieta. Que es mi niña, mi cielo y además le perdono cuantas veces no me recuerde.

Ahora comprendo, que mis abuelos, los bisabuelos de Anna, también sentirían condena, al ver que a mi me interesaban las cosas que estaban lejos de ellos, y les recordaba poco.

Se detuvo a pensar, en respuesta a Sancho manifestando finalmente.

— Lo que sí tengo muy claro…. Es… Cuando ella, Anna, esté en mi edad, y tenga resuelta su vida. Nos volverá a inmortalizar a todos. Al estar en las mismas tesituras, que soportamos ahora. Entonces nosotros, volveremos a rebufar desde donde estemos. Notando que no estamos muertos. Porque alguien, aunque sea de pasada, se acuerda de nosotros.



Autor: E. Moreno

13 de diciembre de 2024.

 


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