jueves, 12 de diciembre de 2024

Otro día, como aquel

 



La noche anterior le dijo a su esposa — Mañana comienzo las fiestas. Me deben unos días en la oficina y espero disfrutarlos, hasta que alumbres. — y se fueron a dormir, sin pensar que podría adelantarse aquel comienzo esperado. La noche procesaba un espíritu de impaciencia, hasta que sobre las cinco y media de la madrugada, la mamá rompió aguas.



 
Hoy es 12 de diciembre,


La virgen de Guadalupe,


La protectora de siempre,


Y como norma, yo supe.


La guadalupana, siembre.


— No te asustes, pero creo que es la hora. Musitó la muchacha.

— Quieres decir. No nos aceleremos. Dijo el papá, sabiendo de sobras, que había llegado el instante.

 He roto aguas y viene de camino el niño. Comentó la mujer, entusiasmada de alegría.


Y ya lo creo. ¡Es la hora!

Que viene alegre y deprisa,

No se detiene, ni avisa,

Quiere conocernos ahora. 

 

Pronto saltó de la cama, aquel papá, que nervioso debía alistar algún detalle pendiente, antes de presentarse con urgencia al Hospital Comarcal, con la futura mamá.

Albergando la ilusión de volver a ser padre, y pidiendo al cielo, que todo viniera bien, con salud y alegría.

 

Vamos sin perder el tiempo,

viene tranquilo y feliz

No quiero, sea un desliz,

Y lleguemos a destiempo.

 
Que el muchacho no demora.

Su llegada no retrasa,

Y viene a mirar que pasa.

Bajo el brazo, pan y aurora.
 

 

 

Como imaginaron, no se aplazó, los lloros se oyeron raudos.

Con una fuerza de espanto, diciendo, ¡Aquí estoy!, ¡Buenos días!

Preparen la vida mía, que llego para quedarme.

Hacer feliz a mi padre, y darle dicha a mamá.

 

 


 Celebra cuarenta y cinco,

Activos y aprovechados.

Lo demuestra con ahínco,

Y ninguno desechado,

Con su gracia y su rebrinco.

Nos asume embelesados.




 

A veces hasta regaña.

En pro de ese, preservar.

Que no ocurra imponderables.

 

Que mantengamos el peso.

Sin pasarnos en los dulces,

Qué eso engorda. ¡No te pases!

 

Y aunque lleve la razón,

nos gusta que nos reproche.

Incluso llegue a mandar.

Recordando aquella noche.

Cercana a la navidad,

Que acompañó con su broche.

 

Han pasado cuatro decenas y un lustro,

desde aquella alborada. Que Dios te guarde.

El cielo te alumbre cada madrugada.

Y al llegar la noche, seas la pomada,

la alegría, la razón y el contento de la casa.


¡Felicidades!





0 comentarios:

Publicar un comentario