Se me escapan las miradas
buscando tu rostro amable.
Privaciones no inspiradas,
me convierten casi afable.
Procedo sin más excusa,
sabiendo que es prohibido,
mirar dentro de tu blusa
porque no está permitido.
Las miradas expresivas
carecen y son difusas.
Ejercen siendo instintivas
y se repiten ilusas.
¡Ay si tuviera tres vidas!
Las dedicaba cumpliendo,
sin que fueran dirigidas
bajo ningún mandamiento.
La primera, muy sensata;
creando lo que me gusta.
Con cháchara y perorata
y la comodidad justa.
La supletoria elegida,
emularía al más rico
Vegetando en su guarida
y presumiendo de pico.
La que cerrara el deseo,
debería ser injusta.
Vivir igual que un poseso,
sin comprobar que disgusta.
“Disgusta”, de nuevo
expongo,
aunque jamás la he probado,
quien sabe, igual lo
¡Supongo!
Por mi placer denostado.
La dicha de un escritor,
es vivir mil personajes.
Intérprete y conductor,
guía y mentor, sin ambages.
Para después emprender
el sueño del prepotente,
y besar sin pretender
tus labios efervescentes.
Toda mi vida he querido
destacar sin que me vieran,
pasar desapercibido
y mis noches me
envolvieran.
Lo negaré si preguntan,
mi ilusión, es vendaval.
Desatado y no me asusta,
contender con mi rival.
La mentira es un aval
que, en lo personal se
incrusta.
Venimos del arrabal,
y engañarme desajusta.
Quisiera ser más normal,
sencillo y más campechano,
propongo ser natural
y contigo ser hermano.
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