Acabó desnudísima
en la cama de su amante.
En el
coqueto hotel playero, dónde se alojaba Donatel-lo.
Pasando una frenética
noche. Sin sueño y con un desatado juego sexual, indecente para los benditos
y delirante para los que creen en la provocación de la naturalidad de la
lascivia. Dejando entre renglones al mundo.
Ambos
habían aplazado sus obligaciones para dedicarse a quererse, a tocarse y a
entenderse. Donatel-lo, de su mujer, una santa que pasaba las noches jugando y
gastando su herencia en un bingo de la costa, y ella; la provocativa Erika, alejada,
desviada y extraviada de sus dos hermanas.
Profundizando
en los placeres de un encuentro tentador y a la vez sensitivo.
Donatel-lo,
sin demora recibió de Erika las mejores carantoñas, arrumacos y embelecos
que se disfrutan en las distancias cortas. Aquellas que se explicitan en los
manuales de sensualidad, con dóciles ilustraciones y domésticas maneras.
Esas roncerías,
que aunque no se prodiguen a menudo entre las mujeres, las distinguen tan solo,
por su intuición fisiológica, seducción amaestrada y clarividencia,
por el grado de romanticismo que poseen y la arquitectura de sus cuerpos.
Dejando
al rompecorazones de Donatel-lo, ensimismado y con ganas de volver a enredarla.
Esos
momentos de pasión, les mantuvieron a los dos, alejados del tumulto en las diversas
jornadas siguientes.
Sin salir
del reservado número sesenta y nueve, del sexto piso del Hotel Carcasona. A base
de reconstituyentes, de sales minerales, ensaladas, agua con misterio
tonificada, y mucho ritmo. La música era de cámara y la Interpretaban sin
partitura, con la ayuda de la conocida oscilación intemerata, temblor y
vibración del afamado “Vals de los cisnes”. Tan estelar, como desquiciante.
Detalle
melódico, que sus dos hermanas envidiaban y sabían, podía producirse
sin dudarlo.
Al descubrir una
nota aclaratoria, en el apartamento que habían reservado en Ibiza.
Donde a la vista y sobre la almohada de la cama de Erika, el mensaje decía con el
mínimo lujo de detalles. Lo que más que menos, estaba dispuesta a hacer.
Alegato urgente
escrito con grafía uniforme, sobre una superficie falsa, con rasgo nervioso que
informaba a sus dos espías.
Más que
eso, avisaba a sus dos falsas protectoras que definitivamente se enredaba con
su pretendiente. Aunque fuera casado o tuviera migrañas.
Los
detalles no quiso compartirlos, informándoles por si querían comunicarlo con su
rabia, al resto de la familia.
Escueto y
directo. Sencillo, así rezaba. — Que no la esperasen en los
días siguientes, que volvería cuando estuviera harta de sexo, de ilusión y
de futuro, o sea ¡En cuanto pudiera!
Aquellas
dos fraternas y perversas hermanas, comenzaban a estar histéricas, pasadas
quince jornadas, y más que por la tardanza en abrazar a Erika, por lo que de sí,
daba la duración de los días de vacaciones, que no habían podido echarle el ojo
a la nena.
La que
creían ser, y trataban como la desprotegida, la que siempre dejaban fuera de
sus risas y cuitas, por opinar que no se enteraba.
Sin palo
y sin golpe, les daba una trenza sin mano, que las dejaba fuera de sí.
Por La prolongación
de aquel sexo que suponían. Saboreado con desmadre, y ya no era la primera vez
que lo disfrutaba a sus espaldas.
Paola la
segunda de la saga, le profesaba celos mortales a Erika, desde su nacimiento. Al
haber llegado a este mundo después de ella y con unos rasgos preciosos, de los
que Paola, no poseía.
Fue
insuperable, ese desprecio que le regalaba, y siempre se mantuvo, con respecto
a su hermana menor, fuera de la comprensión, del atino y de las normas.
Mostrando
su cólera incontenida, que la exponía con sus acciones.
No pudo
soportar aquella influencia fascinante de Erika. Influjo que los hombres
atractivos advertían y dejaban traza para deterioro de Paola.
Aquella
tardanza desmedida, no le sentó nada bien a la celosa guardiana. Ya que ella,
en un principio y sin que nadie lo imaginara, le había echado el ojo a Donatel-lo.
El empresario de moda. El míster con más divorcios de las playas, del sur de
Italia. Con la intención de ser la única que lo llevara al disloque, sedujera y
además, tratar de comenzar con él, un bascoso cambalache tan desmedido
como improbable.
Enamorarle
y sujetarlo como ella pretendía retener, a todo el que se le acercaba sin
conseguirlo.
Donatel-lo
estaba ya demasiado embebido, por todos aquellos falsos frutos que Erika, le
había dispensado. Proyectando los deseos de Paola de nuevo, al cubo
de los detritos.
Como casi
siempre que pugnaba con Erika por un hombre, Paola se turbaba, tratando de
entender, cuál era la esencia de la que ella carecía, que la dejaban sin
remisión y fuera de las posibilidades de éxito.
En el
retorno de aquellas vacaciones, Erika ya propuso de forma imperativa, su
emancipación.
Su inminente
desvinculación radical y sin demoras del hogar maternal.
El enredo
con Donatel-lo tiraba con fuerza y no pretendía en ningún modo echar la marcha
atrás. ¡Imposible! Detener aquella liberación iniciada en las playas de Ibiza.
Dejó a
toda la familia sin el mayor problema y comenzó a ser ella misma. Se colocó en una
de las Ferias de la ciudad, haciendo en la pasarela de la firma, sesiones
publicitarias, de calzado, alimentos, productos de belleza y todo lo que la
firma publicitaba. Siendo una mujer con luz propia, una hembra lucida y
hermosa.
El
romance entre Donatel-lo y la guapa feriante, duró lo que tarda en llegar
octubre. Las relaciones de Erika y sus hermanas, acabaron antes.
Los celos
y las envidias, pasan factura a los rencorosos y aún les hace más insoportables.
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